miércoles, 24 de octubre de 2012

Ser feliz en pareja

En territorio ingrato ¿hay espacio para los afectos? No, claro que no.

Pero ¿podemos aprender a convivir en un espacio armónico donde tenga cabida la afectividad y la sexualidad? Por supuesto.

La felicidad es una decisión. Lo que vivimos ¿acaso se parece en muchas ocasiones a lo que percibimos, a cómo nos sentimos?

Muchas personas piensan que su felicidad se encuentra en tener eso que denominan un “todo” en su vida: un trabajo, una casa, un coche, una pareja, unos hijos, salud, unos estudios, etc., etc. y dedican gran parte de su vida en su búsqueda, o a lamentarse por no haberlo conseguido. Es verdad que muchas llegan a tener todo lo pensado y soñado. Deberíamos entender entonces que ese “todo” ¿Sería suficiente para sentirse feliz al lado de su pareja?. Sin embargo ¿qué hace que ese “todo” no proporcione una pareja armónica?

Quizá porque con los años, el trabajo deja de tener un valor gratificante para pasar a ser en muchos casos motivo de conflicto emocional, y también con los años la persona descansa de este; el coche se hace viejo o deja de gustarnos; la casa se hace pequeña o grande o fría o deja de gustarnos; los hijos precisan dedicación y generan también preocupaciones; con los años los estudios realizados dejan paso a los frustrados; tenemos salud pero vemos sufrir a quien queremos.

Y ¿qué pasa con la pareja? la pareja la envolvemos en reproches de afectos ausentes, palabras mudas, sexualidades perdidas que hacen frías las sábanas, y demasiados pensamientos recurrentes que conducen a emociones que hacen daño y estas hacen que la pareja reaccione y se comporte de manera equivocada.

Y entonces ¿no podemos ser felices con nuestra pareja?

A veces no, y entonces es aconsejable desvincularse. Posiblemente no estemos preparados para el dolor, pero tampoco debemos estarlo para alargarlo durante toda nuestra vida. Tomar decisiones es parte de la vida, hacerlo desde la madurez facilita los procesos, siempre que tengamos presente el respeto que deben dar los años compartidos.

En otras muchas ocasiones claro que podemos llegar a ser felices con la pareja, claro que sí; pero primero es preciso sentirse bien con uno mismo. Si no eres capaz de poner en equilibrio tus pensamientos con tus emociones, será muy difícil que aprendas a ver a quien tienes cerca con tolerancia y respeto, y sepas y quieras amarla de manera que desees hacerlo. No porque toca o porque la quieres, sino porque realmente la deseas.

La felicidad posiblemente se alimente y muera en las expectativas que tenemos hacía la vida, y en este caso que nos ocupa hacia la pareja.

Seguiremos...

Puedes leer si quieres el anterior


Fdo.: Raquel Díaz Illescas

domingo, 14 de octubre de 2012

Desvincularse

.. ."no puedo más", “ya no sé qué más puedo hacer”, "es imposible" "así no podemos seguir", "ya nada nos une", "somos como dos extraños", "me siento sola cuando estamos juntos", "no tenemos de qué hablar", "nunca tiene una palabra amable de afecto, cariño", "no sé nunca cómo se siente, tengo que adivinarlo", "siempre es lo mismo", “solo se acerca a mi cuando quiere sexo”.

En cada una de estas frases subyace una necesidad de cambio

El deseo de cambio se encuentra activo prácticamente durante toda la vida de convivencia de la pareja.

Aún cuando sentimos que no nos quieren como desearíamos, no nos cuidan como necesitamos, aún y así las personas vivimos esperanzadas en que la persona que está a nuestro lado un día tenga un gesto amable con nosotros. Nos diga lo guapa y estupenda que estamos, lo mucho que nos quiere y lo que nos necesita. Y es entonces cuando pensamos en aquello que dicen que todo se aprende y nos cuestionamos el cómo y si tendremos fuerzas para aguantar hasta que nuestra pareja aprenda a querernos como nosotros queremos.

¿Y si no aprende?

Entonces deberemos poner en valor nuestras necesidades con nuestros afectos y si es preciso aprender a desvincularse sin traumas, de manera civilizada y con el respeto que merece el haber querido a alguien durante “X” tiempo de nuestra vida.

Las estadísticas nos indican que son en su mayoría las mujeres quienes expresan y manifiestan su descontento, o inconformidad con la manera de ser, estar y/o de expresar o manifestar de su pareja.

La comunicación eficaz es la base de cualquier relación. Uno de los motivos que llevan a que la pareja se vaya distanciando afectiva y sexualmente es precisamente la ausencia de ésta. Porque cuando decimos comunicación no nos referimos simplemente a hablar de temas prosaicos (que también hay que hablarlos) Cuando hablamos de comunicación estamos hablando de expresar sentimientos y emociones; deseos, afectos y conductas en cualquiera de los ámbitos de la convivencia, también el que concierne a la sexualidad.

Pero en más ocasiones de las que sería deseable, el comunicarse se reduce al intercambio de reproches y algún que otro improperio, que hacen que la comunicación acabe siendo destructiva y en muchas ocasiones evitada y temida por sus miembros.

Y es que todos hemos aprendido al dedillo a decirle al otro todo lo que no nos gusta de lo que hace o no nos hace (generalmente en una discusión a modo de reproche) pero pocos expresan a su pareja con igual frecuencia todo aquello que reciben de esta y que además les gusta y hace sentir bien. Si lo que hacemos o decimos se encuentra normalmente en territorio ingrato ¿Hay espacio para los afectos? ¿Para la sexualidad?

Seguiremos…

Si quieres leer el anterior:

Aprendiendo a expresar emociones


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.