sábado, 19 de junio de 2010

Itaca

Cuando emprendas tu viaje a Itaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues -¡con qué placer y alegría!- a puertos nunca vistos antes. Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral, ámbar y ébano y toda suerte de perfumes sensuales, cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. Ve a muchas ciudades egipcias a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Itacas.

C. P. Cavafis. Antología poética. Alianza Editorial, Madrid 1999.
Edición y traducción, Pedro Bádenas de la Peña

1 comentario:

Anónimo dijo...

Solamente siendo viejo... bueno, mayor, se puede comprender el significado del mensaje que nos brindas en esta entrada. Porque, efectivamente, el camino a esa meta soñada no consiste exclusivamente en llegar. La carga de emociones, alegrías, experiencias, sueños, ilusiones... que puedes sentir y vivir en ese camino, son tan interesantes como el llegar a ese destino idílico... que puede ocurrir...que nunca se llegue... Pero la juventud ¿lo entenderá así?