martes, 15 de julio de 2014

El descenso a mi deseo: Motivos para seguir a tu lado.

No necesito motivos para quererte, desearte y amarte, necesito motivos para seguir a tu lado...

En el proceso de creación de vínculos y de acoplamiento con el otro, las necesidades emocionales, amorosas o/y sexuales van dejándose sentir, pues para cada uno de nosotros lo que queremos o necesitamos para sentirnos bien y estables, puede ser diferente, o más aún el grado o intensidad en que requerimos sentirlo.

Y es que en cualquier tipo de vinculación, sobre todo la amorosa, sería importante e interesante saber en qué punto del continuo de esa dimensión nos encontramos, si deseamos, queremos o nos conviene seguir al lado de la persona amada para construir algo a su lado. A   veces es simplemente plantearnos algunas cuestiones,  y que cada cuál puede adaptar a su vivencia y sobre todo a sus necesidades interpersonales:

Cuando te miro ¿qué veo? Lo que veo ¿me gusta?

Cuando me miras ¿Cómo me siento?

¿Qué siento cuándo estás cerca de mi?

¿Cómo me siento cuando no estás cerca?

¿Me siento cuidado/a cuando estoy a tu lado? Y aunque esté lejos ¿siento que me cuidas?

Cuando estoy a tu lado ¿me siento tranquilo/a, seguro/a, relajado/a...?

¿Confío en ti?

Cuando me hablas ¿me haces sentir especial?

Me siento orgulloso/a de ti?

Hablar de ti a mis amigos ¿me produce satisfacción? ¿Vergüenza?

Cuando nos comunicamos ¿lo hacemos desde el respeto, desde el afecto?

Cuando te expreso cómo me siento ¿empatizas conmigo?

¿Me gusta hablar contigo?

Cuando hablo contigo ¿siento que me enriquece?

Me interesan tus proyectos, tus ideas, tus inquietudes?

Deseo planificar experiencias contigo ¿viajes, compras, cenas, eventos...?

Cuando estás  contento/a ¿me hago cómplice de tu alegría, lo disfruto contigo?

Cuando estás triste ¿deseo abrazarte y que lo compartas conmigo?

Cuando pienso en futuro ¿estás tú?

¿Deseo besarte, acariciarte y abrazarte?

¿Te deseo y me siento deseado/a por tí?

¿Te quiero porque te necesito, o te necesito porque te quiero?

Si pienso en que puedo perderte ¿cómo me siento?

Si decidiera dejar de estar a tu lado ¿qué ganaría?

¿Qué perdería dejando de estar a tu lado?

Lo que no me gusta de ti ¿es lo suficientemente importante para mi estabilidad emocional?

¿En este momento siento que eres la persona con quien quiero compartir proyectos, afectividad, sexualidad, vivencias...?

Bucear en nuestras necesidades nos permite adentrarnos en nuestros c deseos, aquellos que olvidamos tener y necesitar para sentirnos valiosos.  Intentemos cada cual dar respuesta a nuestras preguntas, aquellas que nos ofrecerán un conocimiento sin duda interesante a cerca de lo que queremos y a quien queremos a nuestro lado.

Que el descenso a tu deseo te sea provechoso para quererte un poco más.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas 

martes, 8 de julio de 2014

Motivos para estar juntos, motivos para estar a tu lado...

Necesitamos motivos para estar juntos y para dejar de estarlo...

A través del cine, la literatura y la cultura popular, nos han metido a cucharadas el amor como un estado de pasión permanente, intenso y  con fecha de caducidad.  Un estado en la vida que hay que vivirlo siendo conscientes de que con el paso del tiempo se irá apagando, y entonces  si esto es así ¿qué nos queda?

Más que hablar de la temporalidad de los estados del enamoramiento  o que este pueda ser eterno, lo realmente interesante seria  entender que es posible  alimentar la pasión interpersonal de una u otra forma y que, como dice Félix López, “ ...lo decisivo es la decisión de estar juntos y la satisfacción de estar juntos, con un grado u otro de pasión sexual. Es un error creer que basta con la pasión del enamoramiento o que hay que seguir sintiendo de por vida la conmoción mental, física y afectiva de la pasión, para que la pareja tenga sentido”.

Pero lo cierto es que cuando amamos, deseamos la pasión por la presencia, la compañía, las caricias, el afecto y el sexo del otro, siendo este deseo más intenso en las primeras etapas del enamoramiento, o eso que se dice “del irse conociendo”. Y en este proceso de conocimiento y acoplamiento con el otro es cuando empiezan a germinar las inseguridades, las preguntas sin respuesta, el miedo al abandono y la pérdida; y  es entonces también cuando empezamos a medir el grado e intensidad con que nos sentimos amados, deseados y queridos por el otro, y en qué medida nosotros amamos, queremos y deseamos su presencia en nuestros días.

La clave quizá no esté tanto en poner en valor nuestro grado de pasión, sino como sigue diciendo Félix López, “...lo que tiene sentido es tener motivos para estar juntos, estar satisfechos de estar juntos y gozar de estar juntos. Porque, en el fondo, lo que verdaderamente necesitamos es estar seguros de que el otro nos ama -eso nos hace valiosos, dignos de ser amados- y seguros de amar al otro -es decir, sentirnos a la vez capaces de amar- en definitiva, sabernos amantes amados o amados amantes”.

En los comienzos de la vinculación amorosa, las personas necesitamos saber dónde estamos situadas con el otro, lo necesitamos para poder establecer pactos y códigos de intimidad que nos permitan poner en orden nuestras emociones. Pero en muchas ocasiones alguno de los miembros , o ambos no son capaces de darle nombre a lo que sienten ni siquiera a la vinculación que se está creando entre ellos.

¿Amigos con derecho a roce, “Folla-amigos”, “una aventura”, personas que se están conociendo con fines comunes, pareja...?

En “esta relación” ¿hay exclusividad?

Es el miedo al compromiso lo que lleva a algunas personas a no abandonarse a las caricias descontroladas, a los besos de media tarde o a la complicidad de las miradas furtivas. Y es entonces cuando el verbo se silencia y se esconde para más tarde hacerse reproche en busca de un “te quiero”.

La vivencia de intensidad, desprendimiento y pasión que regalan las primeras etapas del enamoramiento no siempre son vividas, expresadas y ni siquiera sentidas de la misma forma y manera en sus miembros, provocando en muchas ocasiones desajustes emocionales en el proceso de vinculación, que hace de esta maravillosa experiencia un “fracaso no siempre controlado”.

Y a caso, ¿es la intensidad del deseo por el otro, la pasión o los susurros amorosos los que nos hacen saber lo que necesitamos estar cerca del otro?

Y si le dedicáramos un tiempo a pensar ¿qué motivos tengo para seguir a tu lado?

Seguiremos....

 Fdo.: Raquel Díaz Illescas