Sigo evitando pensarte, mirarte e
incluso hablar de ti.
Sigo emocionándome cuando vienes
a mi memoria, cuando como hoy te escribo… y entonces me siento la persona más
vulnerable de este mundo.
Sigo llorándote, y echándote de
menos y de más.
Hoy hace tres años que vives en
un stand de mi biblioteca y en cada uno de los espacios de mi pensamiento y en
cada una de las fibras de mi corazón.
Una vasija de barro que no me
atrevo a mirar.
Ni siquiera me siento cobarde por
no dejarte ir. Por no ser capaz de esparcir tus cenizas en cualquiera de los
sitios que te hacían feliz. No puedo hacerlo. No quiero hacerlo.
Hay sentimientos que no podemos
contarle a nadie porque al hacerlo sentimos que nos derrumbamos y que el dolor
vuelve como el primer día,, como si nunca se hubiese ido.
Te escribo con las incoherencias
del sentir, y con toda la ingenuidad que todavía poseo. Siento que te escribo
solo para ti. Lo demás no me importa.
Te quiero preciosa Harley.
Fdo.:
Raquel Díaz Illescas
No hay comentarios:
Publicar un comentario