Viajar en silencio puede ser extraordinario, pero si coincides conmigo en “algún tren” déjame escucharte y luego si quieres, compartimos silencios..
La vida es como un viaje en tren, con sus vías y estaciones...
Con asientos numerados, vacíos, con
maletas y equipajes de mano...
Con pasajeros que van y vienen de una
estación a otra, sin equipaje...
Con pasajeros de largo recorrido,
Con viajeros que se encuentran siempre
en el andén buscando o esperando su tren...
Con personas que esperan el abrazo
junto a las vías la llegada del tren
En el gran tren de la vida, algunos
comienzan el viaje junto a nosotros, otros pasan tan desapercibidos que ni nos daremos cuenta
que desocuparon sus asientos; otros se montan a la mitad del camino, muchos se
bajan antes de que llegues al final de tu destino, y algunos de estos, dejaran
un vacío permanente.. y muy pocos permanecen junto a ti hasta el final; pero
sin duda, cada una de estas personas dejarán algo en nosotros, que recordaremos
con mayor o menor intensidad a lo largo de nuestro viaje.
Un
viaje donde las emociones están presentes, emociones que no siempre sabremos
manejar, pero que cuando las hemos vivido lo hemos hecho como mejor hemos
sabido o podido en cada momento. Un viaje de esperas, despedidas,
reconciliaciones, encuentros, desencuentros, miradas, abrazos y muchos besos.
La
clave de este maravilloso viaje, consiste en tener una buena relación con todos
nuestros compañeros de viaje, dando lo
mejor de nosotros y en haber disfrutado del corto o largo trayecto realizado juntos.
El
gran misterio para todos, es que no sabemos en qué estación nos bajaremos, ni quien
ocupará el asiento de al lado, por eso, debemos vivir de la mejor manera, amar,
perdonar y ofrecer lo mejor de nosotros... Así, cuando llegue el momento de
desembarcar y quede nuestro asiento vacío, dejaremos gratos recuerdos a los que
continúan viajando en ese tren de la vida.
Te
deseo que disfrutes de tu viaje, que sepas ver los paisajes, que dediques
tiempo a pensar, sentir, a estar en
silencio, a escuchar a tu compañero de ese momento, que le mires a los ojos,
que de vez en cuando cojas su mano y que sepas regalarle una sonrisa si decide
bajarse en la próxima estación.
Y
si algún día fuiste compañero de viaje, GRACIAS, porque seguro que algo en mi
dejaste.
Si
no lo has sido, y algún día coincidimos en ese tren, quiero que sepas que mi vagón es amplio, que podrás moverte
cómodamente, que nunca te pediré que te quedes, porque espero que si tú lo
deseas así lo harás, pero si no me siento cómoda a tu lado dejaré libre mi
asiento...
Si
te sientes tranquilo a mi lado, si sientes que soy buena compañera de viaje y
deseas viajar cerca de mí, cuídame.
Sube
al tren, hay un asiento reservado para ti.
Fdo.:
Raquel Díaz Illescas.
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