sábado, 22 de abril de 2017

El pantalón a cuadros


Entro y salgo.
Voy y vengo.
Desayuno.
Como y a veces ceno.
Miro la tele y subo el volumen  de mis silencios.
Escribo cada noche y a veces también cada día.
Soy intensa, vehemente y viva aunque a veces me sienta muerta.
Escribo trozos de palabras  en pósit  que luego no entiendo, que pierdo  y  no encuentro.
Digo buenos días y buenas tardes y buenas noches también, y qué tal? Yo bien.
Y me canso de decir que todo está bien cuando yo me siento mal.
Me canso de ser educada cuando lo que me apetece es ser descarada y sacar a pasear a mi verbo y airear improperios de colores para todos los gustos y cerebros.
Me agota saludar a mi vecino y escuchar su silencio en mi oído.
Me cansa sonreír cuando lo que necesito es gritar y también un poco llorar.
 Cojo el coche y bajo todas las ventanillas y no sé dónde voy, quizá a dormir, o a subir a la montaña y respirar o volar.
Hoy me he puesto el pantalón de cuadros y quizá me tendría que haber puesto el de rayas o una falda tan corta que se me vieran las bragas.
Hoy no me he pintado los labios, ni mi sonrisa de rojo.
Los tacones de mis zapatos se han escondido, como se esconde tu voz en mi almohada.
Hoy estoy harta de mí, y de ti y de mi vecino más.  
Aparco el coche, cierro los ojos y respiro.
Luce el sol.
Subo los escalones de dos en dos.
Veo a mi vecino, le miro y dejo que su oído escuche mi silencio.
Me pongo un pantalón de cuero blanco y la cazadora a juego.
Subo la cremallera de mis botas.
Me pinto los labios de rojo intenso.
Cojo el casco.
Arranco la Yamaha,  sonrío  y vuelo. .
A veces me pongo el “pantalón a cuadros”, pero me sientan mejor las faldas…

Fdo.: Raquel Díaz Illescas

miércoles, 19 de abril de 2017

Yo quería ser violinista


Cuando era niña quería ser violinista, pero estudié derecho, como mi padre, mi tío y mi abuelo.
Me gustaban las muñecas y también el futbol, pero el balón solo lo toqué con  mis manos.
No quería casarme, ni confesarme, ni siquiera vestirme de blanco.
A los treinta tenía dos hijos y un marido por la Santa Madre Iglesia.
Era abogada, como mi padre, mi tío y mi abuelo.
Me aburría ser  letrada y vestirme de gris o de negro y defender lo que no creía.  
El s sábado era el día del sexo compartido, el día en que los cuerpos se acercaban.
Y cada noche del sábado en mi cama otro juez me preguntaba y juzgaba.
Si tenía uno, dos, o tres orgasmos o el deseo me había abandonado.
Si debía llegar al clímax con un sexo torpe, sabio o experimentado  en mi vagina.  
De qué color y textura eran mis fantasías.
A mi me gustaba el sexo conmigo, pero eso era egoísta y pecado.
Mis vestidos y mis faldas eran demasiado cortas y las lenguas de mis vecinos demasiado largas.
Mi verbo se fue llenando de silencios  y mi vida de vacíos.
Me hubiese gustado tener amigos y salir a comer o tomar un café, y bromear e incluso flirtear un poco,  pero eso no estaba bien visto.
 Yo quería ser violinista, pero fui abogada como mi padre, mi tío y mi abuelo.
Yo quería enseñar mis piernas largas y delgadas pero las miradas me avergonzaban.
Yo quería conocer hombres interesantes, aunque no estuvieran nunca en mi cama, y conocí hombres y mujeres que juzgaban.
Yo quería tocar el violín, aunque nunca fuera violinista.
No fui violinista, ni toqué el violín, aunque alguna vez soñé dormida que tenía un Stradivarius  y este me besaba.
Y la vida se pasó siendo yo quien no quería.
Siempre habría un juez que me juzgaría y a un vecino a quien nunca gustaría.
Ya no defiendo a nadie, ni siquiera a mi misma.
Ahora me siento junto a la ventana,  en una silla de anea que ya no sé si es grande, pequeña o fea.
Y cada tarde, el sonido de cuatro cuerdas  llega a mi ventana.  Cierro los ojos y me quedo en silencio y dejo que el arce bese mi cara.
Y entonces todas mis emociones se van escribiendo en un pentagrama, ya sin reglas ni normas.
Y entonces entiendo por qué quise ser violinista.
Al otro lado una niña toca el violín, y seguro será violinista.  

Fdo.: Raquel Díaz Illescas

domingo, 16 de abril de 2017

Erectos



Tu sexo no está cansado.
Tu sexo no está dormido.
Tu sexo no está enfermo.
Tu sexo no te ha abandonado.
Tu sexo tiene deseo
Tu sexo se excita
Tu sexo se  erecta cuando te masturbas y estás solo.
Tú tienes miedo a tu sexo.
A no dar la talla.
A que no esté erecto cuando  tú quieres.
A que te juzguen-
A que te abandonen.
A sentirte poco hombre, poco válido.
Y dices que no sabes qué ha pasado, que eso nunca te ha ocurrido, aunque tus experiencias no cuenten lo mismo.
Y entras en la espiral de preguntarte por qué te ocurre eso y sobre todo si se repetirá siempre… Y el siempre se instala en tu pensamiento sin tu saberlo y sin tú quererlo.
Y entonces juegas a las excusas  para evitar tener sexo.
Y es que tu sexo solo necesita que te olvides de él, que juegues con tu boca, con tu lengua, con tus dedos y tus manos, que erotices tus palabras y sean canallas.
Tu sexo estará erecto cuando no le hagas responsable de  todos tus encuentros sexuales.  Disfruta de todo tu cuerpo, sin más. 


Fdo.: Raquel Díaz Illescas

jueves, 13 de abril de 2017

Todo está del revés



Hoy no he pensado en ti. 
 
Diecinueve días y veinte noches hay marcados en el calendario que no he pensado en ti.

Todo está del revés, como el frío en primavera.  

He olvidado el vino blanco cuando escribo y decir “santé” cuando lo bebo. 

No recuerdo el verde de tus ojos ni la miel de tus pupilas. 

Ni la línea fina y sutil de tus labios cuando me buscan.

Ni la calidez de tus ojos cuando me miran.

He olvidado tu nombre cuando he dormido.

No recuerdo tus pies descalzos sobre el suelo frío. 

Ni tus brazos de ariete en mi cama.

Ni tus dedos dóciles cuando me acarician. 

Ni tu verbo torpe.

Ni la risa que me enseña tu boca.

Ni el roce de tu piel  entre las sabanas.

Ni tu sexo que me reconoce. 

Ni las palabras que te emocionan. 

Y es que todo está del revés cuando no te pienso.

No sé si te pienso o te recuerdo o te olvido en cada pensamiento.

Todo está del revés cuando no te llamo, cuando no te siento y te silencio. 

Todo está del revés como mi vestido al que no entiendo. 

Todo está del revés como los guantes que usamos y tiramos porque no sabemos volverlos otra vez del revés. 

Todo está del revés cuando te echo de más y de menos también.

Todo está del revés, como mis versos inquietos. 

Yo estoy del revés como mi boca cuando te extraña, como mi corazón cuando le mienten.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas

sábado, 8 de abril de 2017

A punto de



Siempre quiero preguntarte cosas, cosas cotidianas.
Que se llene tu boca de interrogantes y la mía de palabras.
Que me busquen tus ojos y me encuentren tus manos.
He estado a punto de llamarte y cuando fui hacerlo no sabía.
A punto de escribirte un whasapy no tuve línea. 
A punto de preguntarte si vendrías y pensé que sería mejor preguntarte si volverías.
A punto de guardar silencio.
A punto de comerme todas las palabras y sentí que eran demasiadas..
A punto de borrar tu nombre y tu cara.
A punto de correr, pero estaba cansada.
A punto del amor.
A punto del sexo.
A punto de la poesía.
A punto de la nada, pero estaba vacía.
A punto de la religión, pero recordé que era atea.
A punto de parar el mundo y bajarme, pero iba demasiado deprisa.
A punto del precipicio, pero me acordé que sentía vértigo.  
A punto de olvidarme de mí, pero al final pensé que era más rentable hacerlo de ti.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas