lunes, 29 de junio de 2015

Parte de lo aprendido…




Lo que soy, quien soy, es fruto de mis vivencias, del aprendizaje adquirido, de mi capacidad de resiliencia, de mis muchas veces rebeldía, inconformismo, de mis errores y también de mis aciertos, de las personas que he conocido, las que han creído en mí, me han respetado y valorado, las que me han amado y querido, de las personas a las que he amado y a las que amo.

Y me he quedado con lo mejor, de aquellas que me han herido o ignorado. Gracias a ellas me he hecho fuerte y mi dignidad ha crecido conmigo, con mis años, que ya son unos cuantos… pero estupendos!

La persona que soy hoy, ha aprendido a quererse y vivir cada día intensamente, Respetándome y aceptándome sin ser mi juez y ejecutor.

Me permito llorar cuando lo necesito y también sentirme triste e incluso ser políticamente incorrecta en algunos momentos. Pero sobre todo he aprendido a mirar hacia delante, a caminar y saber descansar.

He aprendido a vivir sin lastres ni culpas que no me permitan disfrutar de cada momento, de cada persona.

He aprendido amar, pero sobre todo he aprendido a saber cómo necesito y quiero que me amen.

He aprendido a fantasear  y vivir realidades, a entender que no podemos quitarle años a nuestra vida, pero que si podemos darle mucha vida a nuestros años y eso es en lo que estoy y lo que llevo en mi mochila: Mucha vida para seguir dándole a mis muchos años que espero seguir cumpliendo.

Y tú ¿Quieres compartirla conmigo?

Fdo.: Raquel Díaz Illescas

miércoles, 24 de junio de 2015

Quizá y solo quizá…



Pasamos parte de nuestros años, de nuestros meses, de nuestros días,  de nuestras horas y de muchos de nuestros instantes, echando de menos, unas veces a quien se fue, otras a quien se irá y la mayoría de ellas a quien nunca estuvo.

Echar de menos es un estado delicioso, amargo y dulce en el que nos movemos con la esperanza de que en cualquier momento nos abrace y nos reco9mpense el tiempo perdido.

Echar de menos se conjuga en infinitivo, se vive en gerundio y se reprocha en participio.

No queremos conjugar tiempos que no sabemos manejar, tiempos que nos producen dolor y en demasiadas ocasiones tristeza.

Echo de menos nuestros paseos por la calle mayor.

Echo de menos verte reservar un restaurante, un hotel en la montaña o en la playa.

Echo de menos caminar contigo en paralelo como dos naranjas enteras.

Echo de menos el desayuno en la terraza con tostadas y mantequilla y mermelada de melocotón.

Echo de menos los sueños, las fantasías, las utopías, pero sobre todo echo de menos las realidades.

Echo de menos tu sonrisa, y tus dientes al reír.

Echo de menos tu deseo siempre activo.  

Echo de menos tu boca y tu lengua y también tus labios.

Echo de menos tus te quiero y tus te amo, y ser tu tesoro y tu reina y tu amor… y también tu nena…

Echo de menos que me digas que te vuelvo loco y que además sea verdad.

Echo de menos tus caricias cuando te despiertas antes que yo, y tu cuerpo caliente entre las sábanas.

Echo de menos tu sexo entre mis piernas y tu boca sobre mi sexo..

Echo de menos tu voz al otro lado del teléfono y tu aliento en el lóbulo de mi oreja.

Echo de menos las noches en la cama en la que solo nos mirábamos, sin más. 

Echo de menos el brillo de mis ojos y el palpitar de tu corazón.

Echo de menos palabras valientes.

Echo de menos que dejen de importar las onomásticas.

Echo de menos compartir contigo, lo que sea…

Echo de menos la caída de tus ojos, y tus abrazos y tus besos con sabor a smint-

Echo de menos soñar contigo y que tú lo hagas conmigo,

Echo de menos lo que nunca seremos, lo que nunca viviremos…

Si,  me permito echar de menos lo que quiera, a estas alturas de mi vida ¿Quién me lo impide?

Quizá y solo quizá dejaré de echarte de menos cuando te encuentre.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas

martes, 9 de junio de 2015

Y dibujé presentes


Y te regalé palabras,

Y te regalé mis besos, mis caricias, mis te quieros,

Y mi boca busco tu boca, y mi sexo buscó tu sexo ,

Y te deseé sin tiempo,

Y dibujé sonrisas donde solo había lágrimas,

Y me subí a tacones de aguja, y me enfundé vestidos de seda, y di color a mis labios y luz a mis ojos, 

Y paseé de tu brazo sin tú saberlo sintiéndome quien nunca sería,

Y desdibujé los pasados, y borré futuros para dibujar presentes.

Y arriesgué.

Y dibujé tu cuerpo de caricias y de besos  y te hice sentir grande, importante y valeroso,

Y envolví tu piel de amor y tu mente de cobardías,

Y pensé en los posibles y guardé los imposibles,

Y te amé tanto como besos te di, como te quiero silencié,

Y te esperé en una estación de paso, donde no había trenes a los que subirse ni pasajeros a los que esperar, 

Y detuve mis días mis meses y mis años, y quise acelerar los tuyos y el tiempo ensordeció,

Y permití que me negaras y forré mi corazón de acero,

Y bailé a tu son y dejé de ser yo,

Y encerré mis deseos y mis sueños y me dediqué a esperar “el día de los miedos”,

Y escuché tus te quiero en el silencio de la noche, 

Y derroché energía para no pensarte, para olvidarte,

Y te busqué en otros ojos y me maldije y te odié, 

Y utilicé la razón,  y mi razón dejó de entender,  

Y mi corazón empezó a sangrar y yo me compadecí, y le prometí cuidarlo, mimarlo y no humillarlo más.

Y te regalé memoria en tu piel y hasta prontos en tu boca,  

Y te regalé recuerdos a los que acudirás en un solo verbo, en una sola voz,

Y a pesar de todo hubo un tiempo en que yo fui feliz.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.