lunes, 15 de junio de 2009

El amor impropio

“…el amor es para disfrutarlo, gozarlo y saborearlo, no para que te destruya.”

Dicen que en el amor, el que más ama es el que más siente, el que más vive…; pero sin duda también el que más sufre, más se entrega…

El amor no siempre se vive como una experiencia placentera. Las fases que se le presuponen a éste, en algunas relaciones pasan demasiado deprisa: “lo maravilloso y estupendo”, acaba convirtiéndose en el recurso al que más tarde se acogerá el enamorado para perdonar y justificar el daño causado por la persona amada.

El amor no es selectivo, al menos no lo que sería deseable. Algunas personas se enamoran sin saber cómo ni por qué, de otra que hace de la relación una contienda sin fin, con sometidos y con vencedores.

Chantajistas de las emociones, manipulan sin esfuerzo a la persona enamorada. Humillan, someten y tiranizan sintiéndose amos y señores de la voluntad de la persona amada.
Aunque estúpidos e inseguros, son hábiles a la hora de endulzar sus artimañas. Consiguen ser las víctimas de sus propias canalladas, eso sí, algunos pasan por ser hombres y mujeres encantadores, claro que de serpientes.

Y es que el amor desconoce el “amor propio”, se transforma en “impropio” cuando una parte de nosotros se ausenta. No conoce de racionalidad, se mueve a golpe de corazón. La voluntad nos abandona en cualquier renuncio. El orgullo se queda sin espacio donde expresar su protesta; se olvida fácilmente de ideales, principios, e incluso pisotea valores éticos formados durante años.
No debemos intentar entender el amor, ni buscarle los “porqués”, hay que vivirlo lo mejor que se pueda y a ser posible salir lo menos dañado. Esto no es fácil.

Con los años, y desde la distancia de heridas ya cicatrizadas, algunas personas hacen de su corazón una gran parcela de racionalidad, desde donde intentan no repetir lo vivido; a veces esto se consigue, y se encuentran personas maravillosas que te miman, que te respetan, que te quieren sin condicionantes. Sin duda los límites, y el respeto por una misma, son el principio de un “amor propio”.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas

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