viernes, 26 de noviembre de 2010

Creencias erróneas del orgasmo femenino en relación a la eyaculación precoz.

El placer y la comunicación afectiva son los fines principales de la actividad sexual de las personas.Fdo.: Raquel Díaz Illesca



Los mitos y creencias de una sociedad muestran la escasa y muchas veces falsa información que ésta tiene sobre un tema, en este caso sobre la sexualidad, y más concretamente sobre el orgasmo masculino.

La experiencia no deja de mostrarnos, el dolor y sufrimiento que causa a las personas las viejas concepciones en torno a la sexualidad, los roles que unos y otras deben desempeñar en sus encuentros amorosos y lo que se espera de cada uno de ellos.

Son muchas las creencias erróneas que han dañado la vida sexual y afectiva de las parejas, creando un problema y una disfunción donde no debería. Veamos algunas:
 Se sigue considerando que el coito es la principal técnica para mantener relaciones sexuales, a pesar de que la mayoría de los encuentros amorosos no sean con fines reproductivos sino eróticos. Y es que conseguir el orgasmo mediante otras prácticas se sigue viendo como algo perverso o secundario. De manera según este planteamiento, si el varón eyacula antes, se acabó la fiesta para su pareja.

 Se considera que la mujer tiene dos tipos de orgasmos: El clitoridiano, signo de inmadurez femenina (según Freud) y el vaginal, orgasmo de la madurez que se consigue sólo con el coito. Los diferentes estudios han demostrado que la zona interna de la vagina carece de terminaciones nerviosas, siendo el clítoris, la mayor fuente de estimulación erótica genital de la mujer junto con los labios mayores y menores y entrada de la vagina. En los encuentros sexuales, ¿es el clítoris la zona más estimulada de la mujer, o por el contrario centramos nuestras energías en meter?

 Se considera que la mujer llega al orgasmo de manera lenta, necesitando más estimulación y dependiendo de las artes amatorias de su pareja. Hoy sabemos que las mujeres pueden tener orgasmos precoces o lentos, dependiendo de la zona estimulada y su actitud hacia la sexualidad. Cuanto más positiva sea, más rápido es el orgasmo, pues no tendrá dificultad para fantasear y abandonarse a lo que está sintiendo.
 Se considera que la mujer ha de tener su orgasmo antes de que el hombre eyacule porque si no, después de su eyaculación, éste entra en la fase de resolución y se muestra poco complaciente con la relación erótica. Sabemos que los hombres pueden seguir manteniendo relaciones eróticas satisfactorias después de su primera eyaculación, pudiendo ser éstas coitales o de otro tipo. No es una dificultad biológica sino un condicionamiento cultural.

Todas las creencias señaladas más arriba, han favorecido que la rapidez eyaculatoria aparezca como una disfunción sexual, convirtiéndose en la principal causa de consulta sexológica de los varones de nuestra cultura.

Es verdad que no podemos desprendernos de un plumazo de una herencia que nos ha venido dada a todos y a todas, pero si ser conscientes de que forma parte de los mitos y creencias y que como tal, debemos intentar ir desprendiéndonos de ellos para así poder ser más libres y disfrutar de una vida sexual placentera y satisfactoria.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Test de la eyaculación precoz

Este cuestionario, como otros que plantearemos, está especialmente diseñado para ayudarte a evaluar si estás padeciendo dificultades en tu sexualidad, tu grado de estrés o cómo se encuentra tu estado de ánimo. Estas escalas están convalidadas internacionalmente pero no excluyen la consulta a un especialista o, al menos, conoce la necesitas


Te servirán a la vez, para reflexionar sobre lo que te sucede en este momento de tu vida y, quizás, para dar el primer paso en acudir a un profesional.


Es posible que pienses que tu vida sexual es satisfactoria o que no estás padeciendo un grado marcado de estrés ni un cuadro depresivo, lo cual será motivo de satisfacción.


La eyaculación precoz es uno de los temas más frecuentes de consulta, aunque como ya hemos comentado en artículos anteriores, no es una disfunción, aunque si un problema para quien así lo siente.

Es importante efectuar un buen diagnóstico para diseñar el tratamiento y evitar un innecesario padecer.

Esta guía de autoevaluación permitirá conocer más sobre tu control eyaculatorio. Contesta lo siguiente

Durante los últimos 6 meses:

¿Has carecido de control voluntario sobre tu eyaculación?

SI             NO

¿Has eyaculado, a veces, antes de intentar penetrar?

SI             NO

¿Has eyaculado, sin desearlo, en los juegos previos?

SI            NO

¿Has eyaculado, algunas veces, al poco tiempo de penetrar?

SI            NO

¿Has evitado, a veces, los encuentros sexuales por temor a eyacular rápido?

SI           NO

¿Has pensado en “otra cosa”, durante el coito, para distraerte y así intentar tener mayor duración?

SI           NO

¿Has apelado a algún “recurso casero” (pomadas, masturbarte antes, tener un orgasmo para durar más en el segundo, usar dos profilácticos, tomar bebidas alcohólicas) para controlar tu eyaculación?

SI           NO

¿Piensas que el orgasmo se controla con una “orden cerebral” (al estilo de “no termines, no termines por favor”)?

SI            NO

¿Has sentido tensión muscular o contracturas a causa de la ansiedad durante el coito?

SI             NO

¿Cuándo te masturbabas lo hacías sin interrupciones ni paradas?

SI            NO

¿Has tenido frecuentemente dificultades en que tus parejas lograran el orgasmo durante la penetración, a pesar de ser ellas orgásmicas?

SI            NO

¿Ha sido difícil poder percibir las sensaciones pre-orgásmicas (previas a eyacular)?

SI             NO

¿Has sentido, en algunas oportunidades, falta de placer en tus orgasmos?

SI            NO

¿Has consumido ansiolíticos (sedantes, “calmantes para los nervios”) o antidepresivos para intentar controlar mejor?

SI            NO

¿Has percibido una disminución en el deseo o en la erección como consecuencia del descontrol eyaculatorio?

SI           NO

Si tienes 4 ó más de los anteriores síntomas, podrías tener dificultades para controlar tus eyaculaciones.

Hoy día, la terapia sexual dispone de efectivas soluciones con tratamientos específicos


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

domingo, 7 de noviembre de 2010

TEMA DE LA SEMANA: Eyaculación precoz: ¿Hablamos de reproducción o de sexualidad?

Eyaculación y orgasmo son dos reacciones fisiológicas diferentes, que pueden darse juntas o por separado.

Los intereses ideológicos contenidos en los modelos sexuales sociales y una gran influencia de los prejuicios tradicionales, intervienen para que el orgasmo masculino se siga confundiendo con la eyaculación o expulsión de semen, siendo esta función secundaria señalada erróneamente como la causante de las disfunciones orgásmicas masculinas y la que deforma los criterios etiológicos y diagnósticos de los mismos.

No deja de llamar la atención, cómo las disfunciones orgásmicas femeninas, se enfocan con criterios causales, buscando ellos el origen del problema; sin embargo, las disfunciones orgásmicas masculinas se enfocan con criterios temporales, hablándose de eyaculación precoz o retardada. No se dice que la mujer tenga orgasmos precoces o retardados. Esta diferencia de criterios explica el erróneo enfoque de las disfunciones orgásmicas masculinas.


Un criterio, sin duda erróneo, es considerar la disfunción en relación a la función reproductora y no a la función sexual. Lo incorrecto de este planteamiento reside en:

1. Eyaculación y orgasmo son dos reacciones fisiológicas diferentes, que pueden darse juntas o por separado. Así ocurre en la infancia y en determinadas circunstancias de la adultez, que se producen orgasmos secos sin eyaculación y eyaculaciones sin orgasmo.

2. Los problemas relativos a la eyaculación deberían encuadrarse de forma correcta, dentro de los síndromes de infertilidad y esterilidad, ya que tienen causas orgánicas en la mayoría de los casos.


3. Aplicar a los hombres los mismos criterios diagnósticos que a las mujeres, permitiría atender los casos masculinos en que el varón eyacula perfectamente, pero no tiene orgasmo o tiene un orgasmo insignificante como en los casos del “rol del espectador”. Sin embargo, estos casos no suelen considerarse disfuncionales y hay muy pocos estudios sobre este tema.

Otro critero erróneo es el temporal. Mientras que los problemas sexuales femeninos se definen por la ausencia o presencia del orgasmo, y por la intensidad mayor o menor de su percepción, los masculinos se miden por la rapidez o lentitud de la eyaculación. ¿Rapidez o lentitud respecto a qué?

A partir de Master y Johnson se considera, en general, que la rapidez eyaculatoria se establece cuando el hombre eyacula antes de que su pareja alcance el orgasmo, al menos en el cincuenta por ciento de los casos. Definición nada científica, confusa y que depende de una variable externa como es el comportamiento sexual de la mujer. Sin duda en esta ocasión no estuvo muy acertada la pareja.

Ninguno de estos criterios nos sirve para establecer que la eyaculación precoz es una disfunción sexual. Por el contrario, nos reafirman en la idea de que es un problema ficticio, un mito surgido de los prejuicios que responsabilizan al hombre del orgasmo de su pareja. Esto es aún más evidente si tenemos en cuenta dos factores:


1. Que el criterio temporal sólo se aplica al hombre. No se habla de orgasmo precoz o retardado femenino, ni se considera que la mujer sea disfuncional por tener orgasmos rápidos, algo que está demostrado que los tiene.

2. Como ya hemos dicho, se confunden funciones y técnicas. Si se habla de eyaculación que es una función reproductora, la rapidez no sólo no es un defecto sino una cualidad. Si se habla de orgasmo, que es una función placentera o sexual, el coito no es la técnica más adecuada.


Helen Singer Kaplan estableció una definición de la eyaculación precoz que, aunque sigue siendo igual de arbitraria y confusa que las anteriores, abre el tema a cambios en el comportamiento mediante el aprendizaje. Considera al varón, eyaculador precoz, cuando no ha adquirido o ha perdido la capacidad de decidir, dentro de límites razonables, el momento eyaculatorio. Es evidente que la definición no tiene en cuenta que la eyaculación es una conducta fisiológica refleja, que todos los machos animales realizan de forma involuntaria. Pero introduce la posibilidad de aprender a retardarla, de la misma forma que cualquier ser humano puede aprender a mover las orejas, hacer el pino con una mano o tocar diferentes instrumentos a la vez.

Si partimos de que la eyaculación precoz como disfunción ha sido una construcción social de la cultura, hemos de admitir que también podemos aprender a variar el proceso eyaculatorio. De la misma forma que un atleta necesita de un entrenamiento costoso para modificar sus condiciones físicas si quiere batir marcas olímpicas, es asumible que se pueda aprender a controlar el proceso eyaculatorio para manejarlo voluntariamente, aunque no sea necesario para mantener relaciones sexuales plenamente satisfactorias.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La eyaculación precoz. La construcción social del orgasmo masculino.

En “El Mito Masculino”, investigación realizada por A. Pietropinto y J. Simenauer, en 1977, aparece ya claramente que el 80 por ciento de los varones se preocupan por retrasar voluntariamente su eyaculación con la finalidad de que su pareja obtenga antes su orgasmo.

Las consecuencias evolutivas producidas por el bipedismo llevaron a que la función reproductiva y la función erótica se separasen. A partir de este hecho, la evolución interna de la especie humana, determinada por las influencias sociales y el aprendizaje, hacen posible que durante miles de años la rapidez eyaculatoria no haya sido un problema, pero a costa de la sexualidad de las mujeres. La sociedad del momento consentía el uso de una fuerza legal y bruta para mantener relaciones sexuales con éstas, cuándo, dónde y cómo el varón dispusiera, dividiéndolas en dos grandes grupos: Las decentes, que eran asexuadas y por lo tanto no había que prestar atención a su inexistente sexualidad, y las viciosas, cuya conducta inmoral y perversa era considerada en términos despreciativos.

En el estudio La Conducta Sexual del varón, de Alfred C. Kinsey, W. B. Pomeroy y C. E. Martín, que pasó a la historia con el nombre de Informe Kinsey, en 1948, los autores califican de superhombres a los que hoy se consideran eyaculadores precoces. Un famoso sexólogo de la época dice que “con eyacular se cumple con la vida y no hace falta nada más”. Los mismos autores, en otro apartado del Informe Kinsey, La Conducta Sexual de la Mujer, aparecido en 1953, estudian el comportamiento sexual de 8.000 mujeres y en ninguna de sus 800 páginas aparece una mención de cómo incide la rapidez eyaculatoria en la sexualidad femenina.

En 1974, aparece en Estados Unidos el Informe Hunt, bajo el título de Conducta Sexual de la década de los 70, escrito por Morton Hunt. En este estudio se recoge por primera vez la aparición de un ideal cultural que promueve entre las personas que el coito se prolongue más de lo habitual hasta entonces.

En poco más de treinta años se ha pasado de considerar al eyaculador precoz un “superhombre al servicio del mandato biológico de la especie”, ha convertirlo en “complaciente amante” con la necesidad de prolongar el placer de su pareja.

La eyaculación precoz considerada como disfunción sexual, surgiría con el modelo capitalista permisivo. Tras finalizar la II Guerra Mundial se producirían cambios socioeconómicos y una pujanza de movimientos feministas que vendrían a reivindicar la igualdad de las mujeres con los hombres. Esto supuso un cambio de valores sociales entre los que se incluye el reconocimiento de la sexualidad femenina como normal y valorable.

Surge entonces la necesidad de realizar el coito prolongado, para dar tiempo a que la mujer consiga su orgasmo. Esto implica que el hombre mantenga su pene con la suficiente erección y controle su eyaculación hasta que su pareja quede satisfecha. La rapidez eyaculatoria deja de ser una ventaja biológica natural para convertirse en un gran inconveniente, debido, sobre todo, a la persistencia de algunos prejuicios de la cultura de género.

A partir de aquí, el hombre acudirá a sus encuentros sexuales con el deber de saber cómo hacer las cosas para que su pareja se lo pase bien. Si ella no disfruta, la causa será debida a las malas artes de éste. Ella no es responsable de nada, solo debe dejarse hacer. Así el hombre asume el rol del espectador en sus encuentros amorosos, pendiente de cómo hacer para que ella consiga cuantos más orgasmos mejor. Si no lo consigue, se sentirá frustrado, sentirá ansiedad y preocupación ante el desempeño, y así de simple habremos creado la disfunción.

La construcción social de la eyaculación precoz como disfunción sexual, aparece clara si tenemos en cuenta los testimonios femeninos recogidos en el Informe Hite, aparecido en 1976. Con 3.000 respuestas de mujeres, conocemos su opinión. Por ejemplo: que la masturbación es la más fácil fuente de orgasmos para las mujeres, consiguiéndolos en unos pocos minutos. Del Informe Hite se desprenden dos premisas básicas:
1. Que mantener una relación sexual relajada y sin prisas, con un prolongado juego previo con especial énfasis en el estímulo clitorídeo es condición necesaria para disfrutar de la sexualidad y conseguir el orgasmo.

2. Que si bien los hombres tratan de tener en cuenta las necesidades femeninas, desconocen qué es lo que realmente necesitan y se dejan llevar de su pulsión copulatoria, llevando a cabo otras técnicas como una obligación que tratan de cumplir rápidamente para que les den permiso para realizar el coito.

Dos premisas hechas hace varias décadas, pero que sin embargo forman parte de una sexualidad integral y placentera a tener en cuenta.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas