viernes, 28 de enero de 2011

Cambios en la sexualidad de las personas mayores.


La sexualidad en la vejez es más tierna, táctil y sensual debido a que la excitación requiere más tiempo, menos precipitación y más contacto corporal.


A lo largo de la vida el ser humano va experimentando cambios fisiológicos, psicológicos y sociales, que hacen al individuo comportarse, pensar y sentir de una determinada manera; sin embargo estos cambios no son el motivo para que la sexualidad deba ausentarse de la vida de las personas, ni siquiera al llegar a la senectud.


Las disfunciones sexuales que se observan en la vejez suelen ser motivadas frecuentemente por causas psicológicas y sociales, más que por una causa orgánica.

En muchos estudios se ha constatado que los trastornos del funcionamiento sexual que sufren nuestros mayores, responden frecuentemente a procesos vasculares asociados a la alta incidencia de hábitos tóxicos como el tabaquismo; a las lesiones ocasionadas por enfermedades crónicas como la diabetes, el alcoholismo, y a la existencia de factores depresivos.


Desde el punto de vista fisiológico, los cambios que más afectan a la sexualidad en la vejez son:

  • Reducción de hormonas sexuales (en ambos sexos). 
  • La mayor lentitud de la excitación sexual (en ambos sexos). 
  • La disminución de la lubricación de la vagina (en la mujer) y
  • Las posibles dificultades en la erección (en el hombre).
Afortunadamente la sexualidad, incluso desde el punto de vista fisiológico, no se reduce a los genitales. A lo largo de la vida el contacto piel a piel se mantiene, así como el placer de acariciar y sentir la caricia, el abrazo, los besos… y las personas mayores pueden disfrutarse sexualmente con o sin coito.

Desde el punto de vista anímico, todas las emociones, sentimientos y afectos pueden seguir activos en la vejez: el deseo, la atracción y el enamoramiento se pueden mantener o aparecer de nuevo en la vejez y ser vividos con calma o con la pasión que cada persona sea capaz de sentir o permitirse.

Las personas mayores por su experiencia vital han aprendido a saber lo que merece la pena, lo que es verdaderamente importante en el día a día, valorar la compañía, una palabra amable, un gesto cómplice, una caricia a tiempo, la importancia de cuidar y ser cuidado y la necesidad de tener a alguien a quien querer y que te quiera. Los hombres suelen ser más tiernos y valoran mucho estos aspectos en este período de la vida.

En el aspecto social, aceptar los cambios propios de la edad no resulta fácil para aquellas personas que sienten la vida como una carrera de obstáculos, en lugar de disfrutar de un paseo relajado, aprendiendo a vivir la sensualidad libre de exigencias, sin obstinarse en mantener una ilusión de falsa juventud. En la vida hay que disfrutar de lo que en cada momento tenemos pues será la única forma de gozarlo sin frustraciones. Es importante no dejarse presionar por los medios de comunicación, que se empeñan en frenar el paso del tiempo ofreciendo a los hombres mayores la posibilidad de seguir teniendo un pene erecto, con coitos muy frecuentes, y a las mujeres el recurso para verse jóvenes a través de la caricia del bisturí.

Si los seres humanos aprovechamos la vida para aprender, es muy posible que en la vejez seamos más sabios, más sensibles y más capaces de amar, sin empeñarnos en frenar el paso del tiempo, que no es otra cosa que la vida que hemos vivido.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

sábado, 22 de enero de 2011

Factores que condicionan la conducta sexual en la vejez

…una sexualidad sin exigencias, sin metas; una sexualidad para ser disfrutada.

Los factores que condicionan la conducta sexual están sujetos a cambios dependientes de la época, desarrollo socioeconómico, cultura e ideología de cada sociedad. En las personas mayores, además, intervienen los prejuicios, los mitos e inhibidores sociales.

Los factores que condicionan la conducta sexual en la vejez son muy variados y no se dan de la misma manera ni en la misma medida de unas personas a otras.

Influirán:

  • La interpretación que haga la persona mayor del modelo de deterioro en este período de la vida.
  • La importancia de un modelo joven de la sexualidad.
  • Los cambios fisiológicos, psicológicos y sociales propios del proceso de envejecimiento.
  • La ausencia de compañero/a sexual, ya sea por viudez, soltería o enfermedad grave de la pareja. El hecho de perder la pareja es un factor determinante del cese de la actividad sexual en esta etapa de la vida.
  • Dificultad de la recuperación de la actividad sexual, cuando el período de abstinencia ha sido prolongado.
  • Existe una crítica feroz cuando una persona mayor muestra interés por aspectos relacionados con la sexualidad, o que busque pareja después de haber enviudado. Se los suele catalogar como actos improcedentes, de “viejos verdes” y en muchas ocasiones haciendo sentirse ridícula a la persona mayor.
  • Las residencias y muchos profesionales no favorecen que las personas mayores puedan mantener encuentros sexuales con alguien que les guste y se sientan bien, cosa que sería muy normal en un joven o un adulto. 
  •  Profesionales de la salud que consideran que las personas mayores son asexuadas.

La persona mayor suele resistirse a la idea de vivenciar nuevamente encuentros sexuales con una pareja distinta a la que antes tenía, especialmente cuando la convivencia con la persona fallecida fue prolongada y satisfactoria. A las personas mayores les cuesta iniciar relaciones sexuales con personas nuevas. Esto se manifiesta más en las mujeres, por razones que ya en otras ocasiones hemos comentado; asimismo, es indiscutible la tradición religiosa que aún conservan nuestros mayores con respecto al matrimonio.

La pérdida del cónyuge lleva en muchas ocasiones a la depresión de la persona mayor, sobre todo en el caso de los hombres. Por esto es importante favorecer el hecho de que se fomenten nuevas parejas, en especial cuando uno de los miembros fallece y el otro expresa la necesidad o el deseo de tener compañero o compañera. Sabemos la negativa de muchos hijos a que sus padres inicien nuevas relaciones y menos aun sexuales, pero esto debemos entenderlo como parte de la vida, de la necesidad que tiene el ser humano del contacto y la vinculación y sentirse menos solo, más acompañado.

Es importante que la persona mayor no pierda el interés por la sexualidad, por los afectos, pues esto es bienestar para su vida. La mayoría de las veces es miedo al fracaso sexual. No debemos olvidar que el cerebro es nuestro principal órgano sexual. Lógicamente, la sexualidad en el hombre y la mujer mayor sufren modificaciones que son generadas por el propio envejecimiento fisiológico, y exigen una adaptación de la conducta sexual de la pareja que propicie una sexualidad gratificante, libre de frustraciones y ansiedades, que podrían llevar a la interrupción innecesaria de la actividad sexual.

La edad, muchas veces, lesiona la autoestima, por lo que la sexualidad en esta etapa de la vida depende menos de lo orgánico que de lo social. Sería importante que se trabajase desde las diferentes instituciones en ofrecer información sobre los cambios que se irán produciendo en este período.

Quien vive una sexualidad activa y saludable en las diferentes etapas de su vida, no debe pensar que en la vejez no disfrutará de su sexualidad, pues la pérdida de deseo o desinterés por la sexualidad no se relaciona con la edad, sino con cómo haya vivido cada cual su vida sexual.

El hombre que desarrolla una vida sexual activa y no pierde la confianza en sí mismo, será capaz de lograr erecciones y orgasmos hasta edades muy maduras.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

domingo, 16 de enero de 2011

La conducta sexual de las personas mayores

Desde una nueva perspectiva de la salud, ahora se tiende a hablar de una salud integral. Diríamos que una persona sana es aquella que, además de no tener ningún dolor y/o enfermedad física, es creativa, ajustada a su medio, en sus relaciones, y también tiene una vida sexual satisfactoria.

Hablamos mucho de sexualidad, sobre todo de sexo. Hablamos de cómo viven la sexualidad las personas jóvenes y los adultos, y sin embargo ¿qué sabemos de la conducta sexual en la vejez?... Sin duda muy poco, entre otras cosas porque la sociedad presupone que la sexualidad no se encuentra entre uno de sus intereses. Asimismo, se han hecho muy pocos estudios relacionados con la sexualidad en este periodo de la vida, lo que se traduce en que es una auténtica desconocida. No podemos decir que los cuestionarios utilizados al efecto hayan sido muy fiables, no con la validez que este colectivo requiere. Los prejuicios de los propios investigadores y de los entrevistados han dificultado los pocos estudios elaborados. Podemos decir que:
  • Las investigaciones se han hecho siempre desde un modelo joven, no desde la vejez, cosa que no deja muchas posibilidades a las personas mayores, olvidándose de los afectos; igualmente tampoco han tenido en cuenta los cambios generacionales.
  • Las muestras no representan las edades, la vida de estas personas, nivel cultural, etc. Aspectos todos que influyen para saber y poder entender la vivencia que cada persona tiene o puede tener de su vida afectivo sexual.
  • Encontrándonos en una sociedad coitocéntrica, lamentablemente los investigadores no se encuentran al margen, por lo que también sus estudios están hechos desde una perspectiva genital, interesándose por la actividad sexual coital, por lo que muchas veces nuestros mayores no saldrán bien parados. Hay cambios en la sexualidad en la vejez, muchos de ellos muy positivos para vivir una sexualidad placentera, sin prisas y sin metas que conseguir.
  • Una característica de la sexualidad en los mayores es que ocultan su sexualidad a los jóvenes y a los adultos, sus hijos, fundamentalmente porque estos niegan y en demasiadas ocasiones critican la sexualidad de los mayores. Pero también las personas mayores ocultan a los investigadores sus deseos y conductas sexuales, especialmente las mujeres, posiblemente porque en la época que a ellas les tocó vivir, aquello de disfrutar de la sexualidad era pecado, sucio y no era propio de mujeres decentes. Por lo que muchas de las que se permiten disfrutar en silencio de su sexualidad, prefieren no ponerle voz y seguir transmitiendo la imagen de una buena mujer.
  •  La represión que han tenido nuestros mayores en cuanto a la sexualidad es un factor influyente a la hora de vivir su sexualidad de manera libre y placentera.
  • La sexualidad en la vejez es muy variable de unas personas a otras. Este es el dato más sobresaliente. A medida que se avanza en edad, las diferencias entre individuos son mayores.
  • Creer que todas las personas mayores viven igual su sexualidad, es un gran error. Tener pareja o no, haber tenido una vida sexual activa anteriormente, en definitiva, su historia de vida, influirá en su conducta.
  • Si no hay actitudes negativas hacia la sexualidad, esta puede ser vivida activamente.
Es verdad que una cosa es cómo se vive la sexualidad en la vejez y otra es cómo se podría vivir de forma saludable. Para esto no solo nuestros mayores deben atreverse a vivirla sin miedos, también la sociedad debe desprenderse de falsas creencias que no hacen sino dificultar que nuestros mayores sigan disfrutando de una vida sexual satisfactoria cómo y con quien quieran.

La historia nos dice lo que ha sido la vida de nuestros mayores, pero no de cómo puede ser.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

martes, 11 de enero de 2011

Sexualidad en la vejez

Somos seres sexuados y lo somos durante toda la vida. No tenemos sexualidad, somos sexuados en nuestra fisiología, en nuestro mundo emocional y afectivo y en nuestra mente.

Todas las investigaciones relacionadas con la sexualidad en la vejez muestran que: la actividad coital de las personas mayores suele disminuir en su frecuencia con la edad, pero muchas de ellas se mantienen activas en uno u otro grado. Las personas mayores pueden disfrutar de la sexualidad, incluso de la coital, si lo desean.

Cada sociedad y cada periodo histórico de la vida han entendido la vejez de manera diferente, siendo las definiciones de vejez una construcción social. La nuestra entiende la vejez como un periodo de la vida a partir de los sesenta y cinco años, una etapa en que la sexualidad no es un valor.

La sociedad asigna diferentes roles, funciones, normas y expectativas a cada grupo de edad y “lo que se espera de ellos”. De los mayores, no se espera que se den besos y caricias en la calle, como sería normal verlo en adolescentes y jóvenes. Infancia, adolescencia, vida adulta y vejez son conceptos sociales, cuyo corte de referencia está en la edad. La sociedad tiene mucha influencia sobre su conducta sexual y condiciona las ideas que tenemos sobre la vejez.

Una de las ideas que la sociedad tiene sobre la vejez es la de “deterioro”; es decir, que a partir de cierta edad, todas las funciones se deterioran irremediablemente, todas a la vez. Sin embargo, hoy sabemos que esta idea es errónea. Ni se producen todos los cambios a la vez, ni tienen por qué ser irreversibles, ni universales. Pueden deteriorarse algunas capacidades pero mejorar otras: puede haber cambios en la respuesta sexual, pero también en la capacidad de ternura, etc.

El problema de la sexualidad en la vejez no se encuentra en la edad cronológica, está en tomar e interiorizar el modelo de la sociedad actual, de que la sexualidad es propia de la juventud. Mientras los mayores sigan pensando que eso es algo que “ya no les toca”, “que se les pasó el arroz”, etc. se sentirán frustrados, pues evidentemente no lograrán “dar la talla de los jóvenes”.

La educación que nuestros mayores han recibido de la sexualidad, está basada en modelos sexuales erotofóbicos, que nada favorecen su vida afectivo sexual.

Es cierto que no vivimos la sexualidad de la misma manera en todas las etapas, pues el vivir conlleva cambios a nivel fisiológico, psicológico y social; y estos cambios se producirán de manera muy diferente de unas personas a otras. Haber vivido una sexualidad activa y placentera, ausente de prejuicios y con una concepción erotofílica de la sexualidad, favorecerá el buen estado en que se encuentre la persona, no siendo la edad un impedimento para seguir manteniendo, aun en la vejez, encuentros eróticos sexuales satisfactorios.

La sexualidad es una dimensión humana que nos acompaña a lo largo de nuestra vida y que iremos viviendo de manera muy diferente en cada etapa de la misma. Es saludable y muy placentera. Hay quien dice y piensa que la sexualidad es peligrosa e inadecuada para las personas mayores. Es evidente que esto es un error que forma parte de los prejuicios de una cultura judeo cristiana, como también es un error el decir que mantener relaciones sexuales es una obligación. La sexualidad no es una obligación, es un derecho que tiene la persona a practicarla o no.

Las personas mayores deben gozar y disfrutar de una vida sexual afectiva y placentera, sintiéndose jubilados de toda exigencia sexual, sin frustrarse porque el pene esté más o menos erecto o las eyaculaciones sean más o menos intensas o frecuentes, no pensando en modelos jóvenes que frustren los encuentros. Teniendo la libertad de buscar ayuda si así se desea, pero sabiéndose dueño de su vida sexual y amorosa; sin presiones para hacer o dejar de hacer esto o aquello. No introduciendo ningún evaluador en la cama que presione nuestra forma de vivir la sexualidad, permitiéndonos vivirla y disfrutarla con los cambios propios de la edad, sin prisas ni ansiedad.

Disfrutar de los afectos, de las caricias y los besos de la persona amada, con la certeza de que ambas lo que desean es compartir sus cuerpos, sin que para ello deban competir en ningún maratón. El sexo y el amor que queramos y podamos, sin exigencias, son la clave.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

miércoles, 5 de enero de 2011

Calendarios vírgenes…

Cada año que estrenamos lleva el sabor de los cuadernos nuevos, esos que abrimos con mimo, en los que escribimos suave para que no queden marcas en las hojas siguientes, que empezamos con caligrafía redonda, que intentamos conservar siempre en limpio, sin tachones… y así también deseamos e intentamos que sea cada año nuevo, con proyectos, deseos, ilusiones y mucha salud; dejando en libertad a las emociones, solicitando alguna que otra pausa a la razón, que nos permita disfrutar de lo “prohibido” sin previo pago de penitencia, y siempre con la esperanza de que sea más y mejor que el que hemos cerrado, porque en este que estrenamos sentimos que haremos aquello que olvidamos, que abandonamos, aquello en que nos relajamos, y así empezamos nuestro particular año acariciando cada página del calendario, cada nueva intención, cada propósito, con el deseo de que sea diferente...

...Y nuestros calendarios vírgenes, ingenuos, repletos de días por ser vividos, seducidos con círculos de colores, con garabatos al margen que nos recuerden que tenemos una cita para disfrutar de las palabras, de los cuerpos…

Muchos días con muchas horas para deleitarnos con nuestra sexualidad, solos o en pareja; momentos para ser vividos, para no ser pensados, para olvidarnos, para permitirnos hacer aquello que siempre hemos deseado, para decir lo que nunca hemos dicho; muchos días para poner fin a lo que nos hiere, lo que no nos deja avanzar… muchas hojas en el calendario para programar encuentros placenteros, para pedir ayuda, para solucionar problemas…

Días para mirarnos al espejo y sentir que el paso del tiempo nos hace a las personas más seductoras, más seguras, con más experiencia… que los años nos van regalando sabiduría para vivir y disfrutar de las pequeñas cosas, conocer nuestro cuerpo, nuestra sexualidad, desprendiéndonos de complejos que nos impidan sentirnos bien con lo que hacemos o dejamos de hacer; sabiendo que los años nos permiten despojarnos de prejuicios, siendo capaces de expresar aquello que queremos sin miedo a ser juzgadas por ello. 

Sin tachones desearíamos vivir cada día de nuestra vida; pero es que entonces no hablaríamos de la vida, con sus luces y sus sombras, estaríamos pretendiendo vivir una vida creada en la fantasía, que por otra parte es estupendo desear y querer cambiar algo de lo que no nos gusta, pero es importante saber que en el vivir está implícito el equivocarnos, el saber rectificar y desear ser felices y por qué no.

Escribir con letra redonda sin salirnos de los márgenes no siempre es fácil, como tampoco lo es el comunicarnos de manera eficaz, transmitiendo aquello que sentimos y pensamos a las personas que queremos, sintiendo los afectos y el respeto que esperamos y necesitamos.

En las intenciones de cada año nuevo está el deseo de dibujar en nuestra agenda buenos proyectos, ideas y tiempos para no pensar, para ser vividos entre las sábanas, entre caricias y susurros de alcoba… pero las agendas, la vida y cada uno de los momentos de las que esta se compone, nos hace de cuando en cuando escribir torcido, con tachones y con algún que otro olvido...

…pero es que somos humanos que sentimos, y demasiadas veces pensamos, cuando no deberíamos hacerlo, y así vamos viviendo con el deseo de ser un poco más felices.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas