martes, 29 de septiembre de 2015

Vivo en la cuenta de tus dedos



En la cuenta de tus dedos habitan nuestras onomásticas

Un, dos, tres, cuatro y cinco y hasta dieciséis se mueven tus dedos ya cansados.

En la yema de tus dedos cada día, cada noche y en cada instante se instalan los futuros inciertos.

Un dos  tres cuatro cinco y hasta dieciséis son los años que tu maldices y que te persiguen cuando te alejas.

En la cuenta de tus dedos bailan a la comba los interrogantes ¿Cómo serán mis ojos, mis labios, mis manos, mis pechos, mis piernas, mis nalgas…? ¿Cómo será mi cuerpo cuando el tuyo aún esté terso…?

No habrá niños que llevar al colegio, ni pañales que comprar en el súper.

En la cuenta de tus dedos te acompañan las vergüenzas de la mano de los miedos.

Y en cada esquina de tu cama abrazas cada noche tu secreto.

En la cuenta de tus dedos residen las fronteras y los limites y los valores aprendidos.

En la cuenta de tus dedos no hay espacios, hay orillas…

En la cuenta de tus dedos amordazas mi amor, mi afecto, mis caricias y todos mis te quiero.

En la cuenta de tus dedos cada noche me robas lo que más quiero.

En la cuenta de tus dedos reside mi verdugo, y también el tuyo. 

En la cuenta de tus dedos bailan las niñas de tus sueños, las madres de tus hijos, y todas tus quimeras.

En la cuenta de tus dedos mi sexo se hace grande y pequeño, y muere cuando tus dedos llegan a dieciséis.

En la cuenta de tus dedos silencias tus deseos y tu querencia.

En la cuenta de tus dedos no hay espacio para la esperanza y mucho para el recuerdo.

En la cuenta de tus dedos te escribo cada noche, y en silencio camino sobre tus dedos para adormecerlos.

En la cuenta de tus dedos mis palabras de amor y de esperanza han ido muriendo.

Mientras tú cuentas, la vida se pasa y nuestro amor con ella.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

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