domingo, 20 de diciembre de 2009

El Deseo (y II)

"Deseo, viejo árbol que se sirve del placer para nutrirse", decía Baudelaire

Que la sexualidad es una parte esencial en la vida de las personas (solas o en pareja), lo hemos reiterado en diferentes artículos. Cómo nos relacionemos con nuestro cuerpo, influirá también en cómo nos relacionaremos con nuestra pareja, con nuestras emociones.

Las experiencias placenteras las vinculamos al deseo, a la búsqueda de ser repetidas; lo mismo hacemos con lo que no nos gusta, con lo que nos causa desazón, lo evitamos y sentimos malestar y ansiedad si lo hacemos. Los encuentros sexuales, para que sean deseados, precisan haber sido placenteros, gozados. Y es que la sexualidad no es para todas las personas sinónima de placer. El deseo se encuentra muy vinculado a las emociones.

Como ya veíamos en el artículo anterior, la relación que tenga la pareja va a ser determinante para que exista presencia o no de deseo entre sus miembros. La comunicación es un factor determinante e influyente en el deseo, y sin duda, esta es la que antes se ve dañada.

El deseo sexual ha de verse con relación a varios factores, entre los que cuentan, evidentemente, aquellos que tienen una incidencia orgánica directa. Tales factores a tener en cuenta son, entre otros, los siguientes:

 Ausencia de fantasías sexuales: las fantasías sexuales son un recurso o herramienta fundamental en la sexualidad, solos o en pareja. Estas facilitarán el abandono.

 Ideas negativas respecto del placer sexual: la educación sexual recibida será clave en la vivencia de la sexualidad. Si se entiende el placer desde la moral, como algo pecaminoso, con culpa o miedos, las relaciones sexuales no se vivirán de forma satisfactoria.

 Pensamientos negativos de nuestra pareja sexual: no podemos desear algo que percibimos como negativo, ya que interiormente sentiremos rechazo hacia esa persona.

 Vivencia desagradable de la conducta sexual: si no disfrutamos de nuestros encuentros sexuales, no desearemos volver a repetirlos.

 La masturbación: resulta una actividad saludable, cuando estamos a solas o cuando vivimos en pareja. Si no conocemos nuestro cuerpo, no seremos capaces de disfrutar de él, ni en solitario ni en compañía.

 Relaciones sexuales sin ganas: acaban siendo relaciones por débito, compromiso o por miedo a la pérdida de algo, lo que no favorece relaciones sexuales placenteras, para ninguno de sus miembros.

 Posibilidad de que la pareja no guste: los años de convivencia llevan a algunas personas al abandono de su imagen personal, y la consiguiente falta de deseo de uno de sus miembros por el otro.

 Utilización de técnicas sexuales que producen desagrado, asco o enojo: el expresar lo que nos gusta o disgusta facilita unas relaciones sexuales placenteras, el silencio puede provocar la ausencia de deseo.

 Peligros respecto del placer sexual: forman parte de los mitos y creencias que llevan a vivir la sexualidad, el placer con miedos.

En cualquier caso, es importante que la pareja analice y se pregunte cómo son sus relaciones sexuales, qué tipo de juegos llevan a cabo, cómo se acarician, cómo es su comunicación sexual, si se expresan lo que les gusta o lo que no, sus preferencias, si disfrutan de sus encuentros eróticos sexuales, etc. No se trata de buscar culpables, sino soluciones.

Romper con las rutinas sexuales, es una de las tareas más complicadas. Los comportamientos estereotipados que muchas veces se establecen en los encuentros amorosos, resultan difíciles de cambiar, aunque no sean del todo satisfactorios. Los masajes, aceites, olores, luces, lugares nuevos, ropa íntima, y todo lo que consiga hacer que lo sintamos al mismo tiempo que nuestra pareja, podría ser un buen comienzo. No olvidemos que las reglas en la cama las ponen las personas implicadas, por lo tanto no hay nada establecido; de hecho el problema es precisamente que caigamos en hacer siempre lo mismo. No es necesaria la búsqueda de afrodisíacos, ya que el mayor estimulante es nuestra propia imaginación.

Dejar a un lado miedos, temores, ideas irracionales y moralistas sobre la sexualidad, nos puede llevar a experimentar y disfrutar de nuestra sexualidad, dejando que la respuesta sexual siga su curso.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

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