La mayor parte de las personas, en algún momento de su vida, han experimentado eso que llamamos celos, aún cuando estos no hayan sido considerados un problema. Pero cualquiera que haya sentido los celos intensamente es consciente del poder y el potencial destructivo que estos entrañan. Aún así, no podemos dar por sentado que todos saben lo que son y lo que causan en quienes lo sufren. .
Los celos son una respuesta a lo que se percibe como una amenaza, que se cierne sobre una relación considerada valiosa o sobre su calidad.
Los celos son una reacción compleja que tiene componentes internos y externos. El componente interno de los celos incluye ciertas emociones, pensamientos y síntomas físicos que a menudo no son visibles para quienes nos rodean.
Las emociones relacionadas con los celos pueden incluir dolor, ira, rabia, envidia, tristeza, miedo, pena y humillación. Los pensamientos asociados con los celos pueden incluir
resentimiento: ¿Cómo ha podido engañarme de esta manera?
autoincriminación: ¿Cómo pude haber estado tan ciego/a, tan tonto/a, tan confiado/a?
comparación con el otro/a: No soy tan atractivo/a, seductor/a, inteligente, no tengo tanto dinero.
preocupación por lo que piensen o digan los demás: Todo el mundo sabe lo ocurrido y se ríe de mí, o
auto-conmiseración: Estoy completamente solo/a, hundido/a, nadie me quiere.
Los celos también producen reacciones físicas que perturban el bienestar de la persona: mayor afluencia de sangre a la cabeza; temblor de manos; dificultad para respirar, anudamiento en el estómago, sensación de desvanecimiento, taquicardia, y problemas para conciliar el sueño.
El componente externo de los celos resulta más visible. Se expresa en distintos tipos de comportamiento: hablar abiertamente del problema; gritar, dar voces; llorar; esforzarse por ignorar el tema; usar el humor; amenazar; dejar a la otra persona, y a veces, recurrir a la violencia.
El hecho de que en los celos se pueda distinguir tanto un componente interno, como un componente externo, es relevante para su afrontamiento.
Aun cuando podamos modificar en cierta medida el componente interno, tenemos un control relativamente pobre sobre él, especialmente en lo tocante a nuestras respuestas emocionales y físicas: Me gustaría mostrarme sereno y racional, pero el dolor es demasiado intenso. No es fácil controlar las diferentes reacciones producidas por los celos; lo cierto es que de alguna manera tenemos más control sobre nuestros pensamientos. Podemos cambiar nuestros sentimientos cambiando nuestros pensamientos.
Podemos decir que tenemos más control sobre el componente externo de los celos, que sobre el interno. No siempre nos damos cuenta de esto, (y aun cuando nos damos cuenta, no siempre queremos admitirlo). Podemos decidir hablar sobre lo que sentimos, reírnos de todo el asunto, abrir nuestro corazón, sufrir en silencio y a escondidas o en voz alta y visiblemente, dejarnos llevar por la ira, dejar la relación, darle celos a nuestra pareja o romper la vajilla.
Si bien no estamos en condiciones de controlar completamente lo que sentimos cuando estamos celosos, cuando cambiamos nuestros pensamientos podemos evitar que ese complejo de sentimientos nos controle a nosotros. Más aún, tenemos un control significativo sobre lo que decidimos hacer con respecto a nuestros celos.
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