Muchas veces cuando hablamos de carencia o ausencia de deseo sexual, pasamos por alto pensar si esa ausencia o carencia que estamos viviendo o que manifiesta nuestra pareja, ha sido siempre así, o por el contrario ha surgido a raíz de cambios, por ejemplo, que se han dado a lo largo del periodo de convivencia, tanto a nivel profesional como personal: uno de los dos miembros se ha quedado sin empleo, han tenido un hijo, pasan menos tiempo juntos, las discusiones son frecuentes, ha cambiado la imagen corporal de uno de los miembros de la pareja o de ambos... o quizá si la inapetencia sexual se reduce a determinadas prácticas sexuales, de hacerlo en uno u otro sitio, o si la inapetencia se limita a la pareja pero no a otras personas...
Y es que los cambios que se produzcan en la vida de la pareja van a afectar al deseo que tengamos o no de compartir momentos de intimidad, y la sexualidad es uno de los que se ve más dañado, pues el deseo sexual se encuentra muy influido por las emociones, y éstas no siempre son lo suficientemente positivas para que nos permitan mantener encuentros eróticos o amorosos deseados. Lo peor de todo es que el bajo deseo se va haciendo “crónico” y los medios que se ponen para resolverlo no suelen ser los más indicados.
Vamos a intentar conocer algo más del deseo sexual que nos permita entender la propia inapetencia sexual o la de nuestra pareja.
Las disfunciones de la fase del deseo se pueden clasificar en:
Deseo Sexual Hipoactivo (DSH): Cuando la carencia de deseo sexual es debida a causas físicas que debilitan o extinguen la energía excedente.
Deseo Sexual Inhibido (DSI): Cuando la energía excedente se encuentra en sus niveles normales, pero las causas psíquicas o sociales coartan la expresión o la vivencia del deseo.
A partir de esta primera división general se establece la clasificación que será común para las demás disfunciones sexuales. Los trastornos de DSH y de DSI pueden clasificarse en PRIMARIOS y SECUNDARIOS:
Þ La disfunción primaria del deseo sexual: suele ser poco común y se caracteriza principalmente por una historia de asexualidad de toda la vida. La falta de interés de la persona por el sexo se remonta a la infancia, no teniendo, como consecuencia, práctica sexual alguna, ni siquiera masturbadora. Es un estado característico de causas orgánicas graves, como constituciones deficitarias, ciertas enfermedades, psicopatologías graves como la esquizofrenia o la depresión crónica o conflictos neuróticos profundos.
Þ La disfunción secundaria del deseo sexual: se caracteriza por una pérdida o inhibición del deseo sexual después de una historia de relaciones sexuales normales. Estas son más comunes y las causas pueden ser múltiples, tanto de tipo orgánico como psíquico o social.
A su vez, la ausencia de deseo sexual puede darse de forma global o selectiva:
Þ Global: cuando la persona deja de desear por completo el contacto sexual, independientemente del objeto, del medio o de otros factores. La persona no experimenta deseos, pensamientos ni fantasías eróticas, tampoco lleva a cabo la masturbación.
Þ Selectiva: en la que la falta de interés o deseo sexual está restringida a una(s) persona(s), pero no a otra(s), o a un tipo de actividad sexual (por ejemplo, coito), pero no a otro (por ejemplo, masturbación). Kaplan afirma que estas personas sólo sienten deseo en situaciones psíquicamente seguras, inhibiéndolo cuando se sienten en peligro. Así, pacientes que inhiben su deseo con su pareja y se estimulan con prostitutos/as o desconocidos/as, o sienten deseo en un determinado medio (el campo, un ascensor, sitios públicos) y se inhiben en el hogar, en la cama, etc.
Ya sabemos cómo puede manifestarse el bajo deseo sexual, pero entonces ¿Cuáles son las posibles causas del bajo deseo sexual en las mujeres?
Fdo.: Raquel Díaz Illescas.
Muy muy interesante, Raquel.
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