A pesar de ser la afectividad una actitud muy valorada por el ser humano, el diccionario se muestra parco a la hora de definir dicho vocablo.
Cuando hablamos de afectividad estamos expresando sensibilidad, ternura, cariño, comprensión..., en definitiva, toda una cadena de afectos que llevan al desarrollo de la propensión a querer.
Nos guste confesarlo o no, necesitamos de los afectos para sentirnos queridos, estimados, valorados... Las muestras de cariño que recibimos de otras personas, no solo son gratificantes para el bienestar emocional, también refuerzan la autoestima y la motivación para llevar a cabo las acciones de la vida diaria.
Sentimos afecto por aquellas personas con las que nos relacionamos a menudo, con las que compartimos afinidades y experiencias; también sentimos afecto por aquellas personas que sin haber tenido una especial comunicación con ellas, la intuición nos dice que el entendimiento sería fácil.
Cada persona llevamos algo en nuestro interior, que transmitimos a los demás en un primer contacto y que suscita el que nos perciban de una determinada manera, a veces sin que exista un intercambio previo de opiniones. Es lo que comúnmente llamamos “tener buenas o malas vibraciones”.
La afectividad es selectiva; aún siendo connatural a nuestra persona la propensión a ser afectiv@s, no siempre resulta fácil el manifestar esta actitud cuando la sensibilidad se encuentra ausente en la conducta de algunos individuos. Somos más afectivos con aquellas personas en las que encontramos algún grado de empatía. Los afectos necesitan siempre de la reciprocidad.
Tanto el amor como la estima, nacen en un momento determinado y pueden llegar a crecer o mantenerse a lo largo del tiempo.
La estimación al igual que el amor carece de racionalidad. Tal vez sea esa irracionalidad la que hace innecesario preguntarnos dónde acaba una y comienza el otro, o por qué con algunas personas el afecto se mantiene siempre constante a lo largo del tiempo.
Quizá en este tema es mejor sentir que preguntarse, y aunque ustedes no lo crean, incluso aquellas personas por quienes sentimos rechazo, nos “despiertan estima”, porque como alguien dijo un día, algunas compañías nos hacen estimar la soledad.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas.
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