martes, 3 de marzo de 2015

Razones por las que a los hombres les gusta el sexo anal. Segunda Parte


Sexy, sensual, erótico, excitante, provocador, deseable…

El gusto de los hombres por el trasero de las mujeres se remonta a nuestros ancestros que veían en este y más concretamente en la amplitud de las caderas un buen presagio de fertilidad. Es evidente que en pleno siglo XXI aunque este “instinto primario” se encuentre grabado en algún gen del género masculino, sin duda alguna no es lo que mueve sus hormonas.

En los encuentros eróticos ¿cuáles son las razones por las que les atrae tanto mantener sexo por una zona que es biológicamente de salida, y no de entrada?

“El asco” o cualquier concepto que se le parezca, está fuera de su vocabulario sexual cuando se trata de las nalgas femeninas. Las razones son muy simples:

1.    Confianza: cuando una mujer dice “SÍ” a mantener sexo anal está depositando en su pareja sexual confianza. De alguna manera le está diciendo: Tú eres especial. A ti te lo permito. Recordemos que aún las mujeres que aceptan mantener sexo anal no lo hacen o han hecho con todas sus parejas sexuales.

2.    Sensación de poder: Puede sonar machista, territorial y retrogrado, pero la realidad es que un alto porcentaje de los hombres disfrutan sintiéndose poderosos entre las sábanas. Es parte de su ego masculino. El sexo anal les permite una posición de control que puede resultar cuanto menos morbosa y  altamente excitante. Recordemos que los hombres son muy visuales y ver las nalgas de su pareja desde esa perspectiva es una imagen  de alto voltaje.

3.    Les encantan los traseros: posiblemente allí donde termina la espalda, es una de las zonas más eróticas, sensuales y provocadoras para los hombres. Está llena de connotaciones que llevan a expresiones emocionales, orgánicas, verbales y conductuales. Es un recurso recurrente en las fantasías sexuales masculinas.

4.    Placer: además de los aspectos visuales o morbosos,  la penetración anal resulta muy placentera para muchos hombres ya que el ano es mucho más angosto, aunque es verdad que no está tan lubricado como la vagina (aunque esto lo podemos solucionar con un buen lubricante).

El placer sin duda, reside en todos los componen entes que rodean a esta práctica más que en el hecho de la penetración.

5.    Algo nuevo: a pesar de ser l sexo anal una práctica al uso en las relaciones sexuales, si es verdad que no es la más habitual y generalmente  es una práctica que se consulta o se pacta con la pareja y no siempre es aceptada de buen grado.

Las relaciones eróticas están tejidas de intercambios de conductas sexuales que deben ser satisfactorias y placenteras para ambos miembros de la pareja.  Lo que ocurre entre las sábanas puede y debe ser pactado entre sus miembros. Las personas tenemos diferencias y preferencias sexuales en lo que nos pone, excita o nos hace gozar.  Ninguna es mejor que otra. La mejor será aquella en la que en cada momento sea elegida y deseada por la pareja.

En muchas ocasiones, estas apetencias sexuales son compatibles con las preferencias y deseos de nuestra pareja, entonces los encuentros sexuales pueden ser estupendos para ambos amantes. Pero hay practicas o situaciones en que lo que a nosotros nos hace gozar y nos excita no es del gusto de nuestra pareja, por lo que podemos tener dificultades a la hora de realizar estas actividades sexuales al implicar desagrado para nuestro amante.

Si  la práctica del sexo anal no te gusta no debes sentirte obligada a hacerlo, la sexualidad es lo suficientemente rica como para poder disfrutar de ella en otras posiciones más placenteras para ambos. Recuerda: el sexo es para disfrutarlo, nunca para sufrir con él.

Si cumplimos con los cinco ases de la sexualidad estaremos disfrutando a solas o en compañía, de un sexo saludable: responsable, libre, seguro, placentero y lúdico.  

Si queréis leer el post anterior


 Fdo.: Raquel Díaz Illesca

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