jueves, 8 de octubre de 2015

Reflexión después del post de ayer… “Quiero provocar-te”



 Aprendemos a silenciar, a no expresar, a contener las emociones, a reprimirlas, a negarnos el placer, a dejar pasar oportunidades, a avergonzarnos, a ser etiquetados, a sentirnos ridículos por hacer o decir esto o aquello, a ser juzgados por lo que somos, por lo que sentimos y cómo lo sentimos.

Y aprendemos rápido y nos cuesta de-construir lo aprendido, aunque alguien nos provoque y nos invite a hacerlo sin ser juzgados.

Las emociones son maravillosas para sentirlas y aún más se engrandecen cuando tenemos la valentía de expresarlas.  

¿Qué te hubiese gustado decir? Si todavía las tienes amordazadas, da permiso al menos a tus dedos para que puedan dar a “Me gusta”. Esto sería un buen comienzo.



El post aludido:




Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

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