jueves, 19 de mayo de 2011

Cómo tomar decisiones: alternativas y algo más. (II)

Vivir es decidir cada instante, es también equivocarse, al tiempo que disfrutamos de las buenas decisiones tomadas.

Es verdad que cuando tenemos que tomar decisiones más o menos importantes o trascendentes para el buen o mejor funcionamiento de un área de nuestra vida laboral o afectiva, no siempre nos encontramos con la mejor disposición, ánimo o motivación para elaborar un método que nos ayude a tomar la mejor decisión entre las posibles, y muchas veces nos bloqueamos y preferimos esperar. Sin embargo es importante manejar un método de toma de decisiones que nos facilite este proceso, pues esto contribuirá a que nos sintamos más reforzados y seguros para futuras acciones.

Entonces, siguiendo el esquema que hemos establecido, una vez determinada cual es la situación problemática y analizada en profundidad, para tomar decisiones es necesario:

• Generar acciones alternativas: es conveniente elaborar una lista con las posibles opciones que tenemos para solucionar nuestro problema.

• Evaluar el posible resultado: teniendo en cuenta la incertidumbre de cada decisión y el valor subjetivo que cada cual asigna a su problema, ya sea de manera consciente o automática. Esto permitirá obtener una idea de las consecuencias que tendría cada una de las opciones posibles y que podrá servir para elegir la conducta más idónea que nos llevará al afrontamiento y solución de nuestro problema.

• Detallar los costes y beneficios de nuestra decisión: por una parte qué necesitaremos “sacrificar”, a qué tendremos que ”renunciar”, qué precisamos “invertir”. O sea, todos aquellos costes económicos, sociales o emocionales que conllevará cada una de las opciones evaluadas. Así mismo qué GANAREMOS en cada una de las disyuntivas (amigos/as, estabilidad económica, emocional, proyección social, profesional, una sexualidad satisfactoria…) Debemos tener muy presente tanto los costes como los beneficios, pues es aconsejable que nuestras ganancias superen a los costes que debemos emplear, de lo contrario no podremos mantener algo tan necesario en cualquier proceso de toma de decisiones como es la motivación.

• Definir el tiempo en que se va a llevar a cabo cada elección que estamos valorando (corto, medio o largo plazo): Este punto será una parte fundamental en el proceso de toma de decisiones, pues si la solución elegida tiene unos costes muy altos en un periodo de tiempo también largo puede no ser la mejor posibilidad, pues no conseguiremos como ya hemos indicado, mantener la motivación.

• Evaluación de los resultados: una vez elegida la opción más adecuada y puesta en marcha nuestra decisión, es importante evaluar si el problema se solucionó. Si los resultados han sido los esperados o no. Si no ha sido así, deberemos valorar si es una cuestión de otorgarle algo más de tiempo o considerar otras elecciones posibles que anteriormente no hayamos contemplado, lo cual nos hará volver al comienzo del proceso.

Cierto es que las personas no siempre elaboran un método, plan o modelo de toma de decisiones para afrontar sus problemas, sino que más bien lo hacen de manera automática, incluso a veces sin ser conscientes de que están utilizando un método. Sin embargo es importante ser conscientes de la trascendencia que tienen nuestras decisiones en nuestra vida presente y futura, porque mirar al pasado solo debe servirnos para aprender de los errores cometidos y por supuesto de las experiencias exitosas.

Las experiencias gratificantes o de éxito en la toma de decisiones pasadas contribuirán a afrontar bien las futuras, así como a su valoración.

No es fácil tomar decisiones, pero es importante empezar a aprender a hacerlo, pues esta puede ser muy diferente a lo que experimentamos cuando no las tomamos.

Y, ¿cómo trasladamos esto a nuestra vida?


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

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