viernes, 12 de junio de 2009

Arriesgar es también vivir

...Dentro de veinte años te sentirás más defraudado por las cosas que no llegaste a hacer que por las que hiciste. Arriésgate, navega lejos de los puertos seguros. Explora, descubre...

Dentro de veinte años, habrán dejado de tener importancia, muchas de las cosas que en otro tiempo fueron causa de tu malestar. Posiblemente, tengan que pasar menos décadas para que nuestro esquema mental del mundo en el que nos movemos cambie. Las experiencias vividas, no son más o menos importantes por lo que en sí representan, sino por cómo las vamos vivenciando en cada momento.


Los años, y sobre todo las experiencias que vamos adquiriendo con ellos, hacen que vayamos estructurando de manera diferente la concepción y la importancia que le damos a lo que acontece o no en torno a nuestra persona.

Es verdad que pasados los años, en esos momentos en los que necesitamos reencontrarnos con nosotr@s mism@s, vuelven a nuestro recuerdo muchas de las experiencias que en otro tiempo jalonaron nuestra memoria. Unas veces las recordamos con nostalgia y otras intentamos ser benevolentes con lo ya pasado. En nuestro vivir, vamos acumulando demasiados deseos no realizados. Del recuerdo que conservamos de éstos, solo podemos elaborar hipótesis, y muchas disculpas que motiven el no haber arriesgado.

Arriesgar en la vida, precisa de una valentía y seguridad con las que no siempre contamos. Lanzarse, tiene un precio demasiado alto, que sólo pasado el tiempo somos capaces de valorar; otras, es el miedo al fracaso el que nos impide descubrir lo que existe al otro lado de sus dudas.
Sabemos lo que vivimos en otro tiempo, porque lo gozamos y saboreamos; porque lo sufrimos; pero nunca sabremos cómo, ni en qué medida nuestra vida habría podido ser, de haber arriesgado, de haber navegado en puertos menos seguros.

Puedo lamentarme de lo que hice, pero no de lo no hecho, porque nunca sabré lo que hubiera ocurrido.

Fdo. Raquel Díaz Illescas.

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