...Se más detallista, cariñoso, apasionado, afectivo, comunicativo, sensible, creativo, confiado, respetuoso, tenaz, manitas, inteligente, listo, dispuesto, atento, sincero, innovador, aventurero, responsable, simpático, fiel, etc., etc.
y así yo seré más feliz.
¿Quién no ha pensado alguna vez que si su pareja cambiara esto o aquello su vida sería diferente, sería más feliz?
Dedicamos demasiadas energías a pensar en lo que no nos gusta de nuestra pareja, lo que debería cambiar para que nosotros nos sintiéramos más felices, y aprovechamos la mínima rendija para filtrárselo. Unas veces controlando el improperio y las más “escupiéndolas”.
Somos seres para el contacto y la vinculación, es cierto, pero igualmente lo es que mantener el amor y la pasión en la pareja es una tarea en la que hay que trabajar todos los días y con eficacia.
Y esto ¿qué significa?
Que al amor y la pasión hay que alimentarlos con caricias, besos y abrazos, con intimidad y complicidad, con estímulos de los que te hacen sentir cada día más grande y estupenda, con palabras dulces y afectivas, pero también de las que se susurran entre las sabanas y las que son “condimento para el pecado”.
Cuando nos sentimos amados, queridos, valorados y deseados todo fluye mejor y los contratiempos que pueden ir surgiendo fruto de la convivencia son más fáciles de abordar y provocan menos desastres emocionales a sus miembros.
Sentirse en distintas sintonías o frecuencias emocionales y/o sexuales es algo que está instalado en el pensamiento de muchas parejas, y también de un discurso que ha olvidado tiempos verbales.
Y es que cuando permitimos que el deseo acampe a sus anchas, las palabras y las conductas se van contaminando y van enfermando la relación. Y es entonces cuando a veces la pareja necesita ayuda profesional para que ésta deje de deteriorarse y recobre la salud, aunque esto implique en ocasiones tener que tomar caminos distintos.
Vivir en pareja puede ser una experiencia estupenda o destructiva para sus miembros. Y esto ¿de qué depende? ¿Del otro
Fdo.: Raquel Díaz Illescas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario