miércoles, 10 de mayo de 2017

Las cosas sencillas



Me gustan las cosas sencillas, o eso creo yo.
 
Me gustan las flores y si son margaritas o rosas me gustan mucho más.

Me gusta el chocolate,  comerlo sola en especial; cómo da igual, el dónde y el con quién no siempre me da igual. 

Me gusta desayunar al aire libre, prefiero  tostadas con mantequilla y mermelada de melocotón y si lo hago escuchando y mirando tus ojos, mucho mejor.

Me gusta y me seduce que me sirvan una copa de vino, aunque el vino no sea mi elección.  

Me gusta el perfume, Chanel en especial,  de Allure huele mi cuerpo y mis sabanas un poco más. 

Me gustan los cuerpos mojados, los que salen de la ducha, de la piscina o del mar   y los que acaban en mi cama porque me hacen vibrar. 

Me gusta leer de noche, siempre  con auricular, tocar y oler las páginas me hace recordar. 
Escribir es mi pasión y hacerlo de ti y de mi y de ti y mi y de él y de ellos y de todos lo hago de forma habitual. 
Me gusta aprender,  si es a vivirte  mucho más, si es a olvidarte  quizá me cueste un poco más.
Me gusta el orden en mi desorden emocional.

Me gusta leerte y que me leas, pensarte y pensar que me piensas. 

Me gustan las redes sociales para compartir, buscar y encontrar, pero no para amar. 

Me gusta nadar y los nadadores más, y tú aunque no seas nadador me gustas a rabiar.

Me gusta bailar y los bailes latinos me seducen en especial,  y bailar contigo en ausencia de todos los quizá. 

Me gusta viajar en coche, barco, tren o avión, a dónde si es contigo, qué más da. . 

Me gusta la arena de la playa  y sentarme a la orilla del mar,  pasear y pensar  en ti, en mi o en él, o simplemente dejarme llevar. 

Me gustan las motos y los moteros sin duda más.

Me gusta la gastronomía y si es sexual  la disfruto más.   

Me gusta planificar, y si es contigo no se si pienso, planifico o me rindo. 

Me gusta que me seduzcan con palabras o con gestos, que me busquen y me encuentren.
Me gusta seducir, sin más.  

Me gustan las palabras valientes, las sensibles, y todas las que no mienten. 

Me gustan los abrazos que hablan,  y  que me abracen aún más.

Me gustan los besos apasionados, húmedos, calientes, de amor o de amistad, pero sobre todo me gusta besar  y tu boca en especial.

Me gusta el sexo y la sexualidad me divierte más. 

Me gustan los deportes de riesgo,  amarte es un riesgo, quererte es un riesgo, pensarte es un riesgo, hasta olvidarte lo es. 

Me gustan las cosas sencillas, las que se dejan amar.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas.
 

jueves, 4 de mayo de 2017

Olvidos tóxicos



Si contaminas tu memoria para esquivar el sentimiento éste te esperará en cualquier rincón de tus emociones, en el filo de tu pensamiento o en la esquina de tu cama.  
 
Si dejas que la frustración ensucie el nombre que silencias, el silencio moverá tus emociones y tu almohada  las lágrimas. 

Si buscas la calma en otros ojos, otra boca y otro cuerpo, la calma no será calma  sino desasosiego.
Cierra los ojos y respira hondo y llora hasta que sientas que tienes alma. 

Ahora toca secarse las lágrimas y vivir el aquí y ahora. Mira tus manos, tu cara y tu cuerpo y hasta lo que llevas puesto. 

Mira y reconoce dónde estás y lo que hay a tu alrededor y no bloquees a tu sentimiento, simplemente déjale que pase por tu pensamiento y se vaya, sin más. 

No llenes tu memoria de recuerdos manchados, estos ensuciarán tus días y tus noches, y el miedo estará siempre a tu lado. 

El olvido necesita tiempo, pero nunca contaminado. 

Fdo.: Raquel Díaz Illescas

martes, 2 de mayo de 2017

Coleccionista de amores



Soy coleccionista por vocación o devoción,  o por no serlo de soledades. 
 
Coleccioné mariposas y cuando conseguí la “Esmeralda”,  la “Monarca” emigró a Méjico y todas las demás la siguieron. 

Coleccioné postales de viajes y llegó un momento que ya no me decían nada.  

Coleccioné sueños y siempre había alguien que me los robaba. 

Coleccioné recortables de muñecas y estas se fueron con mis sueños. 

Coleccioné problemas y me cansaron  demasiado, recopilé soluciones y se fueron de mi lado. 

Coleccioné libros y me quedé con las palabras. 

Coleccioné pensamientos, pero me agotaban y preferí coleccionar emociones, pero necesitaba pensamientos para crearlas. 

Coleccioné  silencios pero se comieron todas mis palabras. 

Coleccioné soledades y llegué a tener tantas que quise regalarlas, pero todos tenían demasiadas.  

Coleccioné pecados, aunque solo dos de los capitales, y otros tantos censurables. 

Coleccioné amores que ordené y registré e incluso clasifiqué. 

Coleccioné amores y tuve demasiados o quizá nunca fueron demasiados. A todos quise y en momentos deseé,  y solo a algunos amé.

Coleccioné amores, aunque ninguno fue completo y menos aún perfecto.  Intimidad, pasión y compromiso nunca vinieron de la mano, aunque por separado me abrazaron. 

Coleccioné amores que olvidé y nunca recordé. 

Coleccioné amores que más tarde dejé ir, otros se fueron porque si, o por qué no. 

Coleccioné amores que aún viven en mi memoria y en mi pensamiento, y dejo que me acompañen en algún momento.

Coleccioné amores  que dejo dormir en mi almohada y se deslizan en mis sábanas, aunque solo un cuerpo descanse en mi cama. 

No tengo un “diario rojo” como Marilyn Monroe donde guarde secretos de estado, aunque  mis sabanas huelan a Chanel y mis labios los pinte de rojo. 

De amores y pasiones nacieron mis colecciones, porque a todas las amé al menos un tiempo y las dejé quedarse a mi lado.  

Ahora no colecciono nada, solo contemplo la vida y la sonrío cuando me mira y cuando no me mira intento seducirla para que no deje de mirarme y yo pueda sonreírla. 

Fdo.: Raquel Díaz Illescas