domingo, 24 de enero de 2010

Sugerencias para un encuentro erótico sexual placentero

Cierra los ojos y disfruta planificando tu encuentro erótico sexual…

Siendo la sexualidad una de las actividades más placenteras es a la que menos momentos le reservamos en la agenda y a la que menos cuidamos y mimamos.

Como ya indicábamos en otras ediciones: …igual que planificamos un fin de semana en la playa o en la montaña, y preparamos todo aquello que entendemos necesitaremos para que sea estupendo, así también podemos y deberíamos hacer con nuestros encuentros sexuales. Planificarlos, cuidar todos los detalles, preparar todo aquello que nos gusta y con lo que sabemos que disfrutaremos. Un encuentro sexual, no tiene porque ser diferente en cuanto a su planificación, aunque sí lo sea en los elementos que preparemos. Si no lo han hecho nunca, están a tiempo. El sentido del ridículo, las vergüenzas varias y los prejuicios ya gastados, déjenlos para otros momentos menos placenteros que el que nos ocupa.

Algunas sugerencias a tener en cuenta en los encuentros erótico sexuales.

  •  Elección del día: esto es importante. Debéis confrontar agendas, buscar y encontrar un día de la semana en el que podáis reservar al menos dos o tres horas sin interrupciones de niños, trabajo, teléfonos, etc. (lo deseable sería toda la tarde). La sexualidad, vuestra sexualidad, merece buscar y encontrar un día a la semana para pasarlo bien juntos.
  • Lugar: donde las posibilidades económicas o familiares os lo permitan. En vuestra casa, hotel, etc. Debe ser una habitación agradable, con cama, o algo similar, lo importante es que sea cómodo.
  • El ambiente: debe cuidarse al detalle, con todos aquellos elementos que a los dos miembros de la pareja os resulten eróticos: una iluminación cálida, música de ambiente, aromas y buena temperatura.
  • Aceites para acariciar: reservar aceites o esencias para acariciar el cuerpo de vuestra pareja es una delicia que desearéis repetir.
  • Indumentaria: utilizar prendas sugerentes, sensuales, si es preciso y la economía lo permite. Comprar algo para el momento, si no es posible sólo hay que erotizar lo que os pongáis.
  • Apagar el móvil, descolgar el teléfono fijo, y desconectar el timbre de la puerta: es importante eliminar todo aquello que pueda perturbar vuestro momento de placer, ese que habéis preparado de manera especial. Quien esté al otro lado del teléfono o de la puerta, seguro que puede esperar.
  • Actitud física y psíquica: procurar estar lo más despejados posible, descansados, con la digestión hecha (que podáis moveros libremente sin sentir pesadez); las preocupaciones o el estrés dejarlos en la puerta.
  • Las caricias: es importante tomarse tiempo para disfrutar de los cuerpos desnudos. Olvidarse del coito, centrarse en las caricias y en la piel de vuestra pareja, desde la cabeza y hasta la punta de los dedos de los pies. Con las manos, con la boca, con el pelo, con el cuerpo…La geografía corporal es maravillosa, tenemos mucha piel para mimar sin tocar los genitales.
  • Vivir el placer de recibir y de dar: sin ansiedad, ni culpas, sin responsabilizar a la pareja del propio placer. Disfrutar siendo activos o pasivos, sin pensar quien toma la iniciativa.
  • Tener la mente en “clave erótica”: la mente debe estar ocupada con pensamientos o imágenes eróticas que sirvan de estímulo. Cuando la mente está preocupada por el desempeño sexual o distraída en otras cosas la respuesta sexual no funciona, se inhibe. No lo olvidéis.
Otros aspectos a tener en cuenta:

  • El aliento: Si la boca no sabe bien, no huele bien, no puede haber encuentro sexual satisfactorio, placentero. El mal aliento, acaba siendo un inhibidor del deseo sexual. Es fundamental y necesario que cuando estás con la persona amada, deseada, el olor que salga de tu boca al hablar, o respirar, sea lo más deseable y agradable posible, debe querer y desear besarte. Si esto no es así, malamente se va a desarrollar ese encuentro, que tendrá de todo menos de erótico. Si has comido queso roquefort, por mucho que sepas que a ella le gusta, quítate de la cabeza que le gustará al besarte. Pongo de ejemplo el queso, pero extrapólalo a cualquier alimento o bebida (café, zumo de tomate, etc., etc.). El aliento también se resiente cuando no se ha comido y el estómago está vacío, o al levantarse por las mañanas. Esto es muy fácil de evitar y solucionar: lávate los dientes después de comer, siempre y si no llevas cepillo, los enjuagues bucales o los caramelitos refrescantes son estupendos, ocupan poco y dan buenos resultados, llévalos siempre. Si tu boca huele bien, sabrá mejor y será más deseable.
  • Olor corporal: la ducha diaria es un imperativo para una sexualidad placentera, aunque haga frío, no tengas tiempo, etc., etc. Hay que pasar por agua y jabón todos los días, y antes de una relación sexual ducharse nuevamente, la piel no se desgasta. Si tu cuerpo huele bien resultará apetecible, se podrá besar y lamer. Merece la pena no perdérselo.
Todas estas sugerencias que he reseñado más arriba, son elementos que aunque todas las personas decimos conocer, también muchas olvidan, pensando eso de que la sexualidad debe ser espontánea. Pues teniendo ya todos claro que la sexualidad debe dejarse lo menos posible a la naturalidad, cuidemos nuestros encuentros eróticos, los disfrutaremos más, y nuestra pareja también.

Esto no garantiza que tengáis orgasmos estupendos, ni tan siquiera que lleguéis al clímax los dos, pero si será un paso para vivir vuestra sexualidad de manera diferente, disfrutando los dos.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

domingo, 17 de enero de 2010

La sexualidad no tiene por qué ser espontánea.

 Planificar un encuentro sexual puede ser muy excitante.


Todas las personas tenemos un concepto o idea de lo que pensamos o sentimos que a nuestro entender es la sexualidad. Cada cuál la tendrá dependiendo de sus creencias, de la educación recibida, de sus experiencias a lo largo de la vida y de cómo las haya vivido: de forma placentera, libre, sin culpa; o con frustración e insatisfacción, con miedo, ansiedad ante el desempeño, culpa, etc.

Con todo esto, hombres y mujeres intentan vivir su sexualidad de la manera que saben o se permiten, pero no siempre de la que quieren o desearían.

Y es que en temas de sexualidad nuestra sociedad se encuentra en pañales, a pesar de lo “sabias y expertas” que se creen algunas personas. Es verdad que algunas han empezado ya a caminar y que quieren seguir haciéndolo para disfrutar de su sexualidad en solitario o en pareja.

Modificar las conductas y pensamientos de una sociedad que ha aprendido un modelo de sexualidad fundamentado en la culpa, lo sucio, lo que es o no decente, lo que se puede o no se puede hacer, sentir, o pensar, cambiar el pensamiento de una sociedad coitocéntrica, resulta más lento de lo que sería deseable. Tener una mente abierta, flexible y receptiva facilitará, sin duda, este proceso de transformación.

Entre las muchas acepciones o atribuciones que se le han otorgado a la sexualidad, se encuentra la de “ser espontánea”, irreflexiva e involuntaria. Un error más a sumar a esa gran lista de creencias que no permiten a hombres y mujeres disfrutar de su sexualidad.

La sexualidad no forma parte de las acciones o actividades que se deben dejar a la espontaneidad, a eso de cuando tenga que surgir, rotundamente NO. Si dejásemos a la espontaneidad los encuentros erótico sexuales, ocurriría lo que ocurre: a uno de los miembros de la pareja le apetece, pero al otro no; uno tiene toda la tarde por delante para dedicarse a retozar entre las sábanas, el otro no; uno se ha levantado con la libido despierta, el otro no. La sexualidad no se puede dejar al cuando surja.

Al igual que hacemos con las cosas que nos resultan placenteras, gratificantes, divertidas, lúdicas, etc. en las que nos tomamos tiempo para planificar, fantasear e ilusionarnos, así debemos también hacer con nuestros encuentros erótico sexuales: planificarlos con todo detalle, imaginar, fantasear…. ¿No planificamos nuestras vacaciones y pensamos aquello o lo otro que nos llevaremos, dónde iremos, cómo y qué o cuál indumentaria utilizaremos? Pues esto mismo es lo que debemos hacer con nuestros encuentros sexuales: planearlos, fantasearlos, ser creativos, así la excitación estará asegurada.

La mayor parte de las parejas encuentran pocos momentos para compartir juntos, tranquilos, sin niños, sin prisas, sin estrés y la sexualidad es la que normalmente se resiente y a la que se le acaba dejando las migajas, lo que sobra de ese tiempo estresado y como hay que cumplir y no dejar otra semana a dos velas, el recurso al uso es: uno rápido, sin ganas, en el que se pretende que se desfogue, normalmente el mismo miembro de la pareja, el hombre. Pero esto no es del todo cierto, ya que ese desahogo, tampoco es lo que quiere y desea éste, pues aunque acabe teniendo su orgasmo, tener relaciones sexuales satisfactorias no significa simplemente eyacular. Disfrutar del placer es otra cosa, también para los hombres.

Sin duda, el tiempo libre del que disponemos cada día es más reducido y con más carga emocional, pues ese tiempo que nos pertenece acabamos transformándolo en trabajo o en actividades no siempre placenteras y que nos permitan compartir con la pareja.

Para algunas parejas, el disponer de más tiempo para compartir acaba siendo motivo de enfrentamiento. Convivir no es fácil, como tampoco a veces lo es el comunicarse eficazmente. Esto acaba reduciendo la fase de las caricias y los besos, cosa que no favorece el que la mujer se relaje y no viva con ansiedad las aproximaciones con expectativa de sexo. Si las caricias, los besos y los mimos o zalamerías varias, solo se dan cuando se quiere mantener relaciones sexuales, esto provocará que la mujer, sobre todo, viva como desagradable cuando la pareja está más cariñosa de lo habitual, le da besos a ton ni son en el cuello, le habla de manera dulce, sensual, etc. pues son el preludio de una relación coital.

Es importante que las muestras de afecto estén presentes lo más posible, no solo cuando queremos mantener una relación sexual, pues esto acaba provocando frustración y desagrado para quien así lo percibe.

En próximas ediciones aportaremos algunas sugerencias a tener en cuenta en cualquier encuentro erótico sexual. Hasta entonces sean creativos, disfruten de su cuerpo todo lo que sean capaces de permitirse.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

domingo, 10 de enero de 2010

Fase de la excitación en la mujer: cambios fisiológicos (y II)

La respuesta sexual humana, es la forma que tiene nuestro cuerpo de reaccionar a la estimulación erótica.

La solución de las disfunciones sexuales, pasa por el conocimiento de la respuesta sexual.
La excitación sexual, es sin duda una fase altamente placentera en las relaciones sexuales. Toda percepción sensorial puede ocasionar una respuesta erótica. Nuestro cuerpo está preparado para responder ante la estimulación visual, auditiva, táctil, gustativa, olfativa. A pesar de que el sistema nervioso humano reaccione a estímulos fundamentalmente táctiles y visuales, dependiendo dónde, quién y cómo, otros estímulos pueden provocar una intensa excitación sexual.


La fase de la excitación, para algunas mujeres pasa desapercibida, o es inexistente: dura poco en el tiempo, o que transcurre contemplando el techo, pensando que le hace falta una mano de pintura, o qué pondrá mañana de comida; sin embargo, esta fase es fundamental para disfrutar de las relaciones sexuales, y dar paso a la respuesta fisiológica. Hay dos cambios fundamentales en la respuesta sexual en la mujer:

La vasocongestión: se enrojecen las paredes vaginales. Hay cambios en los órganos sexuales externos, con hinchazón de los labios menores y separación de los labios mayores. La temperatura del cuerpo se siente más caliente al tacto. Se produce la lubricación vaginal.

La miotonía, o tensión neuromuscular: se produce una acumulación de energía en las terminaciones nerviosas y los músculos de todo el cuerpo.

-Lubricación Vaginal.: Al principio la lubricación puede ser escasa, sin embargo, a medida que aumenta la excitación se humedecen cada vez más los labios y la obertura de la vagina (lo que normalmente se dice “estar mojadita”). La cantidad de flujo, no está relacionada con el nivel de placer que puede estar experimentando la mujer, sin embargo el flujo, facilita la entrada del peneen la vagina, es por esto que la sequedad vaginal dificulta y hace doloroso el coito. La lubricación se efectúa en un periodo de 10 a 30 segundos tras el comienzo de la estimulación.
-Se produce una expansión de la vagina: los dos tercios internos de la vagina, se alargan y se ensanchan para poder adaptarse al tamaño del pene.

- Aumento de los labios mayores y menores (zona de la vulva).

-Elevación del útero.

-El clítoris: el glande clitoridiano se hincha, aumentando el diámetro de la protuberancia, probablemente debido también a la vasocongestión. Esto puede producirse en respuesta a la estimulación en otra zona del cuerpo, como los pechos, o a una cadena de pensamientos eróticos, fantasías, ect.

-Aceleración del ritmo respiratorio y cardiaco.

-Rubor sexual: enrojecimiento de la piel.

-Contracción muscular. Con la contracción de los músculos, se produce también un aumento de la presión arterial.

- Aumento de las mamas. Algunas mujeres experimentan ya en esta fase un endurecimiento de los pezones.


Durante la fase de excitación pueden aparecer retrocesos, unas veces debidas a distracciones externas: que suene el teléfono, llamen a la puerta, ect; o internas: miedo a sentir dolor en la penetración, sentimientos de culpa, preocupación por temor a no alcanzar las expectativas de la pareja, ect.

Es importante no prestarle atención a estas distracciones, pues posibilitará el abandono al placer de forma natural, consiguiendo la mujer excitarse o mantener la excitación.

Pero cómo se desencadena la excitación sexual en la mujer?

La excitación puede desencadenarse, por un estímulo o deseo. Tanto la duración, como la intensidad de esta fase, puede variar dependiendo de cada mujer y del estímulo. No se trata de que las mujeres precisen más preliminares, o que sean más lentas en su excitación. Existe un error de partida, tanto en los hombres como en las propias mujeres en este tema.

Forma parte de los mitos y creencias, y de los modelos de educación sexual recibidos, aquello de que las mujeres sean más lentas en la excitación, en llegar al orgasmo, pero comparadas con quién, con los hombres?. Hablaremos más detenidamente de este tema cuando abordemos la fase del orgasmo en la mujer.

La fase de la excitación es una parte esencial en las relaciones sexuales, pues si la mujer no está excitada, no lubricará, y si no lubrica le dolerá, y si le duele no tendrá deseos de volver a repetir la experiencia, ya que como todos sabemos, lo que nos gusta intentamos que vuelva a ocurrir, lo que no, lo evitamos, esto es de Perogrullo, pero parece que algunos todavía no se han dado cuenta.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

Fase de Excitación en la Mujer (I)

Gracias a la inteligente H. Kaplan, sabemos de la importancia del deseo en las relaciones sexuales. Necesitamos desear algo o a alguien, para poner en marcha recursos para conseguirlo, de lo contrario el contacto sexual deseado, quedaría reducido a la fantasía individual de la masturbación, que no por ello deja de ser una respuesta sexual más, y ésta sí a nuestro antojo; por eso lo de ser la primera fase de la respuesta sexual humana; pero una vez que el deseo está activo, este precisa pasar a una segunda fase: la excitación. No basta con el deseo, aunque este sea muy gratificante.

No todos nos excitamos de la misma manera, ni con los mismos estímulos. unos se excitan con la visión de un cuerpo desnudo; otros con ropa interior, muchos con caricias; algunos con una mirada (especialmente si es la de la persona deseada); otros a través del oído: escuchando palabras dulces, eróticas, sensuales, otros en la espera…etc., etc. La lista puede ser infinita, como lo son los gustos de cada hombre o mujer. Si hay o no diferencias en lo que nos gusta a ambos sexos, forma parte de los mitos y de la educación recibida, y sobre todo de las experiencias y la forma de vivir y sentir la sexualidad de cada persona.

Es verdad que muchos de los encuentros sexuales, se dan por el débito, porque “ya toca”, porque no se mosquee, por no volver a discutir, porque estamos en fiestas, porque no puedo decirle siempre “me duele la cabeza”, no tengo ganas, estoy cansada, que nos oyen los niños, que mañana tengo que madrugar, que me ha bajado “la regla”, etc., etc., etc.

Son las mujeres, las que normalmente mejor manejan estos recursos, o excusas, que les eximen de mantener relaciones sexuales con su pareja, y son ellos los que asumen, o se resignan o se frustran en cada intento; pero llega el momento en que estas no sirven, y que “hay que dejarse hacer” (así lo expresan y viven muchas mujeres).
Y es aquí donde empieza el ritual acostumbrado en cada relación sexual: besos aquí y allí, tocamientos varios (pocos y casi siempre los mismos), y al momento coito.
En más ocasiones de las que sería deseable, son las propias mujeres las que agilizan cada una de las fases de la respuesta sexual, impidiendo que la pareja toque, bese o lleve a cabo cualquier otra acción sexual que no sea la del coito,. Es por esto, que en muchas ocasiones, son ellas las que inducen a su pareja a que lleve a cabo la penetración, ya que de esta manera saben que se “acabará pronto”. ¿Por qué ocurre esto?, ¿por malas artes de los hombres?, No; simplemente unos y otros, no han aprendido otra forma de expresar los afectos, su sexualidad, porque llegan a sus encuentros sexuales sin erotizar el momento, a su pareja.

No podemos olvidarnos de la importante influencia de los modelos de educación sexual, de la que como hemos comentado en reiteradas ocasiones somos herederos, y no siempre conscientes de ello, y de la necesidad del aprendizaje de una sexualidad integral y placentera.

Pensemos que hasta mediados del siglo XX, con la famosa revolución sexual, las mujeres habíamos sido consideradas seres asexuados, al servicio de la procreación y disfrute del género masculino. Los procesos de cambio en la mentalidad de una sociedad son lentos, y precisan de la educación de la misma.

Aún en nuestros días, en pleno siglo XXI, todavía una parte de la sociedad sigue escandalizándose por las actitudes, o expresiones verbales relacionadas con la sexualidad, que muchas mujeres ejercemos libremente, clasificando a éstas entre: “mujeres decentes” y “malas mujeres”. Curiosamente, esta categorización casi siempre se encuentra influenciada por la sexualidad.

De manera que mucho me temo que eso de excitarse, poner a cien, o caliente, aún hoy, muchas mujeres, y también hombres, lo viven como algo sucio, pecaminoso, algo que no se debe expresar, que forma parte de la intimidad de cada cual.

Afortunadamente, la sexualidad se aprende, y yo aunque “chica mala”, soy optimista y pienso que la sociedad quiere y desea cambiar, para vivir una sexualidad estupenda.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Cómo nos comunicamos, cómo nos relacionamos sexualmente.

Hemos hablado en diferentes ocasiones de la importancia de la comunicación en las relaciones personales, en la de pareja, y cómo influye esta en el establecimiento de los encuentros sexuales.

Erróneamente el sexo, la sexualidad, los encuentros eróticos amorosos, se han concebido como algo animal, como instintos que deben ser saciados lo antes posible. Pero lo cierto es que esto no deja de ser una idea errónea, y que trae consigo el malestar de la pareja, y muchos conflictos que podrían evitarse si aprendiéramos a comunicarnos de manera armónica.

La comunicación es uno de los objetivos de la sexualidad, y cuando este no se cumple, es probable, o muy posible que la pareja se vea dañada. Es importante tener en cuenta algunos aspectos cuando nos comunicamos con nuestra pareja:
-Respeto: esta es la clave de la comunicación: respetar al otro tal cual es. Cuando el respeto se ausenta, lo hacen también los límites y la sexualidad se ve altamente dañada.

-No olvidarnos que cada uno somos una persona individual, un todo (no una media naranja), que siente y piensa por si misma; que tiene deseos, ilusiones, y miedos, lícitos o ilícitos, pero son los suyos.

-Permitir la expresión: como hemos dicho, cada persona somos un mundo. No todos nos expresamos igual, ni con la misma fluidez. Hay quienes necesitan más tiempo para comunicar lo que nostros diríamos en dos palabras; hay quienes dicen lo que dicen y de la manera que lo dicen, porque no saben hacerlo de otra manera, pero por ello no dejan de sentir, opinar, y pensar. Permitamos que cada miembro de la pareja tenga la libertad de hacerlo como pueda, quiera o desee.

-Escuchar mirandole/la a los ojos, sin ridiculizar sus expresiones con gestos o sonidos onomatopéyicos. Lo importante no es estar de acuerdo en lo que uno y otro piensen o sientan, sino en que ambos puedan expresarlo libremente. Resulta muy positivo hacer sentir a tu pareja que lo que está diciendo te importa, te interesa, aunque no sea ninguna de estas dos.
-No insultar: el insulto es un gesto grosero, que descalifica a la persona, que no muestra nada positivo de la misma. Olvidemos aquello de “lo dije en un momento de acaloramiento. No lo pensaba”. Seguramente la persona que recibió los mismos, es muy posible que no los olvide, aunque acabe disculpándole. Piense siempre que usted puede que no de importancia a palabras mal sonantes dichas en un momento de exaltación, pero probablemente, su pareja no las olvide. Aunque se discrepe, es importante hacer uso de un lenguaje no hiriente.

Cuando se han dicho demasiadas palabras malsonantes, lo que menos se desea es ser acariciad@ por su transmisor. La grosería no es compatible con los encuentros amorosos, solo cuando esta es expresada en momentos eróticos.

-Confianza: si no confiamos en nuestra pareja, la comunicación se irá reduciendo a lo meramente imprescindible.

- Humillar o ridiculizar en presencia de otras personas: esta es una práctica muy al uso de algunas parejas. Exponen al grupo los trapos sucios del/la compañero, haciendo burla de ello. Todos participan de la burla, menos la persona que se siente humillada y ridiculizada ante el grupo. Estas prácticas no hacen sino crear inseguridades en la persona, nada positivas para la sexualidad.

-Necesidades afectivo sexuales: la forma que tenemos de expresar y entender la sexualidad, es sin duda uno de los muchos motivos que contribuyen para que los encuentros sexuales no se den con la frecuencia que algunas personas desearían, ni en la forma que otras esperan. Hombres y mujeres demandan sus relaciones sexuales como han aprendido a hacerlo, no como desearían.

Como hemos visto, hay muchos aspectos que no propician el acercamiento sexual hacia la pareja, pues la sexualidad, es para ser vivida y disfrutada con alguien a quien deseas, alguien que te haga sentir especial, que te refuerce, que te escuche, alguien a quien le importes, que te quiera y que te respete. Esto no es imposible, solo tenemos que aprender a comunicarnos, simplemente de otra manera.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

domingo, 20 de diciembre de 2009

El Deseo (y II)

"Deseo, viejo árbol que se sirve del placer para nutrirse", decía Baudelaire

Que la sexualidad es una parte esencial en la vida de las personas (solas o en pareja), lo hemos reiterado en diferentes artículos. Cómo nos relacionemos con nuestro cuerpo, influirá también en cómo nos relacionaremos con nuestra pareja, con nuestras emociones.

Las experiencias placenteras las vinculamos al deseo, a la búsqueda de ser repetidas; lo mismo hacemos con lo que no nos gusta, con lo que nos causa desazón, lo evitamos y sentimos malestar y ansiedad si lo hacemos. Los encuentros sexuales, para que sean deseados, precisan haber sido placenteros, gozados. Y es que la sexualidad no es para todas las personas sinónima de placer. El deseo se encuentra muy vinculado a las emociones.

Como ya veíamos en el artículo anterior, la relación que tenga la pareja va a ser determinante para que exista presencia o no de deseo entre sus miembros. La comunicación es un factor determinante e influyente en el deseo, y sin duda, esta es la que antes se ve dañada.

El deseo sexual ha de verse con relación a varios factores, entre los que cuentan, evidentemente, aquellos que tienen una incidencia orgánica directa. Tales factores a tener en cuenta son, entre otros, los siguientes:

 Ausencia de fantasías sexuales: las fantasías sexuales son un recurso o herramienta fundamental en la sexualidad, solos o en pareja. Estas facilitarán el abandono.

 Ideas negativas respecto del placer sexual: la educación sexual recibida será clave en la vivencia de la sexualidad. Si se entiende el placer desde la moral, como algo pecaminoso, con culpa o miedos, las relaciones sexuales no se vivirán de forma satisfactoria.

 Pensamientos negativos de nuestra pareja sexual: no podemos desear algo que percibimos como negativo, ya que interiormente sentiremos rechazo hacia esa persona.

 Vivencia desagradable de la conducta sexual: si no disfrutamos de nuestros encuentros sexuales, no desearemos volver a repetirlos.

 La masturbación: resulta una actividad saludable, cuando estamos a solas o cuando vivimos en pareja. Si no conocemos nuestro cuerpo, no seremos capaces de disfrutar de él, ni en solitario ni en compañía.

 Relaciones sexuales sin ganas: acaban siendo relaciones por débito, compromiso o por miedo a la pérdida de algo, lo que no favorece relaciones sexuales placenteras, para ninguno de sus miembros.

 Posibilidad de que la pareja no guste: los años de convivencia llevan a algunas personas al abandono de su imagen personal, y la consiguiente falta de deseo de uno de sus miembros por el otro.

 Utilización de técnicas sexuales que producen desagrado, asco o enojo: el expresar lo que nos gusta o disgusta facilita unas relaciones sexuales placenteras, el silencio puede provocar la ausencia de deseo.

 Peligros respecto del placer sexual: forman parte de los mitos y creencias que llevan a vivir la sexualidad, el placer con miedos.

En cualquier caso, es importante que la pareja analice y se pregunte cómo son sus relaciones sexuales, qué tipo de juegos llevan a cabo, cómo se acarician, cómo es su comunicación sexual, si se expresan lo que les gusta o lo que no, sus preferencias, si disfrutan de sus encuentros eróticos sexuales, etc. No se trata de buscar culpables, sino soluciones.

Romper con las rutinas sexuales, es una de las tareas más complicadas. Los comportamientos estereotipados que muchas veces se establecen en los encuentros amorosos, resultan difíciles de cambiar, aunque no sean del todo satisfactorios. Los masajes, aceites, olores, luces, lugares nuevos, ropa íntima, y todo lo que consiga hacer que lo sintamos al mismo tiempo que nuestra pareja, podría ser un buen comienzo. No olvidemos que las reglas en la cama las ponen las personas implicadas, por lo tanto no hay nada establecido; de hecho el problema es precisamente que caigamos en hacer siempre lo mismo. No es necesaria la búsqueda de afrodisíacos, ya que el mayor estimulante es nuestra propia imaginación.

Dejar a un lado miedos, temores, ideas irracionales y moralistas sobre la sexualidad, nos puede llevar a experimentar y disfrutar de nuestra sexualidad, dejando que la respuesta sexual siga su curso.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

El Deseo (I)


Desear es un verbo que se conjuga en infinitivo, que vivimos en gerundio, y que esperamos sea participio.


La falta de deseo es sin duda uno de los motivos que llevan a las parejas a la consulta de un/a terapeuta sexual.


A mediados del siglo XX la pareja Masters y Johnson saltó a la fama con su revolucionario libro “La Respuesta sexual humana”. Sin duda estos fueron los pioneros de la investigación sexual, y fruto de sus trabajos, determinaron cuatro fases en la respuesta sexual humana: excitación, meseta, orgasmo y resolución. Pero fue la científica y terapeuta Helen Kaplan, quien advertiría de una primera fase previa a las enunciadas por Masters y Johnson, El Deseo.


Sin duda el deseo es un aspecto fundamental para cualquier encuentro erótico sexual. Sin deseo, las relaciones sexuales se convierten en encuentros obligados, rutinarios, por débito.


Nuestro estado de ánimo, lo que nos guste o nos vaya dejando de gustar de nuestra pareja, su olor, sabor, tacto, el uso que hagamos de las fantasías sexuales, cómo se encuentre nuestra autoestima, la comunicación que tengamos con la persona amada, lo que disfrutemos o no de estos encuentros, y por supuesto los elementos culturales… todos ellos serán aspectos o factores que facilitarán o dificultarán nuestro deseo para mantener una relación sexual placentera.


Es verdad que a pesar de la importancia que tiene el deseo en las relaciones sexuales, no cuidamos lo suficiente los aspectos anteriormente mencionados, parapetándonos en aquello de que el sexo debe ser espontáneo, natural y esas situaciones que acaban en desastre.


El deseo sexual hipo activo, está presente en el día a día de muchas mujeres, manifestando éstas, una falta de interés por el sexo, ausencia de fantasías en sus relaciones, y la demora o disminución de los encuentros afectivos sexuales.


Evitar cualquier acercamiento que conlleve mantener relaciones sexuales, es un hecho muy experimentado por algunas mujeres. Este rechazo o evitación acaba produciendo malestar en la convivencia de la pareja y sufrimiento para ambos miembros: uno porque desea mantener relaciones sexuales, y el otro por la ansiedad que esto le produce.


Las causas, como ya hemos indicado, pueden ser muy diversas. Así mismo, cuando la mujer no disfruta de las relaciones sexuales, siente malestar general, somatizando en ocasiones estos encuentros que pueden venir motivados por un problema de excitación o de anorgasmia, situaciones que no invitarán a repetir los encuentros, y sí a aumentar los problemas con la pareja.


La frecuencia de las relaciones sexuales estaría marcada en una pareja armónica por el deseo de ambos miembros, aunque lógicamente no tiene por que ser el mismo en todas las personas, independientemente de su sexo biológico, mediando así los acuerdos que cada pareja tenga establecidos. Pero no ocurre lo mismo con las parejas en que uno de sus miembros (1) tiene un deseo sexual hipo activo o inhibido, eso que comúnmente se dice “que nunca le apetece”, pues esta inapetencia de uno de ellos, genera desavenencias, pues el/la que desea, no deja de hacer intentos por conseguir lo deseado, percibiendo estos rechazos, como algo personal, sintiéndose frustrado. La persona con menos deseo, cede por obligación, y acaba reduciendo sus relaciones sexuales a encuentros que debe mantener, adoptando un “rol de espectador/a”, donde se deja hacer sin implicarse, no disfrutando de ellas, y esperando que su pareja acabe pronto, se duerma y le deje tranquila hasta la siguiente, que espera sea lo más tarde posible.


Esta situación acaba formando parte de un círculo vicioso, donde se genera mucha frustración y rabia, y donde la comunicación entre sus miembros es cada vez más difícil.


Con este panorama emocional, el deseo sexual acabará siendo inexistente, por lo que las relaciones sexuales de la pareja no serán temidas, solo en este caso, por la mujer sino también por el hombre, que se sentirá frustrado en cada intento de acercamiento.


Como hemos visto, y como sabemos, muchas parejas viven sus encuentros sexuales con ansiedad, miedo y frustración. Cada uno a su manera, intenta pensar que se solucionará, o que esto debe ser propio de cada sexo, y ambos siguen sin disfrutar y gozar de una vida sexual satisfactoria. Se quedan en el lamento, la resignación, y en el peor de los casos en la frustración; pero lamentablemente las cosas no se solucionan solas, y precisamos, al igual que cuando sentimos cualquier dolencia, acudir a un/una profesional con experiencia en la materia, olvidándonos y despojándonos de tantos prejuicios sociales que condicionan nuestra vida afectiva y sexual.


Nos queda todo un año por delante: lo deseable sería poderlo vivir con una sexualidad positiva, placentera. Son muchos días para disfrutar y solo necesitamos ponerle a nuestro deseo, la acción.




Fdo.: Raquel Díaz Illescas.