La educación sexual ha estado tradicionalmente inmersa en los distintos escenarios de la vida cotidiana, pero bajo una connotación parcial que ha reducido la concepción de la sexualidad a lo genital. Esto ha creado barreras socioculturales e individuales que no han favorecido su integración a la educación formal y han contribuido, además, a una vivencia poco o nada placentera de la sexualidad.
Las fuentes de aprendizaje de lo sexual de las que bebieron nuestros mayores fueron por mucho tiempo la religión y la medicina. La primera, imponiendo límites, calificativos y castigos morales. La segunda, dando respuestas a las enfermedades o condiciones de riesgo para la salud sexual, con base en las cátedras científicas como fuentes básicas de la formación médica, pero ninguna de ellas integrando en la vida de las personas la vivencia placentera de la sexualidad.
A partir de la década de los 90 se reconoce la educación sexual como un componente importante en la calidad de vida de las personas y no sólo como elemento para prevenir o modificar la ignorancia, el miedo, la inequidad de género y los conflictos de la vida sexual de las personas. La salud y promoción de la sexualidad comienza a ser prioritaria en los planes de atención básica, haciéndose necesario el establecimiento y abordaje de objetivos y una metodología que permitieran el desarrollo de una educación en sexualidad.
La educación sexual que han recibido nuestros mayores ha estado impregnada por la cultura judeo cristiana que les ha hecho vivir la sexualidad con culpa. Lo que hoy viven no es muy diferente pues la sociedad no deja de transmitirles un modelo joven y coital de la sexualidad generándoles ansiedad y haciéndoles sentir frustrados y acabados, olvidándose de que también las personas mayores necesitan de los vínculos afectivos y de figuras de apego, banalizando muchas veces lo que pueden esperar de sus relaciones sexuales.
Una educación sexual en la vejez debería tener en cuenta:
1. Concienciarse de que las personas mayores son sexualmente activas.
2. Normalizar los temas relacionados con la sexualidad, fomentando que las personas mayores puedan expresar libremente las dificultades o problemas que sientan con su sexualidad individual o con su pareja.
4. Potenciar una visión de la sexualidad más creativa, menos coital, que reconozca el valor de las caricias, los afectos y los encuentros sexuales carentes de ansiedad y sin metas que cumplir.
6. No crear nuevas exigencias que contradigan los deseos o creencias religiosas de las personas mayores.
7. Interiorizar una nueva visión de la sexualidad, no limitada a la procreación, el coito, el matrimonio, las manifestaciones heterosexuales y que les lleve a pensar que es exclusiva del varón.
8. Trabajar en la erradicación de las falsas creencias, que se convierten en una verdadera opresión y justificación de numerosas prohibiciones y persecuciones.
9. Abordar las dificultades psicosociales que limitan una sexualidad placentera en este periodo de la vida, facilitando que las personas mayores se reconcilien con su figura corporal y acepten los cambios que supone el proceso de envejecimiento, cambiando los estándares de belleza de la juventud basados en criterios físicos y estéticos, por nuevos modelos más realistas y alcanzables, basados en los valores de la comunicación, el afecto, la intimidad y la sensualidad.
10. Favorecer y fomentar que las personas mayores tengan unos vínculos afectivos estables y una red de relaciones sociales amplias y adecuadas para las personas mayores, que les permitan satisfacer sus necesidades de afecto e intimidad en los casos en que haya bajo apoyo social, o situaciones de soledad por viudedad, separaciones, etc.
11. Intervenir con el consentimiento de la persona mayor en aquéllas áreas o problemas como las ya tratadas, u otras como las relaciones de pareja, el estado de salud, o el estrés y la depresión, que afectan de forma significativa a las relaciones sexuales.
Un mayor conocimiento de la sexualidad en las personas mayores por parte de los médicos y diferentes profesionales, mejoraría al mismo tiempo la educación en sexualidad de las personas mayores y facilitaría el asesoramiento que los profesionales deben proporcionar a los mayores ante sus problemas sexuales.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas.
2. Normalizar los temas relacionados con la sexualidad, fomentando que las personas mayores puedan expresar libremente las dificultades o problemas que sientan con su sexualidad individual o con su pareja.
3. Proporcionarles información sobre los cambios normales que ocurren con el envejecimiento que pueden generar cambios en la forma de experimentar la sexualidad y que les permita ir adaptándose a la nueva situación. Así mismo, informarles de cómo los factores fisiológicos, psicológicos y sociales pueden influir en el inicio y mantenimiento de disfunciones o dificultades sexuales, y también de los recursos existentes para su posible superación.
4. Potenciar una visión de la sexualidad más creativa, menos coital, que reconozca el valor de las caricias, los afectos y los encuentros sexuales carentes de ansiedad y sin metas que cumplir.
5. Promocionar la salud a través del mantenimiento de hábitos de vida saludables como la realización de ejercicio físico y una buena alimentación, con el objetivo de mantener un buen estado corporal, mental y una buena salud sexual.
6. No crear nuevas exigencias que contradigan los deseos o creencias religiosas de las personas mayores.
7. Interiorizar una nueva visión de la sexualidad, no limitada a la procreación, el coito, el matrimonio, las manifestaciones heterosexuales y que les lleve a pensar que es exclusiva del varón.
8. Trabajar en la erradicación de las falsas creencias, que se convierten en una verdadera opresión y justificación de numerosas prohibiciones y persecuciones.
9. Abordar las dificultades psicosociales que limitan una sexualidad placentera en este periodo de la vida, facilitando que las personas mayores se reconcilien con su figura corporal y acepten los cambios que supone el proceso de envejecimiento, cambiando los estándares de belleza de la juventud basados en criterios físicos y estéticos, por nuevos modelos más realistas y alcanzables, basados en los valores de la comunicación, el afecto, la intimidad y la sensualidad.
10. Favorecer y fomentar que las personas mayores tengan unos vínculos afectivos estables y una red de relaciones sociales amplias y adecuadas para las personas mayores, que les permitan satisfacer sus necesidades de afecto e intimidad en los casos en que haya bajo apoyo social, o situaciones de soledad por viudedad, separaciones, etc.
11. Intervenir con el consentimiento de la persona mayor en aquéllas áreas o problemas como las ya tratadas, u otras como las relaciones de pareja, el estado de salud, o el estrés y la depresión, que afectan de forma significativa a las relaciones sexuales.
Un mayor conocimiento de la sexualidad en las personas mayores por parte de los médicos y diferentes profesionales, mejoraría al mismo tiempo la educación en sexualidad de las personas mayores y facilitaría el asesoramiento que los profesionales deben proporcionar a los mayores ante sus problemas sexuales.
Si tenemos en cuenta que las dificultades para que las personas mayores vivan la sexualidad y las relaciones interpersonales son de naturaleza psicológica y social y no dependen en la mayoría de los casos de estos, los objetivos y contenidos que propongamos, deberíamos intentar conseguirlos con el personal de centros y residencias de mayores, con los hijos de las personas mayores y con los propios mayores y la sociedad en general.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas.
2 comentarios:
Felicidades por este blog y concretamente por el post sobre sexualidad durante la vejez. Soy Josep de Martí, gerontólogo y director del portal www.inforesidencias.com, especializado en residencias para personas mayores. Acabo de escribir en mi blog sobre una residencia de ancianos en Estados unidos donde promueven las relaciones sexuales y tiene una guía clara y con formato escrito para llevarlo a cabo. Espero que sea de su interés, aquí se puede leer
Gracias Josep por tu comentario y la referencia del artículo. He de decirte que como formadora ocupacional, formé a grupos de profesionales del ámbito sanitario, concretamente de residencias de mayores en este aspecto. El curso se llamaba: “Sexualidad en la vejez: garantía de salud” de 45h.
Una experiencia estupenda y que sin duda debería promoverse desde los diferentes organismos.
Te recomiendo un libro de mi gran amigo Félix López Sánchez: “Sexualidad en la vejez”.
Un abrazo.
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