jueves, 1 de octubre de 2009

Papel del hombre en el modelo capitalista permisivo

Como hemos podido ir viendo a lo largo de las últimas semanas, el modelo capitalista permisivo, el imperante en nuestros días, no ha beneficiado a ninguno de los sexos, pues como ya señalamos, a las mujeres, a pesar de reconocernos que somos seres sexuadas, seguimos necesitando que el hombre sea quien nos guíe hasta alcanzar el tan deseado orgasmo. La responsabilidad de si nos lo pasamos bien o no, nunca caerá sobre nosotras, pues la capacidad para llegar al clímax ha de venir de las buenas artes amatorias que se le presupone al varón. Socialmente nadie pondrá en duda nuestra feminidad por estar cansadas y no desear practicar sexo todas los días y a todas horas.
Y entonces, ¿qué sucede con el hombre? ¿Cuál es el papel que se le asigna actualmente en el marco de un encuentro erótico?


Como ya hemos podido ver, el papel reservado al hombre en los encuentros amorosos, no es muy grato que digamos:

El rol pasivo como hemos visto, le corresponde a la mujer, por lo que el hombre deberá comportarse como un autentico “macho”, dejándose la piel en cada encuentro sexual.

A la mujer se le permite llegar a los encuentros amorosos con el desconocimiento de su erótica, pues no es a ella quien le corresponde tal tarea, será el varón quien se encargue de descubrídsela, él es el experto. No necesita guía, ni que nadie le indique el camino para llegar al placer intenso. Al hombre se le ha encomendado una importante misión en los encuentros sexuales, pues él es el director y el protagonista principal, de manera que de él dependerá el desarrollo y desenlace del encuentro. Si consigue que su pareja disfrute y se lo pase pipa, él será un machote, si no es así, ya se encargarán de asignarle calificativos a su hacer.

Deberá estar siempre dispuesto, a cualquier hora y en cualquier momento, y por supuesto, con el pene siempre erecto y preparado para aguantar lo que venga…

Mantendrá el pene erecto hasta que su pareja le indique que ha llegado al orgasmo, si no es así, deberá resistir como un machote entrando y saliendo con su pene erecto una y otra vez a la vagina de su pareja, sin que esta le saque de su error, informándole que si estimulase el clítoris, todo sería más sencillo y gratificante para ambos.

Quizá el gran protagonismo que ha tenido el hombre a lo largo de toda la historia en el ámbito social, político y cultural, haya contribuido a que también su protagonismo haya sido trasladado a los encuentros sexuales, siendo poco justos con éste género, como lo ha sido en otras áreas con las mujeres, pero lo que no es, no es.

Vamos dando pasos importantes en materia de sexualidad, pero es verdad que todavía nos queda un largo camino por recorrer hasta llegar a un modelo integral de la sexualidad, donde cada miembro de la pareja sea responsable de su placer, de sus orgasmos; donde el coito sea una práctica más de las relaciones sexuales, pero no lo fundamental, donde cada hombre y mujer conozca su cuerpo y sepa disfrutar de él solo o acompañado, donde lo importante no sea el tamaño ni el tiempo que el pene está erecto, sino lo que la pareja sea capaz de disfrutar con los elementos disponibles, que son muchos y fantásticos.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

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