No esperes que tu corazón tome decisiones.
Ni se despida de quien ama, aunque grite adiós una,
dos o tres veces por semana.
No le pidas a tu corazón que renuncie a los besos,
caricias y te quieros, aunque estén demasiado usados.
No le pidas a tu corazón que diga NO a los tiempos
regalados, aunque sean migajas de pan endulzados.
No le pidas al corazón que olvide cuando lo mejor
que sabe hacer es recordar tiempos maquillados.
No le hables al corazón de imposibles, en él habitan
todos los posibles.
No le pidas a tu corazón que entienda de
toxicidades, conveniencias o
dependencias insanas.
Al corazón no le interesan los futuros amables si
conllevan ausencias.
El corazón solo entiende de sentir, de apasionarse, de
amar, de reconciliarse, de perdonar, de encuentros
y reencuentros.
El corazón solo quiere presencia.
El corazón está preparado y dispuesto para el riesgo,
para dejarse vapulear, manipular, e incluso para dejarse morir
El corazón es un camicace que no dejará de serlo
hasta que muera.
El
corazón solo entiende de querencias y tu mente de realidades.
Te
propongo: hagamos alianzas equilibradas.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas