Un día
me desperté y había dejado de quererte.
Dejé de
quererte no por qué si. Dejé de quererte porque tú dejaste de amarme, porque nunca
me amaste.
Dejé de
quererte cuando la compasión entró en mi corazón.
Dejé de
quererte cuando sentí que tus palabras nunca fueron mías.
Dejé de
quererte cuando dejó de haber luz en tus ojos.
Dejé de
quererte cuando las luces se apagaron y las puertas se quedaron vacías.
Dejé de
quererte sin estar mis sábanas frías.
Dejé de
quererte cuando los besos se acumulaban en mi almohada.
Dejé de
quererte y de llorarte también. No dejé de pensarte, aunque mi cuerpo dejó de
quererte también.
Dejé de
quererte cuando dejaste de buscarme, cuando no quise que me encontraras.
Dejé de
quererte y decidí quererme
Ahora
te pienso en silencio, como antes. Pero solo te pienso sin pensarte después.
He
dejado de quererte cuando supe que tú no me querías. Así de fácil dejé de
quererte y desearte también. Así soy yo. Con las pasiones a galope y el corazón
tatuado.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas
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