lunes, 18 de julio de 2016

Silencios condicionados



Si abres la puerta a los silencios, estos entrarán.

Si les enseñas tus habitaciones,

Si les alimentas, si les das acomodo,

Si les permites que te acompañen cuando te sientes triste, cuando estás sola.

Si les dejas que te abracen, te mimen y te besen,

Si les regalas tus minutos, tus horas, tus días  y toda tu noche, ellos te amaran condicionalmente.

Y las palabras se irán haciendo nudos en tu estomago y laberintos en tu mente.

Si no dejas espacio a los verbos, si no coges de la mano a las conjunciones y haces puntos y aparte para dedicar los seguidos a que te amen.

Si no te olvidas de los imperativos, de los pasados imperfectos,  y conjugas gerundios  y muchos presentes.

Si no hay armonía entre tus palabras y tus silencios, llegará ese día en que cuando quieras usar las palabras ellas estarán muy lejos de tu boca, y demasiado presas en tu pensamiento.

Deja si así lo deseas espacio a tus silencios, pero nunca dejes de amar las palabras que te vinculan con los afectos.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas

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