Hubo un
tiempo en que eras la más joven del grupo, la más joven de los dos, o de los tres,
más joven que tu médico, más joven que tu entrevistador, más joven que el empleado de banco o de la cajera
o cajero del supermercado, más joven que tus alumnos, y siempre más joven que tus novios, parejas
sexuales o admiradores.
Hubo un
tiempo en que los miedos iban pegados a tu piel y las inseguridades llenaban
tus bolsillos.
Hubo un tiempo de miedos, de fantasmas y dragones. Un tiempo donde las palabras se escondían y los verbos se silenciaban.
Hubo un
tiempo de respuestas sin preguntas.
Hubo un
tiempo donde las miradas y las lenguas ajenas se hacían grande en tus
habitaciones y revolucionaban todo tu pensamiento, haciendo frágil tus emociones
y bloqueando tus conductas.
Hubo un tiempo de cabezas desordenadas, llenas de simplezas grandes y vacías de contenidos importantes.
Hubo un
tiempo de vulnerabilidades, de huidas, de insatisfacción, un tiempo de pérdidas y soledades compartidas, de soledades sin más.
Hubo un
tiempo de “patitos feos”, un tiempo de complejos que gritaban frente al espejo.
Hubo un tiempo de lluvias en la almohada.
Hubo un
tiempo de amores furtivos, de amores inquietos, de amores dependientes, un
tiempo de amores que no aman.
Hubo un
tiempo en que amar se conjugaba en tiempos imperfectos, en pasiones
imperfectas, en cuerpos imperfectos.
Ahora
soy casi siempre la mayor del grupo, mayor que mi médico, mayor que la cajera o
cajero del supermercado, mayor que mis alumnos. Ahora soy la mayor de los dos…
Ahora
llevo ligeros mis bolsillos y dejo respirar y hablar a mi piel.
Ahora
camino despacio o deprisa como camina quien se sabe tranquila.
Ahora
mi mirada es serena, ausente de miedos, de fantasmas y dragones.
Ahora también
a veces siento miedo, pero le miro y
dejo que me mire sin que me abrace.
Ahora
no me interesan las miradas ni las lenguas que ensucian mi cama. Ahora me interesan
las miradas y las lenguas que respetan las diferencias.
Ahora maquillo mis labios, erotizo mi cuerpo y mi mente también. Seduzco y me dejo seducir.
Ahora escribo y digo lo que pienso y siento, lo que deseo y lo que quiero y me gusta, sin más.
Ahora pregunto lo que no sé, dudo o ignoro.
Ahora bloqueo
y rechazo las dependencias emocionales y también las sexuales. Ahora no me
interesan los canallas sino es en mi cama.
Ahora
me interesan las cabezas amuebladas, las que limpian sus habitaciones, las que
hacen confortable a sus huéspedes.
Ahora
me interesan las personas que saben cuidar, las que escuchan mirándote a los
ojos, las que te buscan, las que no te juzgan, las que te respetan y valoran.
Me interesan las personas que me aman, me desean y quieren estar cerca y junto
a mi.
Ahora
me gusto, mucho. Sé que soy interesante, lista e inteligente, y sensible y
fuerte y también imperfecta.
Ahora
me quiero, me acepto, me perdono y a
veces incluso consigo entenderme.
Y cuando sea aún más mayor, espero ser más encantadora y seductora de lo que soy AHORA.
Fdo.: Raquel Diaz Illescas.
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