miércoles, 16 de febrero de 2011

El dulce sabor de una mujer exquisita. (por Gabriel García Márquez)



Si aún no ha pasado el bisturí por tu piel,

si no tienes implantes de silicona en alguna parte de tu cuerpo,


si los rollitos no te generan trauma,

si nunca has sufrido de anorexia o bulimia,


si tu estatura no afecta tu desarrollo personal,


si cuando vas a la playa prefieres divertirte en el mar y no estar sobre


una toalla durante horas

o tapada ocultando tu cuerpo,

si crees que la fidelidad sí es posible y la practicas,


si sabes cómo se prepara un arroz,


si puedes preparar un almuerzo completo con postre,


si tu prioridad no es ser rubia a como de lugar,


si no te levantas a las 4:00 a.m. para llegar de primera al gimnasio,


si puedes salir con ropa de gimnasia tranquila a la calle un domingo,


sin una gota de maquillaje en el rostro...


ESTÁS EN VÍA DE EXTINCIÓN... Eres una mujer exquisita!


Una mujer exquisita no es aquélla que más hombres tiene a sus pies;

sino aquélla que tiene uno sólo que la hace realmente feliz.


Una mujer hermosa no es la más joven, ni la más flaca,

ni la que tiene el cutis más terso o el cabello más llamativo;

es aquélla que con tan sólo una franca y abierta sonrisa,

con una simple caricia y un buen consejo puede alegrarte la vida.


Una mujer valiosa no es aquélla que tiene más títulos, ni más cargos

académicos;


Una mujer exquisita no es la más ardiente (aunque si me preguntan a mí,

todas las mujeres son muy ardientes... y los que estamos fuera de foco

somos los hombres);

sino la que vibra al hacer el amor solamente con el hombre que ama.


Una mujer interesante no es aquélla que se siente halagada al ser admirada

por su belleza y elegancia;
es aquella mujer firme de carácter que puede decir NO.


Y un HOMBRE... UN HOMBRE EXQUISITO es aquél que valora a una mujer así.


Que se siente orgulloso de tenerla como compañera...


Que sabe tocarla como un músico virtuosísimo toca su amado instrumento...


Que lucha a su lado compartiendo todos sus roles, desde lavar platos y

tender la ropa,

hasta devolverle los masajes y cuidados que ella le prodigó antes...

La verdad, compañeros hombres, es que las mujeres en eso de ser "muy

machas"

nos llevan un gran recorrido...


¡Qué tontos hemos sido -y somos- cuando valoramos el "regalo"

solamente por la vistosidad de su empaque...!


Tonto y mil veces tonto el hombre que come mierda en la calle, teniendo un

exquisito manjar en su casa.


Gabriel García Márquez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario