Cánsate de que te digan que te
has equivocado.
Cánsate de estar solo cuando
necesitas que te abracen.
Cánsate de las palabras vacías,
de las miradas ausentes y oídos sordos.
Cánsate de fingir lo que no
sientes.
Cánsate de de maquillar las
mentiras ajenas.
Cánsate de que rechacen tus
besos, tus abrazos o tu deseo.
Cánsate de no disfrutar del sexo
, de tu erótica.
Cánsate de los hábitos nocivos,
de las personas tóxicas, de las
dependencias emocionales, de la dependencia.
Cánsate de que te duela el
cuerpo y si quieres también el alma.
Cánsate de decir SI a lo que no
deseas.
Cánsate de sentirte culpable por
lo que hiciste o dejaste de hacer.
Cánsate de no tomar decisiones.
Cánsate de alimentar a tus
fantasmas.
Cánsate de somnolencias
diurnas e insomnios nocturnos.
Cánsate
de alimentar a tus fantasmas.
Cánsate de esperar a quien no vendrá.
Cánsate de decir que amas cuando eres un
“yonqui emocional”.
Cánsate de magnificar miserias.
Cánsate de disculpar faltas de respeto.
Cánsate de pensar que no podrás hacerlo, de
que te pondrás nervioso, de que te derrumbarás.
Cánsate de sentirte un fracasado.
Cánsate de huir.
Cánsate de humedecer la almohada cada noche, cánsate
de entristecer tu mirada.
Cánsate del sufrimiento que te aniquila.
Cánsate de esperar a quien no
vendrá.
Cánsate de no disfrutar de la
vida, de no amar mentes sanas con corazones ricos.
Cánsate de todo lo que te coma las
entrañas, pero NUNCA TE CANSES DE ti.
Fdo.: Raquel Díaz Illescas
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