No necesito quererte, ni siquiera que tú me
quieras para desear y necesitar que me abraces. Solo necesito que desees
hacerlo y que en ese momento que tú lo hagas sientas que me quieres.
En cada yema de tus dedos, en cada línea de
la palma de tus manos, en los bordes de tus codos, en tus bíceps, en tus
hombros, reside un abrazo de oso en el que desearía adentrarme….
Abrazos
de oso en las estaciones de tren, estómagos que se encogen, que se relajan,
ojos que se cierran, miradas que se eternizan, fluidos que fluyen,
Abrazos
de oso que se silencian, que adivinan, que se esperan,
Abrazos
de oso después de un concierto de piano y cuerda,
Abrazos
de oso en la arena de la playa, en la arena de tu piel.
Abrazos
de oso entre las sabanas ajenas.
Abrazos
de oso que guardan caricias furtivas, deseos nunca expresados,
Abrazos
de oso que esperan bocas húmedas, sexos lubricados,
Abrazos
de oso cálidos, tiernos, comprensivos…
Abrazos
de oso para la autoestima, para la confianza, para sentir paz.
Abrazos
de oso donde se mece la memoria, donde se balancean las emociones.
Abrazos
de oso para el dolor, para el perdón, para el amor, para la pasión… Abrazos de
oso para el adiós, para el reencuentro,
Abrazos
de oso que no se olvidan, que se desean, que se esperan, que se lloran, que se
disfrutan.
Abrazos
de oso que buscan en la noche otros brazos a los que abrazar, otro cuerpo al
que amar.
Abrazos
de oso que estremecen, que excitan, que protegen, que activan el deseo, que
fortalecen el amor, que dan fuerza y energía, que rejuvenecen, que dan salud.
Abrazos
de oso donde habitan las lágrimas, los te quiero, los momentos de soledad…
Abrazos de oso donde residen todos los silencios.
Ahora, aunque no estés a mi lado, cierra los
ojos y abrázame.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas
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