domingo, 22 de agosto de 2010

La gran industria del placer.

..Muñecas hinchables, anillos vibratorios, vibradores, bolas chinas, etc., etc.,

No sabemos cuan seductores, apasionados o imaginativos pueden ser los ciudadanos chinos, lo que si sabemos es la rentabilidad que le sacan al disfrute y goce de muchos hombres y mujeres, provenientes de Estados Unidos y de Europa.


China se ha convertido en la gran fábrica del mundo en la producción y distribución de todo tipo de artículos, desde los más sofisticados e innovadores, hasta los más prosaicos (camisetas, mecheros, vídeos, zapatos, comida, etc.). Así mismo, desde oriente nos llegan los placeres que se viven y experimentan en la intimidad, unas veces compartida y otras a solas.

Al igual que otras sociedades, China, aunque tarde, tuvo su propia revolución sexual, pese al puritanismo de la era Mao. Cuando más del 80% de hombres y mujeres afirmaban desconocer lo más elemental de la sexualidad, el hipócrita Mao disfrutaba con niñas vírgenes que le hacían sentirse más joven.

En un intento de recuperar el tiempo perdido, como diría Prust, China se ha convertido en el mayor productor de juguetes eróticos de todo el mundo. Cuenta con una gran demanda de mano de obra, que sabe rentabilizar con muchas horas de trabajo, a cambio de sueldos que permiten pocos placeres.

Sin risas, ni nervios que provoca la vergüenza, decenas de jóvenes chinas, provenientes de las comunidades campesinas, en cajan mecánicamente los juguetitos que, una vez desinfectados con alcohol, empaquetarán encadena, antes de almacenarlos en sus respectivos envases y que estén listos para el placer y los momentos más húmedos.

Mujeres lascivas y sugerentes son el reclamo de la publicidad de las empresas chinas, además de su bajo coste. Occidente se presenta como el escaparate al que se asoma medio mundo, en el deseo de satisfacer sus sueños y fantasías sexuales.

Y es que además de los besos, caricias, lametones, abrazos y susurros lascivos, muchas parejas utilizan juguetitos eróticos en sus relaciones sexuales, como los ya conocidos anillos vibratorios, unas veces en el ánimo de estimular y facilitar el orgasmo de la mujer, y otras, simplemente por experimentar otros placeres.

También son muchas las mujeres que cada vez más, adquieren vibradores para utilizarlos a solas. Unas, porque no tienen pareja, y el artilugio en cuestión es rápido, cómodo, no exige ni demanda y sobre todo es eficaz, y otras, porque aún teniéndola, no alcanzan con ésta lo que les proporciona “su aparatito”. Claro que esto, como ya hemos indicado en otras ocasiones, no es responsabilidad del señor en cuestión, sino de la buena señora que debe primero, desprenderse de prejuicios que le permitan conocer y disfrutar de su cuerpo, para más tarde hacer de guía experimentada con sus “turistas”, pero esto es tema de otro artículo.

Los recursos, que cada cual utilice para disfrutar de su sexualidad, no son relevantes. Lo importante es que sepamos disfrutar de nuestro cuerpo.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

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