viernes, 3 de octubre de 2014

Por encima de toda norma, yo soy para ti “tu nena”...

No hay amor sin instinto sexual . El amor usa de este como una fuerza bruta, como el bergantín usa del viento (Ortega y Gasset)

Te dije adiós sin saber tu nombre. Ni siquiera me detuve en tu edad. Un “buenas noches y un buenos días” fueron el puente donde caminarían primero mis emociones y más tarde nuestros besos, caricias, miradas, susurros y fluidos con sabor a esperanza...

 ... Qué te hacía reír o llorar; si tenias brazos en los que cobijarte o sabanas ajenas de media noche; cómo amabas, o si sabrías hacerlo; a qué sabían  tus besos, tus abrazos... Dónde empezaba tu deseo y acababa el mío se encontraban fuera de mi conocimiento, pero sabía que nos encontraríamos nuevamente, no me preguntes por qué, quizá porque mi deseo era demasiado fuerte y tu mirada demasiado intensa.

Hoy después de sentir tus ojos sobre los míos,  tus besos, tus manos, tus abrazos y  tu sexo junto al mío, siento que lo vivido contigo ha sido distinto, porque sin ser tú mi amor ni yo tu vida, en unas horas tú fuiste quien yo más quería, quien yo más amaba  y por quien yo me condenaría.

Este amor que vivimos en un tiempo de horas finitas, sin medidas, sin pausas, no sé si es amor, deseo, pasión o locura; este amor que carece de lógica  y de cualquier razón camina en mi pensamiento y te busca y te esquiva, y te necesita, y te desea y se resiste a seguir cualquier  norma o regla social que me impida amarte.

Y cada día le pido a quien me tiraniza un poco más de tiempo, un tiempo en el que pueda abrazarte nuevamente, perderme en tus ojos y adentrarme en tu boca; un tiempo que me permita dejarte ir sin irme yo también.

 Contigo el pasado se diluye, el presente se hace intenso y el futuro necesita de esperanza.

¿Cuánto amor necesitamos tenernos para disfrutar esto que estamos sintiendo?  ¿Es amor lo que necesitamos para seguir amándonos, para empezar a caminar el uno junto al otro...?

El amor que yo siento, nos daría para vivir toda una vida.

La vida no deja de ser una gran paradoja: deseamos amar intensamente y cuando lo conseguimos no sabemos qué hacer con ese amor, dónde colocarlo, situarlo, cómo usarlo...

Amar nos hace sentirnos vulnerables. Dejamos de controlar, de tener las riendas. Nos olvidamos de tiempos que transformamos en gerundios. El deseo se instala en nuestros días queriendo hacer presentes nuestros futuros. Nos enajenamos, soñamos y  dejamos volar a la imaginación a espacios y tiempos que seguramente nunca compartiremos. Nos entregamos al otro en ausencia de toda razón. Ponemos nuestro corazón a su disposición, para que se lo coma, lo posea o nos lo robe.

Cuando amamos intensamente, “dejar ir”, “desprendernos”, “aprender a soltar”, escapan al lenguaje de los sentimientos y de las acciones para las que la persona enamorada carece de voluntad para llevar a cabo.

Alguien se atrevería a decir  ¿Cuánto tiempo necesita el amor para decir que es amor lo que uno siente?

El amor, la pasión, el deseo, el enamoramiento ¿conocen de edad?

El amor ¿conoce de normas, de reglas sociales donde se diga a quien podemos amar, desear o de quien podemos enajenarnos?

Las mujeres ¿de quién podemos enamorarnos?

L os hombres ¿de qué mujeres se enamoran?

¿Dónde se encuentran escritos los límites para amar?

Las mujeres sufrimos la tiranía de una sociedad que pone límites a nuestros deseos, pasiones y sentires...

Podemos amar, apasionarnos o enajenarnos de hombres que han superado o se encuentran en la misma línea de salida que nosotras. 

La sociedad tiraniza nuestras arrugas, nuestros contornos, nuestra experiencia de vida...Dejamos de ser “aptas” para onomásticas que se celebran, que no se niegan.

Mujeres maduras, bellas, inteligentes, independientes, estupendas, con cuerpos experimentados,  se enamoran, apasionan,  aman, seducen y consiguen enamorar  y hacer perder la cabeza a hombres  más jóvenes.

La inteligencia, la experiencia, el erotismo, el amor...¿dejan de ser un valor cuando se habla de la diferencia de edad?

Perseguimos utopías queriendo parar el paso del tiempo para poder consumir un amor que deseamos vivir sin más.

Queremos parecer y estar más jóvenes de lo que indica nuestro DNI. ¿Para qué?

Restamos años a nuestra vida pasada, para parecer más jóvenes, más bellas, más deseadas, y con más probabilidades de ser amadas ¿Por quienes?

Nos dejamos tiranizar y premiamos a nuestro tirano  dando de lado a lo que sentimos.

Cuando nos enamoramos nos olvidamos de reglas, de onomásticas, de tiempos.  Es una cuestión de piel, sin más.

Te amo, te deseo y siento que te quiero. Sueño y fantaseo con futuros que posiblemente nunca compartiremos, pero cuando los pienso me permito vivirlos y sentir que es posible. 

Cuando me miras el tiempo se para y mi cuerpo te busca sin medida. Deseo adentrarme en tu boca y que tu sexo sea solo mío, y que yo sea para ti lo que tú más quieres, lo que tú  más deseas.

A mis labios vienen cada noche los “te quiero” que silencio cuando te tengo.

Y si algún día este amor deja de ser amor, en nuestra memoria estará que un día tú y yo nos amamos por encima de toda norma, y que yo fui para ti “tu nena”.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas

No hay comentarios:

Publicar un comentario