Si deseas cada uno de los puntos y comas que
dibuja su boca cuando te mira, cuando te habla… Bésala.
Si no puedes besar su boca, abrázala, y haz que
en cada una de las yemas de tus dedos sienta todos los besos que esconde tu
deseo, los húmedos, los calientes y si te atreves, los que dicen te quiero.
Si no puedes abrazarla, haz de tus palabras
un espacio donde acuda su cuerpo, donde te busque su boca, donde quiera estar
su sexo.
Si no puedes besar su boca, ni abrazar su
cuerpo, ni hacer de tus palabras un espacio donde acudan todos los besos,
permítete cultivar fantasías donde besar, morder y chupar su boca, acariciar su
cuerpo y lamer su sexo. Un espacio donde reine la vulnerabilidad, y la voluntad
sea su vasallo.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas
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