Te
escribo palabras que no lees.
Te las
dibujo y te las cuento.
Te las
coloreo y te las enseño.
Te las
garabateo, las mancho y las perturbo.
Te
escribo palabras que te susurro en mi cama.
Te
escribo palabras que parecen emoticonos.
Te sonríen y te abrazan, te besan y te piensan.
Te
escribo palabras desordenadas, que van y vienen sin tú saberlo, sin yo quererlo
Te
escribo palabras que mienten para esconder los te echo de menos.
Mis
vocales gritan tu nombre, buscando las consonantes. Y es que en cada ausencia
se fue perdiendo una y yo la sustituí por otra como se sustituye un botón que
se perdió.
Ahora
tengo vocales y consonantes con las que dibujo presencia.
De mis
palabras creo historias que un día vivimos, o quizá no. Acaso eso importa!
En mis silencios ya no viven los interrogantes. Se fueron con las
confirmaciones, arropadas por las reflexiones.
En mis silencios hay espacios para los verbos y los adverbios, para
las conjunciones y algunas preposiciones.
En mis silencios viven los puntos suspensivos, los que tú me traes,
los que yo llevo.
Mis
silencios se llenaron de palabras, palabras sordas, palabras mudas.
Mis
silencios están llenos de palabras, palabras sin más.
En mis
silencios caminan todas mis emociones, también las que no ves.
Acaricio
mis palabras y las llevo a tu boca. Una boca que dibujo en mi almohada cada
amanecer.
Y de
palabras y de silencios se va llenando mi cama.
Y de
recuerdo y de olvido los días.
Y es
que hubo un día en que yo te regalé todas mis palabras, las mías y las tuyas.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas.
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