Hoy no sé escribir. Ni siquiera decir con cierta
coherencia cómo me siento. Solo siento tristeza y dolor. Ese dolor que se debe
sentir cuando te arrancan ese alma del que todos hablan y nadie enseña.
Esta noche no sé conjugar tiempos verbales, ni
adjetivar nombres, ni entiendo de
adverbios, ni de preposiciones ni conjunciones que me acerquen a ti.
No se escribirte mi querida amiga, al hacerlo
siento que mis ojos se llenan de mar e inundan mi cara.
Donde miro te veo y nos vemos y te escucho llamándome “Raquelita”
y bonita…
¿A quien toca este mes?
Este mes me tocaba a mi por mi cumpleaños cariño…
y me tocaba a mi elegir el sitio y “convidar”.
…Y siento que me he quedado sola en la mesa, en
esos espacios de mesa y mantel en los que dejábamos las penas y malestares
fuera y consumíamos como entrantes
emociones que alimentaban los discursos intensos, las risas descontroladas y ese ponernos al día que nunca ocurría…
Y es que yo habría consumido todos tus tiempos y
los míos también, porque nada me hacía tan feliz como verte.
Te he querido, admirado, respetado, valorado y te
he adorado siempre Begoña. Lo he hecho a mi manera, como tú me decías: Eres muy
intensa Raquelita…
Creo que no hay amigo o amiga mía que no te conozca. Tu nombre estaba instalado
en mis labios como se instalan los tatuajes en la piel. Y así me gustaba
mostrarte: ….”Mi amiga Begoña dice… Mi amiga Begoña…
Lecciones de vida es lo que yo he vivido contigo.
Ibas siempre por delante de mí. Me aventajabas en altura, en años, en experiencia y sin duda en una vida
armónica y saludable.
Tu Miguel… al que no cambiabas por nadie y con el
que tenías claro que querías pasar el resto de tus días. Tus hijos: Clara,
Lucía Y Guillermo de los que tan orgullosa te sentías al hablar de ellos, y tu preciosa nieta Carmen…
Y es que juntas hemos ido dibujando nuestras
vidas… Tú siempre dibujabas mejor que yo. En tus dibujos había serenidad,
madurez, estabilidad, respeto y mucho amor…Los míos tenían algún que otro
tachón o borrón que resultaba complicado entender…
Veintisiete años queriéndote mi reina, mi niña
grande, mi preciosa….
Tengo tanto todavía que aprender…
Contigo todo era sencillo. No tenía que hacerme
fuerte, podía derrumbarme y al instante ser descarada o tímida, o soliviantar
las hogueras…
Cuando te decía: “si hubiese sido hombre tú
habrías sido mía…” Además de decírtelo para provocarte y reírnos, sabías que lo
decía de verdad y lo sabías Aunque lo habría tenido muy complicado. No porque
Miguel sea un hombre estupendo, que lo es; sino porque él era el hombre de tu
vida.
No me puedo despedir de ti. Me haces mucha falta,
ya te lo dije cuando me llamaste el día de mi cumpleaños: —Te necesito begoña.
Has sido siempre mi mejor amiga y vivirás dentro
de mi mientras yo pueda seguir diciendo: “MI amiga Begoña me decía…”
Y ahora, déjame que una vez más escuche tu
llamada perdida. Me baje a la calle y te vea llegar y dude una vez más si eres
tú o me montaré en otro coche…
Una vez más mi querida amiga, déjame que abra la
puerta y te sonría y una vez más sonríeme, por favor.
Te he dicho muchas veces que te quiero, pero déjame que te
lo diga una vez más: Te quiero Begoña.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas