Si llenas tus espacios de silencios, tus
habitaciones se irán quedando frías y en penumbra, y las palabras se irán
deslizando buscando el calor y la luz que dejaste al otro lado.
Y los besos y las caricias y los te quiero y
tu deseo y el ajeno, te irán dejando sola, con tus silencios.
Si no le pones calor y complicidad a tus
silencios, si no permites que tus manos, tus ojos y tu cuerpo contengan todas
las palabras que tu boca silencia, si no pones tiempo al silencio, éste lo hará
por ti.
¡Sube las persianas, enciende una pequeña
chimenea y empieza regalándote una sonrisa y diciendo “Aquí estoy”!
Fdo.: Raquel Díaz
Illescas
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