Sabemos cómo se produce una erección, lo que es una disfunción eréctil y cómo difieren unas de otras, pero todavía no hemos hablado de las causas que dificultan o impiden una erección satisfactoria, y es lo que vamos a abordar en este articulo: las causas de la disfunción eréctil.
Conocer la causa que está incidiendo o provocando la pérdida o dificultad para mantener una erección, va a posibilitar al profesional en la materia que pueda hacer un buen diagnóstico y aplicar el tratamiento más acorde con las necesidades del paciente en cuestión. Veremos como las causas no son siempre las mismas, como tampoco lo es la edad de las personas que la sufren.
La edad avanzada suele ser el recurso más al uso al que acuden muchos hombres para justificar su pérdida o falta de erección, incluso también algunos profesionales, que no están formados en sexología. Pues bien, es un error pensar que los problemas de erección son una consecuencia inevitable del hecho de hacernos mayores.
Es cierto que hay mayor prevalencia de disfunción eréctil en los hombres de mayor edad, pero esto está motivado porque los hombres mayores posiblemente tienen enfermedades comúnmente asociadas con la disfunción eréctil, como hipertensión arterial, enfermedad cardiaca o diabetes; así mismo, éstos utilizan más medicamentos que pueden afectar a la función eréctil.
El envejecer conlleva cambios tanto en hombres como en mujeres. La influencia en su vida sexual puede ser por ejemplo, que tarden un poco más en conseguir una erección, necesitar una mayor estimulación, o que la eyaculación se haga esperar (pero esto no tiene porque ser algo negativo). Estos son cambios normales. No olvidemos que también hay aspectos muy positivos en la sexualidad en la vejez, de los que hablaremos en otro momento. Lo importante es saber que las dificultades de erección no son el resultado inevitable del envejecimiento. Somos seres sexuados y lo somos durante toda nuestra vida.
Vamos pues a ver las causas que pueden producir una disfunción eréctil:
Causa específica inmediata
Es la causa que aparece más claramente a la conciencia de la persona. Todos los hombres que padecen dificultades con la erección comentan la angustia que sienten por ello y los pensamientos de fracaso y malestar que les acompaña incluso a la hora de dormir.
A partir de un suceso real y objetivo (como una ingesta excesiva de alcohol o el consumo de alguna droga o una situación estresante) o algo que el propio sujeto imagina (miedo a no quedar bien con la pareja, ansiedad ante el no poder cumplir, complejos diversos, como el de pene pequeño) se produce la primera disfunción secundaria, ocasional y sin importancia, la persona se preocupa e intenta repetir la relación sexual en estado de ansiedad, respuesta fisiológica contraria a lo que esta fase precisa: estado de relajación, por lo que la fase eréctil queda inhibida.
El no conseguir la erección suele ser justificado por la persona por cuestiones físicas (alguna enfermedad o malestar) o peor aún, a aspectos relativos a su identidad viril, siendo estos pensamientos procesados con gran ansiedad por el hombre.
Ante esta situación de elevada ansiedad el hombre intenta poner en marcha un mecanismo de defensa de híper control, observando las reacciones de su pene de manera obsesiva, intentando concentrarse en conseguir la erección mediante diferentes recursos que cree que le facilitarán conseguirlo: pensamientos o fantasías eróticas, ingerir estimulantes, masturbarse inmediatamente antes de la penetración, etc. Esta actitud asociada a la intensa angustia que siente, convierte la disfunción en crónica y permanente.
Causas remotas.
Son las que se encuentran en la base y origen de la disfunción. Pueden ser orgánicas, psíquicas o sociales.
Vamos a verlas una a una.
Orgánicas.
Daño de las arterias, el músculo liso y el tejido fibroso, a menudo como resultado de una enfermedad.
La diabetes.
Ingesta de drogas, alcoholismo crónico.
Esclerosis múltiple, arteriosclerosis.
Trastornos de los vasos sanguíneos
Intervenciones quirúrgicas (especialmente la cirugía radical de próstata debido a un cáncer) pueden lesionar los nervios y las arterias que están cerca del pene.
Las lesiones del pene, la médula espinal, la próstata, la vejiga urinaria y la pelvis pueden ocasionar disfunción eréctil al lastimar nervios, músculo liso, arterias y tejido fibroso de los cuerpos cavernosos.
Medicamentos comunes producen disfunción como efecto colateral. .
Producción insuficiente de testosterona
Tabaco (afecta el flujo de sangre en venas y arterias).
Anormalidades hormonales (la producción insuficiente de testosterona)
Otras causas: agentes tóxicos (plomo, mercurio, herbicidas), cirrosis, insuficiencia renal crónica, obesidad patológica, etc.
Psíquicas:
Afectos negativos de miedo: al éxito, al fracaso, al abandono.
Afectos negativos de vergüenza: timidez, ridículo, a no quedar bien, a no dar la talla, a no hacer lo apropiado según las normas.
Afectos negativos de culpa: remordimientos, autocastigo, por hacer algo que es inmoral, que no es adecuado.
Complejos físicos (fealdad, pene pequeño, torcido), de género (identidad)
Agresividad reprimida hacia la pareja
Fantasías sexuales no asumidas
Temores hipocondríacos
Culpabilidad incestuosa, fijaciones edípicas.
Rivalidades fraternas
Homosexualidad no asumida
Parafilias no asumidas
Relaciones destructivas de pareja.
Traumas infantiles (abusos sexuales, incestos, malos tratos)
Depresiones psicógenas
Neurosis fóbicas, histéricas u obsesivas.
Psicosis larvadas o iniciadas
Estilos de apego inseguro o evitativo.
Como hemos visto, las dificultades con la erección, como ocurre con otras disfunciones sexuales, pueden tener un origen orgánico, emocional o social. El diagnóstico es fundamental para llevar a cabo un buen tratamiento.
Ya hemos visto la importancia de saber si el problema es desde siempre o aparece en determinado momento de la vida, y si surge en todas las situaciones sexuales o sólo en alguna. Esta discriminación es fundamental para establecer el tipo de tratamiento y el pronóstico del trastorno.
A pesar de ser la disfunción eréctil un tema que genera un alto nivel de ansiedad, es verdad que en muchas ocasiones, la disfunción eréctil que tienen, no es tan seria como ellos creen y sobre todo la viven y experimentan teniendo solución. En otros casos, solo necesitan darse cuenta de cómo establecen sus relaciones sexuales para que todo vuelva a la normalidad. Es verdad que en ocasiones, los tratamientos son más prolongados, y en otros se hace indispensable la solución predominantemente orgánica.
Vamos a ver una de las causas cada vez más frecuentes tratadas en terapia, las causas sociales.
Sociales:
Educación puritana o erotofílica (visión negativa de la sexualidad).
Falta de habilidades comunicativas: nos comunicamos poco y mal con la pareja.
Ausencia de estimulación adecuada: tenemos demasiado genitalizadas las relaciones sexuales.
Comportamientos influidos por los prejuicios de género: cada cual es responsable de su propio placer, al encuentro sexual hay que ir en clave erótica, a disfrutar los dos.
Comportamientos exclusivos: excesiva actividad o excesiva pasividad.
Rol del espectador: hay que mantener un egoísmo positivo. Disfrutar hace gozar también al otro miembro.
Relaciones sexuales clásicas y pobres: la fantasía es fundamental en la pareja, así como estímulos nuevos.
Escasez de imaginación y fantasía: a ensoñar también se aprende.
Primeras experiencias apremiantes o inadecuadas: no tenemos por qué arrastrar un mal aprendizaje de nuestras relaciones sexuales, los cambios hacia algo mejor son estupendos.
Influencia de los modelos sociales: han hecho mucho daño tanto a hombres como a mujeres, pero el ser humano tiene algo maravilloso: su capacidad de aprender.
Tener una visión integral de la disfunción eréctil ayudaría a los hombres a enfrentar de un modo distinto su problema y facilitaría su solución, pasando ésta por la importancia real de la erección en una relación sexual. ¿Es imprescindible, es siempre necesario el coito para el disfrute sexual de la pareja? De acuerdo a las investigaciones de la norteamericana Shere Hite (1976), sólo el 30% de las mujeres logra el orgasmo "siempre" o "casi siempre" por medio del coito. Mientras que del 82% de mujeres que se masturban, el 96% logra el orgasmo por este medio, y de éstas sólo el 1,5% recurre a la inserción vaginal de algún objeto que pudiera ser equivalente al pene.
Seguir focalizando en la erección el medio para conseguir una relación sexual placentera y satisfactoria, somete al hombre a una elevada presión para rendir siempre de una misma forma, impidiéndole disfrutar de otras sensaciones placenteras en otras regiones corporales, dificultándole el desarrollar otras habilidades que pueden ser más excitantes para su pareja.
Con esto no quiero decir que la disfunción eréctil no deba ser tratada terapéuticamente, y que el coito sea un asunto menor, sino que tal problema, debe ser visualizado en una perspectiva más amplia, realista y sana para los dos miembros de la pareja.
El cuerpo es un gran territorio de piel por descubrir, por explorar, para detenerse, para disfrutarlo, para ir y volver nuevamente.
Prueben a dar a su pene en algún momento, un papel secundario en sus encuentros erótico sexuales, ni él ni su pareja dejaran de disfrutar del momento, y usted tampoco.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas