jueves, 11 de junio de 2009

La educación en sexualidad

 Si le preguntara a usted qué educación ha tenido en materia de sexualidad, es muy probable que su respuesta fuese “ninguna”. Es la más común, y sin duda no menos errónea, pues, haya sido la más adecuada o no, a todos nos han educado en sexualidad, pues el no hablar de ella es también una manera de educar, aunque no sea la más conveniente. La mayoría de los mensajes que nos han trasmitido han sido vinculados a la represión, la culpa, la frustración, dando una imagen del placer como algo sucio, pecaminoso, propio de personas poco respetables.

La educación sexual es una enseñanza relativamente reciente, todavía no incorporada a la “educación formal” de manera sistemática; de hecho esta cuestión genera incluso el debate de si es una materia que debe enseñarse o simplemente es algo de lo que la familia debe ocuparse.

La sexualidad ha sido inseparable de la ideología a lo largo de la historia, puesto que detrás de sus contenidos devienen unas u otras maneras de vivir y de relacionarse.

En la actualidad coexisten distintos modelos, por eso es importante tomar conciencia de ellos y elegir el que nos parezca más adecuado, de forma responsable y honesta.

No existe un solo modelo de educación sexual, aunque generalmente al educar en sexualidad, especialmente en el caso de los niños, y de los jóvenes, la educación se centra en la entrega de información biológica y orientada en la prevención de problemas como el embarazo no deseado, las enfermedades de transmisión sexual y situaciones de maltrato y abuso. Estaríamos hablando de un modelo médico. En éste, las conductas sexuales se dividen entre “saludables” y “patológicas”. Habitualmente se imparten desde las instancias médicas con una perspectiva biológica que suele descuidar otros aspectos de la sexualidad igualmente importantes.

En el ámbito escolar, como hemos dicho, muchas veces este modelo se reduce a lo biológico en su sentido más estricto, ya que se centra en la enseñanza de los aspectos de anatomía y fisiología corporal sin entrar en los aspectos psicosociales, más complejos.

Es preciso una formación planteada de forma integral, que les enfrente al aprendizaje desde una perspectiva más vivencial, actitudinal y constructiva. Es necesario cambiar de metodología, ya que los mensajes impositivos o incluso sugeridos, no son suficientes para contrarrestar esos otros factores que influyen en la conducta real de las personas. Existe una falta de habilidades de comunicación, asertividad e influencia del grupo de iguales. Distintas perspectivas según el género masculino o femenino en que hayan sido educados, el valor de su autoestima, y también del autocuidado…

Otro modelo es el llamado moral. Llamado también educación para el matrimonio, para el respeto y para la abstinencia. Este modelo, muy definido por la ideología tradicional y religiosa, intenta enmarcar la sexualidad humana en unos patrones muy limitados, principalmente dentro del matrimonio entre heterosexuales y con el objetivo principal de la procreación, dejando de lado los aspectos de placer y libertad sexual.

Las personas defensoras de este modelo no consideraban hasta hace muy poco tiempo, la posibilidad de transmitir el modelo en enmarques formales, y se centraban en la transmisión a través de la familia y la religión. En la actualidad, y ante la perspectiva de la difusión social de este tema, se han volcado en una estrategia más directa y activa, planteada básicamente sobre una regulación de la sexualidad desde la perspectiva moral, es decir, valorando las conductas sexuales en “buenas” y “malas”, en distintos grados, según se alejen más o menos del modelo tradicional. Ejemplo de ello lo podemos ver en Estados Unidos, donde se apuesta más por la prohibición y un alto grado de represión en todo lo que tiene que ver con la sexualidad. En el lado opuesto, se sitúan los países nórdicos donde, desde los años 70, aplican el modelo escandinavo de educación sexual. Defienden una postura mucho más progresista, y tratan el tema de la prevención potenciando el conocimiento del propio cuerpo desde la infancia y promoviendo el uso de anticonceptivos.

En España se ha pasado de una época en la que todo estaba prohibido, a una total permisividad y ahora, según dicen algunos expertos, se está volviendo al principio y nos acercamos al modelo estadounidense.

Otro Modelo es el revolucionario. Aparece recogido por Félix López en su libro “La Educación Sexual”. Este hace referencia al modelo también denominado “emancipador”. Tiene su origen en las ideologías que surgieron en la época de la “Revolución Sexual” de los años 60, que al descubrir el poder liberador del sexo y el orgasmo, intentaron transmitir la idea de una sexualidad “obligatoria” y liberatoria para todas las personas, incluso sin ser una actitud íntimamente deseada. Este modelo ha tenido una influencia positiva a la hora de difundir una idea más liberal de la sexualidad, pero no ha tenido suficiente consideración con el componente de la individualidad, de las decisiones personales y libres como factor imprescindible para el desarrollo humano.

Por último tendríamos un Modelo global o biográfico, como lo llama Félix López. Es un modelo integral y con una perspectiva biopsicosocial, que tiene en cuenta todos los aspectos de la compleja dimensión humana y social, pero que también contempla la individualidad y la biografía de cada persona, respetando las actitudes y los procesos vitales personales y teniendo en cuenta la cuestión del género y su importancia en la educación sexual.

Julián Fernández de Quero en un artículo publicado en la revista Sexpol, profundizando en este modelo, también propone una interesante “teoría ética radical de la sexualidad y el género.

La experiencia demuestra que los adolescentes que reciben una buena educación antes de ser sexualmente activos, viven su sexualidad de forma más responsable, enriquecedora y placentera.

Asimismo, los problemas sexuales que aparecen en la edad adulta podrían prevenirse si desde pequeños se abordara el tema con naturalidad, porque esto ayudaría a enfrentarse mejor a los miedos y vergüenzas.

¿Qué modelos han regido nuestro comportamiento erótico en épocas pasadas? ¿Y en las recientes? Esto es especialmente interesante para entender cómo han sido las ideas y los conceptos sobre sexualidad transmitidos a nuestros abuelos y abuelas, madres y padres, sin duda origen de nuestras propias ideas y concepciones al respecto. Veremos con detalle los modelos sociales que han contribuido a la forma de sentir, pensar y actuar de nuestra sociedad.

Lo ideal es que cada persona pueda ir creando su propio modelo, fruto de sus experiencias de vida, donde cada cual asuma su libertad y responsabilidad en cuanto ser sexuado y organice su vida promoviendo su bienestar y el de los demás.

Vivir y disfrutar de nuestra sexualidad de manera placentera, sin culpas ni miedos que lo dificulten no siempre es fácil, pero cuando se consigue es maravilloso.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas

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