Empaquetamos las miradas, los besos, las caricias y los “te quiero” y nos vamos a otros ojos, otros labios, otra piel, otro cuerpo, otro estado de ánimo.
Renovamos nuestros deseos, nuestra sonrisa, nuestros sueños, nuestras fantasías y empezamos a caminar de nuevo, con más experiencia, con más recuerdos.
Y no dejamos de querer hasta que no ha pasado el tiempo, un tiempo que nos despierta a media noche, que nos demanda presencia, caricias, besos y “te quieros”. Es el mismo tiempo que nos regala calma a los pensamientos.
Y en cada “mudanza” necesitamos un tiempo para sacar los besos, las caricias y los “te quiero” que se esconden en las últimas cajas.
Hay personas que pasan su vida empaquetando y desempaquetando sentimientos y a veces en alguna mudanza, se olvidan alguna caja…
Las mudanzas de sentimientos son duras y dolorosas, pero a veces son necesarias. Lo importante es aprender a empaquetar y saber dónde hemos guardado cada una de nuestras emociones, pues donde vayamos necesitaremos seguir disfrutando como lo hicimos.
Debemos seguir abiertos a andar nuevos caminos, aunque a mitad de estos tengamos que volver a desandarlos.
Y es que el sol sale todos los días, quieras o no quieras.
¡Y es que tú vales mucho nena!
Fdo.
Raquel Díaz Illescas.
Excelente!!!! Me reconforte y llena de tranquilidad
ResponderEliminarEstupendo!
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