No hay amor sin
instinto sexual
. El amor usa de este como una fuerza
bruta, como el bergantín usa del viento (Ortega y Gasset)
Te dije adiós sin
saber tu nombre. Ni siquiera me detuve en tu edad. Un “buenas noches y un
buenos días” fueron el puente donde caminarían primero mis emociones y más
tarde nuestros besos, caricias, miradas, susurros y fluidos con sabor a
esperanza...
... Qué te hacía reír o llorar; si tenias
brazos en los que cobijarte o sabanas ajenas de media noche; cómo amabas, o si
sabrías hacerlo; a qué sabían tus besos,
tus abrazos... Dónde empezaba tu deseo y acababa el mío se encontraban fuera de
mi conocimiento, pero sabía que nos encontraríamos nuevamente, no me preguntes
por qué, quizá porque mi deseo era demasiado fuerte y tu mirada demasiado
intensa.
Hoy después de sentir
tus ojos sobre los míos, tus besos, tus
manos, tus abrazos y tu sexo junto al mío,
siento que lo vivido contigo ha sido distinto, porque sin ser tú mi amor ni yo
tu vida, en unas horas tú fuiste quien yo más quería, quien yo más amaba y por quien yo me condenaría.
Este amor que vivimos
en un tiempo de horas finitas, sin medidas, sin pausas, no sé si es amor,
deseo, pasión o locura; este amor que carece de lógica y de cualquier razón camina en mi pensamiento
y te busca y te esquiva, y te necesita, y te desea y se resiste a seguir
cualquier norma o regla social que me
impida amarte.
Y cada día le pido a
quien me tiraniza un poco más de tiempo, un tiempo en el que pueda abrazarte
nuevamente, perderme en tus ojos y adentrarme en tu boca; un tiempo que me
permita dejarte ir sin irme yo también.
Contigo el pasado se diluye, el presente se
hace intenso y el futuro necesita de esperanza.
¿Cuánto amor
necesitamos tenernos para disfrutar esto que estamos sintiendo? ¿Es amor lo que necesitamos para seguir
amándonos, para empezar a caminar el uno junto al otro...?
El amor que yo
siento, nos daría para vivir toda una vida.
La
vida no deja de ser una gran paradoja: deseamos amar intensamente y cuando lo
conseguimos no sabemos qué hacer con ese amor, dónde colocarlo, situarlo, cómo
usarlo...
Amar
nos hace sentirnos vulnerables. Dejamos de controlar, de tener las riendas. Nos
olvidamos de tiempos que transformamos en gerundios. El deseo se instala en
nuestros días queriendo hacer presentes nuestros futuros. Nos enajenamos,
soñamos y dejamos volar a la imaginación
a espacios y tiempos que seguramente nunca compartiremos. Nos entregamos al otro
en ausencia de toda razón. Ponemos nuestro corazón a su disposición, para que
se lo coma, lo posea o nos lo robe.
Cuando
amamos intensamente, “dejar ir”, “desprendernos”, “aprender a soltar”, escapan
al lenguaje de los sentimientos y de las acciones para las que la persona
enamorada carece de voluntad para llevar a cabo.
Alguien se atrevería a decir ¿Cuánto tiempo necesita el amor para decir
que es amor lo que uno siente?
El
amor, la pasión, el deseo, el enamoramiento ¿conocen de edad?
El
amor ¿conoce de normas, de reglas sociales donde se diga a quien podemos amar,
desear o de quien podemos enajenarnos?
Las
mujeres ¿de quién podemos enamorarnos?
L
os hombres ¿de qué mujeres se enamoran?
¿Dónde
se encuentran escritos los límites para amar?
Las
mujeres sufrimos la tiranía de una sociedad que pone límites a nuestros deseos,
pasiones y sentires...
Podemos
amar, apasionarnos o enajenarnos de hombres que han superado o se encuentran en
la misma línea de salida que nosotras.
La
sociedad tiraniza nuestras arrugas, nuestros contornos, nuestra experiencia de
vida...Dejamos de ser “aptas” para onomásticas que se celebran, que no se
niegan.
Mujeres
maduras, bellas, inteligentes, independientes, estupendas, con cuerpos
experimentados, se enamoran, apasionan, aman, seducen y consiguen enamorar y hacer perder la cabeza a hombres más jóvenes.
La
inteligencia, la experiencia, el erotismo, el amor...¿dejan de ser un valor
cuando se habla de la diferencia de edad?
Perseguimos
utopías queriendo parar el paso del tiempo para poder consumir un amor que
deseamos vivir sin más.
Queremos parecer y estar más jóvenes de lo
que indica nuestro DNI. ¿Para qué?
Restamos
años a nuestra vida pasada, para parecer más jóvenes, más bellas, más deseadas,
y con más probabilidades de ser amadas ¿Por quienes?
Nos
dejamos tiranizar y premiamos a nuestro tirano
dando de lado a lo que sentimos.
Cuando
nos enamoramos nos olvidamos de reglas, de onomásticas, de tiempos. Es una cuestión de piel, sin más.
Te amo, te deseo y siento
que te quiero. Sueño y fantaseo con futuros que posiblemente nunca
compartiremos, pero cuando los pienso me permito vivirlos y sentir que es
posible.
Cuando me miras el
tiempo se para y mi cuerpo te busca sin medida. Deseo adentrarme en tu boca y
que tu sexo sea solo mío, y que yo sea para ti lo que tú más quieres, lo que
tú más deseas.
A mis labios vienen
cada noche los “te quiero” que silencio cuando te tengo.
Y si algún día este
amor deja de ser amor, en nuestra memoria estará que un día tú y yo nos amamos
por encima de toda norma, y que yo fui para ti “tu nena”.
Fdo.: Raquel Díaz
Illescas
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