Se deja de querer...
y no se sabe por qué se deja de querer;
es como abrir la mano y encontrarla vacía y no saber de pronto qué
cosa se nos fue.
Jose
Ángel Buesa
“Un día te amé tan
profundamente, que dejar de quererte era un tiempo verbal sin tiempo, sin nombre”.
Se deja de querer cuando las
palabras se quedan en la puerta, porque ya no hay nadie dentro que las deje pasar.
Se deja de querer en ausencia de
afectos, de deseo, de sexo y de
cuidados.
Se deja de querer cuando él ha
dejado de ser tu huésped, tu inquilino, tu residente.
Se deja de querer cuando un día
al abrir los ojos él no está contigo y no te das cuenta porque ni siquiera lo
piensas, simplemente no está.
Se deja de querer cuando él no habita tus silencios.
Se deja de querer cuando el
corazón duerme tranquilo.
Se deja de querer cuando dejas
de esperar.
Se deja de querer sin que lo sepas, sin darte cuenta.
Se deja de querer cuando hacemos frontera de la distancia.
Se deja de querer en ausencia de valentía.
Se deja de querer cuando la
soledad se hace tu amiga.
Se deja de querer cuando su
nombre es simplemente un nombre que se
escribe, que se dibuja y borramos en un
texto.
Se deja de querer cuando puedes
coger sus cosas y cambiarlas de sitio y olvidarte un día dónde las pusiste.
Se deja de querer cuando dejas
de buscarlo en otros ojos, en otro cuerpo, en otra piel.
Se deja de querer cuando al
verle ya no es tan guapo, tan alto y tan divino.
Se deja de querer no porque si.
Se deja de querer porque el amor se
despista y no se busca.
Se deja de querer cuando dejas
de necesitar sus besos, sus caricias y cada uno de sus te quiero.
Se deja de querer para poder seguir viviendo y queriendo querer
a otra boca, otras manos, otros brazos, otro sexo…
Se deja de querer nunca porque si. Se deja de querer porque el
corazón se va parando, se va muriendo...
Y es que no se puede querer
cuando no te quieren, no te aman o desean, cuando no te respetan y te valoran,
cuando no te cuidan y dejas de sentirte especial para esa persona. No se puede
querer aunque a veces lo creas.
“Dejé de querer tantas veces
como quise y algunas veces, seguí amando tantas como amé”.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas