Soy imperfecta como los días de otoño.
Imprevisible como los días de lluvia.
Optimista como los días de verano.
Racional y visceral como la experiencia del tiempo.
Curiosa como las manos de un niño.
Frágil y fuerte como los diamantes.
Apasionada como los besos del reencuentro.
Soy imperfecta y me equivoco con frecuencia, y
no soy de aquellos que dice “volvería a hacer todo lo que hice”. Claro
que no. Soy imperfecta y me he equivocado muchas veces y sigo haciéndolo y lo haré.
Y posiblemente es el paso del tiempo, demasiado
tiempo, aunque demasiado corto también, el que nos hace cada día intentar vivir
sin ataduras en la boca, ni miedos en la piel.
Sigo en continuo aprendizaje. Ahora me cuesta menos
porque tengo las puertas abiertas de par en par y a pesar de esto, solo entra
quien yo quiero.
No me asustan las miradas que juzgan o etiquetan.
Solo me preocupa dejar de caminar, pero de momento estoy en forma.
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