martes, 17 de marzo de 2015

La seducción de la tristeza



Sanamos de un estado de sufrimiento si lo experimentamos en su totalidad” (Marcel Proust).

Como una tela de araña se instala la tristeza en nuestro cerebro y nos abraza y nos acoge con promesas de silencio, lagrimas  y dulces sueños...

La tristeza dispone de un lenguaje propio. Nos habla el rostro, el caminar, nuestros silencios, nuestras ausencias, nuestra mirada, nuestro pensamiento...

La tristeza no precisa de palabras para comunicarse, hace uso del silencio y de las lágrimas que actúan como mecanismo de defensa y desahogo, ayudándonos a  liberar la tensión que esta genera en nuestra psique. 

La tristeza es una de las emociones más básicas del ser humano. Es esa sensación que nos embarga por diferentes motivos, que consume nuestras energías, que resta brillo a nuestra mirada, que enlentece nuestras palabras, nuestros pasos, nuestras acciones, que provoca nuestro sueño, que silencia nuestro verbo, que bloquea nuestros deseos, que manipula nuestro pensamiento, que amordaza nuestra sexualidad, y humedece nuestros ojos en busca de unos brazos que le digan: tranquila, no estás sola. Yo te quiero.

 Seguramente,  el cerebro se encuentra más preparado para enfrentarse a esta emoción que a cualquier otra. Cuando vemos a alguien triste nos resulta fácil empatizar con ella. 

Reconocemos de inmediato esta emoción y tendemos a ofrecer nuestro apoyo. 

La tristeza nos arrastra y vapulea en busca de razones que motiven ese estado en el que nos encontramos. 

Y ¿Qué nos causa tristeza?

-La pérdida, en cualquier área de nuestra vida (laboral, de objetos, de personas, de salud, de amistad, de amor..; objetivos valiosos e importantes para nosotros...).

- La vivencia de una situación hostil.

¿Son las situaciones o hechos que vivimos los que nos producen tristeza?

No siempre.  Es la percepción de lo vivido lo que produce esta emoción. Son los pensamientos que construimos a partir de lo ocurrido lo que produce en nosotros ese sentimiento. Es por eso que una misma situación o hecho es vivido de manera diferente por otras personas. 

Así mismo hay algunos moduladores que influyen en cómo vivimos esta emoción:

-Los patrones de personalidad.
-Los esquemas cognitivos y
-El entorno sociocultural.

Y es que si no ponemos limites a nuestro pensamiento, éste es capaz de crear mundos con dragones dispuestos a devorarnos.  De nuestros pensamientos germinan nuestras emociones que nos llevan a  actuar conforme nos sentimos. Por eso es tan importante aprender a manejar nuestro pensamiento y darle libertad siempre que sea para construir en positivo  ¿Estamos dispuestos a dejarnos devorar?  

La tristeza ¿puede ser positiva?

La  alegría es productiva, esto lo sabemos. La tristeza también lo es... y a veces no  lo sabemos. 

La tristeza nos invita a reflexionar. A parar y pensar.. A valorar. A decidir.

Los pensamientos positivos sabemos que son más saludables que los negativos, pero también desde la tristeza se puede pensar positivamente y también bajo un estado de alegría, se puede pensar negativamente.

Lo  saludable es pensar desde un estado realista e inteligente, comprender que la vida es una interacción entre estados de luz y de sombra.

Estar triste no es tener una depresión.

Y es que de los días o momentos de tristeza nacen nuevos aprendizajes de los que debemos salir fortalecidos tras haber superado un proceso del cual, hemos obtenido conocimiento para seguir adelante, para curtir un poco más ese caparazón que nos da el vivir y donde hemos de saber y disponer de recursos humanos, emocionales y profesionales que nos permitan protegernos  para ser capaces de responder ante nuevas recaídas.

Los momentos de tristeza debemos de vivirlos como transitorios y circunstanciales. Acogerlos como huéspedes de paso, no como residentes. Hay que saber que se irá, pero que no siempre lo hace sola, es por esto que debemos estar atentos por si en algún momento intenta seducirnos para quedarse a nuestro lado...

De manera, que yo me doy permiso para estar triste... de vez en cuando. Y tú ¿Te lo das?

Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

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