Si abres la puerta
a los silencios, estos entrarán.
Si les enseñas tus
habitaciones,
Si les alimentas,
si les das acomodo,
Si les permites que
te acompañen cuando te sientes triste, cuando estás sola.
Si les dejas que te
abracen, te mimen y te besen,
Si les regalas tus
minutos, tus horas, tus días y toda tu
noche, ellos te amaran condicionalmente.
Y las palabras se
irán haciendo nudos en tu estomago y laberintos en tu mente.
Si no dejas espacio
a los verbos, si no coges de la mano a las conjunciones y haces puntos y aparte
para dedicar los seguidos a que te amen.
Si no te olvidas de
los imperativos, de los pasados imperfectos, y conjugas gerundios y muchos presentes.
Si no hay armonía
entre tus palabras y tus silencios, llegará ese día en que cuando quieras usar
las palabras ellas estarán muy lejos de tu boca, y demasiado presas en tu
pensamiento.
Deja si así lo
deseas espacio a tus silencios, pero nunca dejes de amar las palabras que te vinculan
con los afectos.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas
No hay comentarios:
Publicar un comentario