El comportamiento de la sociedad española en épocas pasadas, y no tanto, estaba guiado por modelos de conducta erótica, que regían el comportamiento de hombres y mujeres. En un estudio llevado a cabo en España sobre sexualidad, por el ya fallecido sociólogo y escritor Josep Vicent Marqués, estableció tres modelos sexuales que han formado parte de una época, y siguen viviendo aún en nuestros días.
1. El modelo clerical-represivo, dominante a lo largo del siglo XIX. La fuerte influencia de la moral religiosa, hace que la idea dominante sea que la erótica es un instinto negativo del que hay que defenderse a toda costa. Este modelo, asocia enérgicamente la erótica a lo genital y lo reproductivo. La mujer carecía de cualquier erótica. Su función era la de ejercer de buena esposa y madre.
2. El burgués- tradicional, dominante a finales del XIX y principios del XX. Se caracteriza por la “doble moral” Los contactos eróticos serán aceptables, o perniciosos, dependiendo quien los practique, si es un hombre, o una mujer. La erótica se sigue identificando y focalizando fuertemente en lo genital.
3. El modelo capitalista-permisivo, el dominante en la actualidad. Se reconoce al fin, la sexualidad de la mujer. A este modelo dedicamos las líneas que siguen…
Como hemos podido ver, a lo largo de la historia, la sexualidad, la erótica, ha sido territorio exclusivo de los hombres, y también ha recaído en ellos la injusta responsabilidad de hacer llegar al clímax a su pareja.
Los condicionantes socio-económicos que acontecieron al final de la II Guerra Mundial, propiciaron la aparición de un nuevo modelo sexual, llamado capitalista permisivo, hecho que no supuso la desaparición de los modelos imperantes en aquel momento, ya que estos han ido coexistiendo con el dominante en nuestros días,
A pesar de que ha habido una importante revolución sexual en las últimas décadas, todavía hoy nos seguimos moviendo por modelos sociales que dificultan que las relaciones amorosas se vivan de manera placentera en la pareja.
La idea actual que tenemos de la sexualidad, es que ésta es una parte esencial del ser humano. Pero aún hoy, la sexualidad gira en torno al coito. Es verdad que al fin se ha reconocido la existencia de la erótica femenina, así como el reconocimiento de la importancia de desarrollar una vida sexual satisfactoria y plena, tanto en el hombre como en la mujer, considerándose que los encuentros eróticos son una parte esencial en la convivencia y la relación de las parejas.
Se reconoce que tanto el hombre como la mujer, pueden sentir deseo erótico, y disfrutar de su sexualidad. Ahora bien, aún admitiendo que la mujer posee erótica, ésta sigue sin ser poseedora de ella, es una faceta que tiene, pero que ha de despertarle su pareja. El papel del hombre ha cambiado con respecto a los modelos culturales anteriores (burgués-tradicional): se sigue valorando su supuesta potencia, pero ahora lo importante no es la cantidad de relaciones, sino la calidad de las mismas, ya que de él se supone que depende la satisfacción de su pareja, y su valoración como amante reside precisamente en dicha satisfacción.
En este modelo el hombre pasa a ser una especie de “trabajador cualificado” en lo referente a la sexualidad, que se convierte en una tarea en la que además de su disfrute, ha de conseguir el máximo goce de su pareja.
En muchas ocasiones el placer obtenido por la mujer en la relación erótica, es considerado como una especie de reconocimiento a su pericia y valor como amante. Tod@s conocemos ese dicho absurdo, que tanto daño ha hecho al disfrute de la sexualidad: “No hay mujeres frígidas, sino hombres inexpertos”, es la frase que mejor representa la ideología de este modelo. Es verdad que esta creencia, ha traído consigo algunos avances y también algunos problema, conocer su origen nos ayudará a relacionarnos mejor con nuestro cuerpo y el de nuestra pareja.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas.
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