Las personas que están en contacto con su propia sexualidad tienen más confianza y son mejores amantes,
La masturbación ha estado presente en todos los períodos históricos, culturas y sociedades, en todas las edades y en ambos sexos; pero a pesar de la importante revolución sexual ocurrida en la segunda mitad del siglo XX en el mundo occidental, en cuanto a la concepción, a la moral sexual y al comportamiento sexual humano, la herencia de la cultura judeo cristiana, vive aún hoy en la conciencia de hombres y mujeres.
La masturbación ha venido siempre de la mano de lo sucio, oscuro, la inquietud, la culpa, los miedos y por supuesto relegando esta actividad al género masculino.
De la sexualidad, sin duda la masturbación se ha llevado la mayor parte de creencias y mitos, empezando por el reblandecimiento de la médula espinal, o que en el cerebro había una especie de compartimiento donde se encontraba todo el semen y que éste había que administrarlo muy bien, pues si se secaba, el señor en cuestión moría. Tremendo. Cuando se dieron cuenta de que esto no sucedía, se sacaron un miedo más para controlar al personal: la masturbación provocaba la ceguera; pero parece ser que la sociedad no se llenaba de ciegos (aunque se pusieran ciegos), y les dio por los granitos, y vinieron entonces los dermatólogos a decir que estos estaban producidos por las hormonas, la grasa y esas cosas. La pérdida de control bajo las sábanas, llevó a algunos iluminados a buscarle nuevos efectos, esta vez los psicológicos, la locura, aquello de ser una actividad propia de salidos, viciosos, etc. etc. porque claro en esto de darse gusto al cuerpo, las mujeres estaban excluidas. Estas no tenían deseos sexuales, por lo tanto, tampoco necesidad de saciar nada.
Aunque muchas de estas creencias parezcan propias de otro tiempo, sin embargo siguen vivas en el pensamiento de algunas personas; afortunadamente gracias a ese profundo cambio surgido en nuestra sociedad, devolvió a las mujeres aquello que durante siglos se le había negado: la masturbación, el disfrute de su cuerpo.
Es verdad que en pleno siglo XXI, no todas las mujeres manifiestan sin sonrojarse, que ellas también disfrutan de su sexualidad a solas; y tanto hombres como mujeres, dosifican esta práctica, por otra parte tan saludable, pues siguen pensando, erróneamente, que la masturbación es un recurso para quienes no tienen pareja. Esto va cambiando, es cierto, pues la masturbación no está relacionada con tener o no pareja, sino con el propio deseo que uno quiera experimentar en cada momento, sin por ello dejar de querer y desear a su pareja.
La prestigiosa revista The Lancet propuso que, en esta época del sida, masturbarse sería como hacer el amor con una sola persona cuya historia sexual es perfecta y realmente conocida.
En Grecia, Diógenes se masturbaba en público riéndose de que así se habría evitado la guerra de Troya.
También Woody Allen, utiliza una frase a tener en cuenta: es como hacer el amor con la única persona que amamos verdaderamente.
La masturbación ha estado presente en todos los períodos históricos, culturas y sociedades, en todas las edades y en ambos sexos; pero a pesar de la importante revolución sexual ocurrida en la segunda mitad del siglo XX en el mundo occidental, en cuanto a la concepción, a la moral sexual y al comportamiento sexual humano, la herencia de la cultura judeo cristiana, vive aún hoy en la conciencia de hombres y mujeres.
La masturbación ha venido siempre de la mano de lo sucio, oscuro, la inquietud, la culpa, los miedos y por supuesto relegando esta actividad al género masculino.
De la sexualidad, sin duda la masturbación se ha llevado la mayor parte de creencias y mitos, empezando por el reblandecimiento de la médula espinal, o que en el cerebro había una especie de compartimiento donde se encontraba todo el semen y que éste había que administrarlo muy bien, pues si se secaba, el señor en cuestión moría. Tremendo. Cuando se dieron cuenta de que esto no sucedía, se sacaron un miedo más para controlar al personal: la masturbación provocaba la ceguera; pero parece ser que la sociedad no se llenaba de ciegos (aunque se pusieran ciegos), y les dio por los granitos, y vinieron entonces los dermatólogos a decir que estos estaban producidos por las hormonas, la grasa y esas cosas. La pérdida de control bajo las sábanas, llevó a algunos iluminados a buscarle nuevos efectos, esta vez los psicológicos, la locura, aquello de ser una actividad propia de salidos, viciosos, etc. etc. porque claro en esto de darse gusto al cuerpo, las mujeres estaban excluidas. Estas no tenían deseos sexuales, por lo tanto, tampoco necesidad de saciar nada.
Aunque muchas de estas creencias parezcan propias de otro tiempo, sin embargo siguen vivas en el pensamiento de algunas personas; afortunadamente gracias a ese profundo cambio surgido en nuestra sociedad, devolvió a las mujeres aquello que durante siglos se le había negado: la masturbación, el disfrute de su cuerpo.
Es verdad que en pleno siglo XXI, no todas las mujeres manifiestan sin sonrojarse, que ellas también disfrutan de su sexualidad a solas; y tanto hombres como mujeres, dosifican esta práctica, por otra parte tan saludable, pues siguen pensando, erróneamente, que la masturbación es un recurso para quienes no tienen pareja. Esto va cambiando, es cierto, pues la masturbación no está relacionada con tener o no pareja, sino con el propio deseo que uno quiera experimentar en cada momento, sin por ello dejar de querer y desear a su pareja.
La prestigiosa revista The Lancet propuso que, en esta época del sida, masturbarse sería como hacer el amor con una sola persona cuya historia sexual es perfecta y realmente conocida.
En Grecia, Diógenes se masturbaba en público riéndose de que así se habría evitado la guerra de Troya.
También Woody Allen, utiliza una frase a tener en cuenta: es como hacer el amor con la única persona que amamos verdaderamente.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas.
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