Si contaminas tu memoria para esquivar el
sentimiento éste te esperará en cualquier rincón de tus emociones, en el filo
de tu pensamiento o en la esquina de tu cama.
Si dejas que la frustración ensucie el nombre que
silencias, el silencio moverá tus emociones y tu almohada las lágrimas.
Si buscas la calma en otros ojos, otra boca y otro
cuerpo, la calma no será calma sino
desasosiego.
Cierra los ojos y respira hondo y llora hasta que
sientas que tienes alma.
Ahora toca secarse las lágrimas y vivir el aquí y
ahora. Mira tus manos, tu cara y tu cuerpo y hasta lo que llevas puesto.
Mira y reconoce dónde estás y lo que hay a tu alrededor
y no bloquees a tu sentimiento, simplemente déjale que pase por tu pensamiento
y se vaya, sin más.
No llenes tu memoria de recuerdos manchados, estos
ensuciarán tus días y tus noches, y el miedo estará siempre a tu lado.
El olvido necesita tiempo, pero nunca contaminado.
Fdo.:
Raquel Díaz Illescas
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