Las fantasías sexuales son una manera de experimentar placer o situaciones excitantes, comportamientos y experiencias, expresando creatividad con la imaginación, así como satisfacer deseos naturales de variedad, novedad y excitación, no estando vinculadas necesariamente en todas las ocasiones y/o circunstancias a desear o querer llevarlas a cabo en la realidad.
Cuando se habla de lo natural y normal que es tener fantasías sexuales, incluso cuando se vive en pareja, tanto ellos como ellas parecen mostrar una postura abierta; pero la realidad como ya decíamos la semana pasada es muy distinta.
Y es que aunque todos creen entender lo que son las fantasías, pocos son los que no sucumben al interrogatorio, los celos, mosqueos e indirectas continuas en la relación. Algunos aluden a aquello de que “no lo hacen porque no pueden, pero que si no, veríamos…” Ciertamente, en algunos casos esto puede ser así, pero no les quepa duda de que en la mayoría no lo es, pues el contenido sexual que pueden llegar a tener las fantasías de los/as más desinhibidos/as o creativos/as podría sobrepasar la barrera de lo deseable en su vida real. Acaso piensan que una persona que fantasea con hacérselo con alguien que no les resulta atractivo, ni en su vida cotidiana “les pone”, creen que porque tenga una fantasía sexual con esta persona, ¿esto quiere decir que le gustaría mantenerla? Pues NO. Un ejemplo aún más relevante es el de las mujeres que fantasean con ser violadas. ¿Alguna mente retorcida pensaría que realmente le gustaría ser violada? Evidentemente no.
Es muy frecuente que las mismas personas que desean conocer con qué y con quienes fantasea su pareja, son las mismas que una vez escuchado con atención el relato erótico, van preparando una larga e interminable batería de interrogantes acerca de las mismas, sometiendo sin piedad a un tercer grado a la pareja: ¿por qué tienes que montártelo con el frutero, es que no tienes suficiente conmigo? Te gusta mi amiga ¿verdad? Porque de lo contrario no entiendo por qué la tienes que incluir en tus fantasías. Es que ya no te gusto ¿verdad? Preguntas y más preguntas que muchas veces van dejando sin respuesta al interrogado/a, porque llegado ese momento, no hay respuesta que convenza a quien escucha. Porque claro, luego viene eso de: …es que ya no tienes suficiente conmigo que tienes que recurrir a fantasías… ¿para qué necesitas fantasear? Concéntrate en lo que estamos…No he visto cosa igual.
Esto es un ejemplo de las muchas situaciones que se dan cuando uno de los miembros de la pareja es convencido por el otro de que no debe preocuparse, que todos fantasean y no pasa nada…pero lo cierto es que sí pasa y que no sólo una vez, sino que esto sirve de excusa en cualquier situación que se encuentren o vean a aquél o aquella que sacia los instintos más bajos de su pareja sin que esta pueda evitarlo. Una vez que las fantasías sexuales han sido compartidas con la pareja, estas serán motivo en diferentes ocasiones de conflicto entre sus miembros.
Intentar llevar a cabo las fantasías sexuales no suele traer consecuencias muy positivas para la pareja. Según comenta Antonio Bolinches, vocal de la FESS y director del Instituto Psicológico Antoni Bolinches (Barcelona) su puesta en escena conlleva peligro, sobre todo si se implica a terceras personas. «Por nuestra experiencia, estas proposiciones suelen hacerlas los varones y en raras ocasiones terminan de forma positiva, más bien desembocan en la ruptura», añade Cueto.
A pesar de los muchos intentos que hacen las parejas de tener una mente abierta en lo que a la sexualidad se refiere, no deja esto de ser un deseo, que de momento se encuentra lejos de ser realidad, ya que el sentido de posesión se encuentra muy arraigado en las parejas, incluso de lo que estas llevan a cabo en su imaginación.
Esto no quiere decir que ninguna fantasía sexual forme parte del deseo de quien lo imagina, pero no todas. Entrar a cuestionarse cuál si y cuál no consume demasiadas energías que estaría muy bien invertirlas en disfrutar de la pareja.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas
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