Sexy, sensual, erótico, excitante, provocador, deseable…
El gusto de
los hombres por el trasero de las mujeres se remonta a nuestros ancestros que veían
en este y más concretamente en la amplitud de las caderas un buen presagio de
fertilidad. Es evidente que en pleno siglo XXI aunque este “instinto primario”
se encuentre grabado en algún gen del género masculino, sin duda alguna no es
lo que mueve sus hormonas.
En los
encuentros eróticos ¿cuáles son las razones por las que les atrae tanto mantener
sexo por
una zona que es biológicamente de salida, y no de entrada?
“El
asco” o cualquier concepto que se le parezca, está fuera de su vocabulario sexual
cuando se trata de las nalgas femeninas. Las razones son muy simples:
1.
Confianza: cuando una
mujer dice “SÍ” a mantener sexo anal está depositando en su pareja sexual
confianza. De alguna manera le está diciendo: Tú eres especial. A ti te lo permito. Recordemos que aún las
mujeres que aceptan mantener sexo anal no lo hacen o han hecho con todas sus
parejas sexuales.
2.
Sensación de poder: Puede sonar machista, territorial y
retrogrado, pero la realidad es que un alto porcentaje de los hombres disfrutan
sintiéndose poderosos entre las sábanas. Es parte de su ego masculino. El sexo
anal les permite una posición de control que puede resultar cuanto menos
morbosa y altamente excitante. Recordemos que los hombres son muy
visuales y ver las nalgas de su pareja desde esa perspectiva es una imagen de alto voltaje.
3.
Les encantan los traseros: posiblemente allí donde termina la espalda, es una de las zonas más eróticas, sensuales
y provocadoras para los hombres. Está llena de connotaciones que llevan a
expresiones emocionales, orgánicas, verbales y conductuales. Es un recurso
recurrente en las fantasías sexuales masculinas.
4.
Placer: además de
los aspectos visuales o morbosos, la
penetración anal resulta muy placentera para muchos hombres ya que el ano es
mucho más angosto, aunque es verdad que no está tan lubricado como la vagina (aunque
esto lo podemos solucionar con un buen lubricante).
El placer sin duda, reside en todos
los componen entes que rodean a esta práctica más que en el hecho de la
penetración.
5.
Algo nuevo: a pesar de
ser l sexo anal una práctica al uso en las relaciones sexuales, si es verdad
que no es la más habitual y generalmente
es una práctica que se consulta o se pacta con la pareja y no siempre es
aceptada de buen grado.
Las relaciones eróticas están tejidas de
intercambios de conductas sexuales que deben ser satisfactorias y placenteras
para ambos miembros de la pareja. Lo que
ocurre entre las sábanas puede y debe ser pactado entre sus miembros. Las
personas tenemos diferencias y preferencias sexuales en lo que nos pone, excita
o nos hace gozar. Ninguna es mejor que
otra. La mejor será aquella en la que en cada momento sea elegida y deseada por
la pareja.
En muchas ocasiones,
estas apetencias sexuales son compatibles con las preferencias y deseos de
nuestra pareja, entonces los encuentros sexuales pueden ser estupendos para
ambos amantes. Pero hay practicas o situaciones en que lo que a nosotros nos
hace gozar y nos excita no es del gusto de nuestra pareja, por lo que podemos
tener dificultades a la hora de realizar estas actividades sexuales al implicar
desagrado para nuestro amante.
Si
la práctica del sexo anal no te gusta no debes sentirte obligada a
hacerlo, la sexualidad es lo suficientemente rica como para poder disfrutar de
ella en otras posiciones más placenteras para ambos. Recuerda: el sexo es para
disfrutarlo, nunca para sufrir con él.
Si cumplimos con los cinco ases de la
sexualidad estaremos disfrutando a solas o en compañía, de un sexo saludable: responsable,
libre, seguro, placentero y lúdico.
Si queréis leer el post anterior
Fdo.: Raquel Díaz Illesca
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