A lo largo de la vida el ser humano va experimentando cambios fisiológicos, psicológicos y sociales, que hacen al individuo comportarse, pensar y sentir de una determinada manera; sin embargo estos cambios no son el motivo para que la sexualidad deba ausentarse de la vida de las personas, ni siquiera al llegar a la senectud.
Las disfunciones sexuales que se observan en la vejez suelen ser motivadas frecuentemente por causas psicológicas y sociales, más que por una causa orgánica.
En muchos estudios se ha constatado que los trastornos del funcionamiento sexual que sufren nuestros mayores, responden frecuentemente a procesos vasculares asociados a la alta incidencia de hábitos tóxicos como el tabaquismo; a las lesiones ocasionadas por enfermedades crónicas como la diabetes, el alcoholismo, y a la existencia de factores depresivos.
Desde el punto de vista fisiológico, los cambios que más afectan a la sexualidad en la vejez son:
- Reducción de hormonas sexuales (en ambos sexos).
- La mayor lentitud de la excitación sexual (en ambos sexos).
- La disminución de la lubricación de la vagina (en la mujer) y
Afortunadamente la sexualidad, incluso desde el punto de vista fisiológico, no se reduce a los genitales. A lo largo de la vida el contacto piel a piel se mantiene, así como el placer de acariciar y sentir la caricia, el abrazo, los besos… y las personas mayores pueden disfrutarse sexualmente con o sin coito.
Desde el punto de vista anímico, todas las emociones, sentimientos y afectos pueden seguir activos en la vejez: el deseo, la atracción y el enamoramiento se pueden mantener o aparecer de nuevo en la vejez y ser vividos con calma o con la pasión que cada persona sea capaz de sentir o permitirse.
Las personas mayores por su experiencia vital han aprendido a saber lo que merece la pena, lo que es verdaderamente importante en el día a día, valorar la compañía, una palabra amable, un gesto cómplice, una caricia a tiempo, la importancia de cuidar y ser cuidado y la necesidad de tener a alguien a quien querer y que te quiera. Los hombres suelen ser más tiernos y valoran mucho estos aspectos en este período de la vida.
En el aspecto social, aceptar los cambios propios de la edad no resulta fácil para aquellas personas que sienten la vida como una carrera de obstáculos, en lugar de disfrutar de un paseo relajado, aprendiendo a vivir la sensualidad libre de exigencias, sin obstinarse en mantener una ilusión de falsa juventud. En la vida hay que disfrutar de lo que en cada momento tenemos pues será la única forma de gozarlo sin frustraciones. Es importante no dejarse presionar por los medios de comunicación, que se empeñan en frenar el paso del tiempo ofreciendo a los hombres mayores la posibilidad de seguir teniendo un pene erecto, con coitos muy frecuentes, y a las mujeres el recurso para verse jóvenes a través de la caricia del bisturí.
Si los seres humanos aprovechamos la vida para aprender, es muy posible que en la vejez seamos más sabios, más sensibles y más capaces de amar, sin empeñarnos en frenar el paso del tiempo, que no es otra cosa que la vida que hemos vivido.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas.